¿Sabe alguien donde está?
¿Como desapareció?
¿Le ayuda alguien?
¿Corría peligro y por eso desapareció?
¿Alguien lo ha hecho desaparecer?
¿Será el camarero una víctima más?
¿Sabía demasiado?
¿A quien le interesa que desaparezca?
Habrá que leer el capítulo XIII y puede que también los anteriores para buscar pistas.
Y ahora.............
EL AFILADOR
Pedro Fuentes
CAPITULO XIII
El apartamento de Anselmo, en la carretera de la costa, dentro de un recinto de seis casas adosadas, con un pequeño jardín, en los bajos, por delante está la puerta del garaje y por detrás, con unas escaleras para cada dos apartamento, el de Anselmo es el segundo de la derecha, tiene una cocina americana y una habitación doble y otra muy pequeña.
El policía, junto con sus dos amigos y tres agentes más se desplazaron allí, primero llamaron a la puerta, al no contestar, llamaron a la vecina del lado derecho, ésta abrió la puerta, a las preguntas del policía, le comunicó que la noche en que desapareció el inquilino, no ha oído ni visto a nadie en la vivienda.
José Miguel le comunicó que iban a entrar, que tenían una orden judicial y que el administrador de la finca tenía llaves por si ocurría cualquier emergencia y que se las había dejado para permitirles la entrada sin causar destrozos.
Una vez dentro, no observaron nada raro, todo estaba en orden, la cama hecha y todo limpio y reluciente, en un cenicero en el balcón había una colilla de un cigarrillo negro, en el cubo de la basura, la bolsa estaba totalmente vacía, por lo que supusieron que se llevó la basura la última vez que salió.
Ricardo se acercó a la casa de la vecina y le preguntó:
¿Dónde tiran ustedes la basura?
A la salida del recinto, a mano derecha hay unos contenedores, en verano los vacían cada día y ahora cada tres días, precisamente han pasado esta mañana.
De todas las formas, se acercó a los contenedores, estaban casi vacíos.
En el resto de la casa no encontraron nada sospechoso salvo tres papelinas conteniendo coca debajo de la bandeja de los cubiertos en un cajón de la cocina.
Bajaron al garaje, allí estaba un utilitario bastante nuevo, propiedad de Anselmo y en la pared del fondo unas estanterías metálicas en las que se depositaban cajas de trastos, libros y un equipo de submarinismo, traje de neopreno, aletas, gafas, tubo y un fusil.
En el coche no había rastro de nada raro, estaba recién limpio y estaba como todo, sin una mota de polvo.
A la hora de irse, Ricardo volvió a preguntarle a la vecina que merodeaba por el jardín:
¿Sabe si Anselmo tiene una señora para la limpieza?
No, ninguna, es muy cuidadoso y siempre, bueno, cuando está en casa, hace la limpieza y cocina.
¿Tiene muchas visitas?
No, muy pocas, alguna vez viene algún amigo, pero son muy discretos, no se oyen ni voces. Cuando hace buen tiempo se sienta en el balcón y lee o escucha música, pero a un volumen que no molesta a nadie.
Se marcharon todos y se llevaron en varias bolsas de plástico pequeñas la colilla encontrada en el balcón, varios cabellos encontrados en el cuarto de baño y las papelinas de la droga.
Creo que no hay duda, no ha desaparecido por propia iniciativa, dijo Ricardo.
¿En qué te fundas? Dijo José Miguel.
No parece que falte ropa ni nada, en moto no se fue y el coche lo tiene en el garaje, andando este lugar está lejos de cualquier sitio y si hubiese venido alguien a recogerlo, la vecina, con lo cotilla que es lo sabría.
¡Bravo! Menudo sabueso. Dijo su amigo Pedro.
Pues yo no veo nada claro. Dijo José Miguel. Y pistas no hay ninguna, ni tan siquiera indicios razonables, le podríamos apretar las clavijas al afilador y ver si canta, pero creo que ese tiene muchas tablas y aunque parezca nervioso, domina la situación, y tampoco le podemos acusar de nada.
¿Ha llegado el ex marido de la tercera víctima? Preguntó Pedro.
Si, ha llegado, vino por la comisaría en cuanto llegó, estaba muy apesadumbrado, mantenía una relación lejana pero aceptable con ella, nos ha dicho que ella no tiene familiares y que él se encargaría de todo cuando el forense y el juez den los permisos, la van a incinerar. Precisamente he quedado con él por si queremos hacer una inspección al apartamento que tenía alquilado antes de tocar nada y vaciarlo.
Precisamente ahora lo voy a llamar para ir para allí. Dicho esto José Miguel cogió el móvil y llamó, se puso de acuerdo con el ex marido y salieron hacia allí, el apartamento quedaba bastante cerca, solamente había que cruzar tres calles, además era bastante cerca de donde apareció asesinada.
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