Entramos en el capítulo VI del "Ultimo....."
Una historia del pasado reciente de Ricardo, necesaria para comprender la historia reciente de nuestro protagonista.
Y ahora..............
EL ULTIMO VIAJE DEL “DESTINO”
Pedro Fuentes
Capítulo VI
El viento nos acompañó, pusimos rumbo norte hasta salir de las rocas y ya nos cogió un viento suave por la aleta de babor que nos llevó a pasar Faváritx, luego, ya enfilando La Mola, pasamos la isla de Colom y entramos en una cala, que estaba totalmente solitaria. Como íbamos bien de tiempo, fondeamos y nos bañamos, luego comimos y estuvimos reposando un rato.
¿Sabes, Gracia? Cuando llegamos a la casa y vi a tu madre, tu hermano y su mujer, creo que a mis años, me puse colorado como un tomate, luego, debí poner una cara de lo más rara cuando dijiste que hacía muchos años que no nos habíamos visto.
Si, pusiste cara de:
Tierra trágame, pero era verdad, yo hacía treinta y tres años que no te veía, por lo menos y tú tampoco me habías visto en mucho tiempo, ¿Cómo cuantos?
Cincuenta y dos, eres toda una niña para mí, eres como la fruta prohibida.
Siempre me han gustado los hombres mayores.
SÍ, pero cuando me veía al lado de tu madre, cualquiera diría que era su pareja y no la tuya.
Si, tal como te miraba, si no llegas a ser mío, seguro que te tira los tejos, le has encantado.
En cambio Biel te miraba con recelo, él fue el que le partió la cara al otro y me parece que estuvo sopesando si te la tenía que partir a ti, si hacerlo él o encargárselo a otro, luego, cuando vio que eras de buena pasta, ya se abrió a tu amistad, además, con el vino del Somontano y con la navegación y sabiendo que quieres vivir para los restos en la mar, él, que querría ser un poco vagabundo, pero su mujer, muy buena chica, pero que no es de esa pasta, no se lo consentirá mucho.
A media tarde, levamos ancla y nos pusimos a navegar, quien dice que en Menorca siempre hace viento, no sabe lo que son las calmas de Junio, nos tocó poner el motor en marcha, dejamos la mayor para estabilizar el barco y recogimos el génova. Pasamos la Mola y nos fuimos adentrando en el puerto natural de Maó, pasamos el Lazareto, donde antiguamente los marinos de los barcos que llegaban tenían que guardar cuarentena por temor a la peste y otras enfermedades contagiosas. Luego llegamos a la isla del Rey, que pasamos por babor y ya enfilamos al Náutico.
¿Qué vas a hacer estos días? dijo Gracia.
Mañana me quedaré en Maó para hacer alguna compra y el martes pondré rumbo a Ciudadela. ¿Y tú?
Estos días tendré mucho trabajo con reuniones de profesores y el fin de curso, pero el jueves veintidós, que ya estaré libre, correré hasta Ciudadela. ¿Quieres que te lleve sobrasadas de Alaior?
Bueno, yo pensaba irlas a buscar y también un queso, pero a ti, como maestra te los darán mejor.
¿Tienes algún compromiso para el 21 por la noche?
No, ninguno, la cena de despedida de los maestros la hacemos mañana y luego hacemos otra con la Asociación de Padres de Alumnos el 20, así que el miércoles por la noche estaré libre.
¿Puedo acercarme a Alaior y ya el 22 marchamos a Ciudadela?
Sí, claro, me dará mucha alegría, pero ¿Cómo vendrás?
Pues en autobús, y si no a dedo.
Cuando llegamos al Náutico amarramos y nos dedicamos a fregar el barco, luego fuimos a las duchas y nos aseamos, a continuación dimos un pequeño paseo y Gracia dijo:
¿Nos vamos a cenar a Villacarlos?
Perfecto, me has adivinado el pensamiento.
Mañana no tengo que estar en el colegio hasta las nueve, así que con que salga desde aquí a las ocho llego de sobras para ducharme e ir a trabajar, así que si te apetece que quedo contigo en el barco para que no tengas miedo de pasar la noche solo.
Le cogí por el hombro, la atraje hacia mí, y le besé en los labios.
Nos acercamos al coche, aparcado en el puerto y marchamos a Villacarlos, pasada la plaza donde están los cuarteles, en una callejuela aparcamos el coche y andando nos fuimos hasta el puerto, que al ser domingo habían empezado antes a ambientarse.
Nos sentamos en uno de los variados restaurantes y pedimos unos mejillones al vapor y luego un par de lubinas al horno con su base de patatas y cebolla. Una botella de vino blanco y luego dos limones helados de la Menorquina.
Paseamos luego un rato por bajar los vapores del vino, aunque Gracia no había bebido sino un vaso y medio, luego cogimos el coche y llegamos al puerto de Maó.
Ya en el barco preparamos el camarote, pusimos un despertador para las siete y nos sentamos en cubierta, en la bañera a tomar unas hiervas Xoriguer de Menorca.
Ya era cerca de las dos cuando nos fuimos al camarote, había algo de corriente y el barco y nosotros nos arrullábamos suavemente hasta que quedamos dormidos, puso la cabeza sobre mi hombro derecho y así amanecimos cuando el despertador sonó, mientras Gracia iba a los baños del club, a arreglarse, preparé café y tostada para desayunar, cuando llegó nos sentamos y desayunamos en silencio.
Cuando terminamos fuimos hasta el coche, nos despedimos con un beso y quedamos en vernos el miércoles en Alaior.
Volví al barco y dormí hasta las diez y media embriagado por el olor que tenían las sábanas a nuestros cuerpos.
Arreglé las cosas, puse en orden el barco y marché a comprar pertrechos para esos días y sobre todo para la travesía hasta Ciudadela el martes, además tenía que cargar de gin y hiervas, siempre que voy a Maó lo hago porque no sé cuando volveré, aunque esta vez sospechaba que iría a menudo.
Al medio día, me preparé la comida y me tumbé a hacer la siesta, cuando me desperté fui a las oficinas del club y dejé pagada la estancia, ya que al día siguiente partiría rumbo a Ciudadela a primeras horas de la mañana.
Volví al barco y leí hasta la hora de cenar, después me dediqué a pasear por el puerto para estirar las piernas.
El martes por la mañana cuando fui a las duchas miré la previsión del tiempo y daban tramontana para todo el día, por lo cual decidí bordear la isla por el sur, que habría una pequeña brisa.
De Maó a Ciudadela hay casi la misma distancia por el norte que por el sur, la parte norte es más agreste y la llaman la sierra de tramontana, por el sur es más llana y una vez pasada la isla del Aire todo son playas salvo las bonitas calas de Porter, Galdana, y unas cuantas más hasta cala Turqueta, así llamada por el color turquesa de sus aguas, son como los ojos de Gracia, luego llegas a Son Saura y varias más, En Menorca cada roca, cada playa, cada entrante o saliente tiene un nombre, luego llegas al cap de Artruxt, en cala´n Bosch y viras hacia estribor, rumbo norte, allí quedas protegido de la tramontana por todo el macizo de Punta Nati y cala en Blanes, debajo del cual está la entrada del puerto de Ciudadela, puerto seguro donde los haya, salvo las famosas “rissagas” que de vez en cuando ocurren, éstas son unas resacas del mar que aparecen solamente en verano, y no todos los años, de pronto el mar es absorbido hacia fuera y los barcos llegan casi hasta el fondo del mar, rompiendo amarras, pero al poco tiempo, cuestión de minutos entra el agua de nuevo con una fuerza inusitada, como un gran tsunami que llega a inundar los locales del puerto, esto dura también unos segundos, cuando el agua consigue su profundidad habitual, muchos de los barcos están hundidos, otros se encuentran encima de los muelles y el caos es total. Tuve ocasión una vez de ver los desastres ocasionados y puedo decir que es una de las cosas más impresionantes que recuerdo.
Llegué a Ciudadela, avisé al club de mi llegada y rápidamente me atendieron y me señalaron el amarre de Biel. Cuando amarré fui a las oficinas a entregar papeles y me di cuenta de lo que apreciaban a Biel allí.
Pasé el resto del día recorriendo Ciudadela, comprando algunas cosas para la travesía de vuelta y viendo los barcos del puerto, distracción favorita de las gentes de la mar cuando llegan a algún puerto.
Al día siguiente, tranquilamente me fui a buscar el autobús que me llevase a Alayor, hay que decir que Menorca tiene un deficiente transporte público interurbano, al fin logré, después de una larga espera coger un autobús que hacía la línea Ciudadela Maó y saqué un billete hasta Alayor, me fui a comer algo y luego cogí el transporte. Llegué allí a las tres y media, Gracia me estaba esperando y me llevó al pequeño apartamento que tenía alquilado al lado de la escuela. Allí pasamos la tarde hasta la hora de cenar, nos fuimos a cenar a un restaurant típico a comer unas berenjenas rellenas al estilo menorquín, buenísimas, después de cenar cogimos el coche y nos fuimos a cala en Porter, entramos en las cuevas d´en Xoroi, allí estuvimos tomando una copa en el acantilado, en una de las ventanas naturales que hay sobre el mar.
Marchamos luego al apartamento. A la mañana siguiente Gracia ya había hecho la maleta y nos marchamos a Ciudadela, a pasar las fiestas de S. Joan. Sobre ellas prefiero no hacer comentarios, hay que vivirlas por lo menos una vez en la vida.
El domingo estuvimos comiendo con la madre de Gracia, su hermano y su cuñada, la caldereta de langosta de María Cinta no se come mejor en ningún afamado restaurante de Menorca.
Fuimos a dormir a Ciudadela y a la mañana siguiente zarpamos Gracia y yo rumbo a la península, pero no hacia el norte, Biel nos había informado de un anuncio de un ketch muy equipado que se vendía en Murcia en el puerto Tomás Maestre, 284 millas aproximadamente nos separaban. Con mi consentimiento, se encargó él de llamar y preparar una entrevista.
Decidimos poner rumbo a Palos, pasaríamos rozando Mallorca, hasta la isla de Cabrera rumbo SW, al 220 de compás durante unas 60 millas marinas, luego hacia Formentera al 255 durante unas 77 millas y luego una tercera etapa al W directos a Altea durante 70 millas, total unas 207 millas hasta allí si el tiempo nos lo permitía, total tres etapas de unas 15 a 20 horas cada una si los vientos nos eran favorables, habíamos quedado en llegar al Tomás Maestre en seis días.
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