Seguimos con "El último..... Capítuño X" este relato ya está llegando al final, pero este final no es el de Ricardo, siguen sus aventuras, ya irán saliendo.
Y ahora................
EL ULTIMO VIAJE DEL “DESTINO”
Pedro Fuentes
Capítulo X
Con la previsión de viento del sur a la mañana siguiente salieron rumbo norte con la intención de llegar todo lo lejos que el tiempo y el cansancio les permitiese.
Nada más salir de la bocana del puerto de Calpe izaron la mayor y el spi.
Hasta La Nao y San Antonio tuvieron un poco de mar de fondo, pasado San Antonio bajó un poco el viento pero también la mar bajó y el barco navegó mucho mejor, al no ser retenido cuando subía la ola.
Las provisiones empezaban a escasear, tendríamos que pensar en comprar algo en el próximo puerto que calcularon que sería puerto Siles si seguían al ritmo que llevaban, la idea era llegar al siguiente día hasta Benicarló, para el siguiente día pasar el delta y llegar lo más al norte posible para al otro día llegar a Blanes.
¿Sabes que con las prisas nos olvidamos de parar en Alicante para ver a tus sobrinos? Le dije a Gracia, pero no importa, cuando bajemos a por el barco pasaremos.
Pasamos Valencia pendientes de los barcos que entran y salen de allí y de los fondeados en las boyas de espera, ya íbamos a rumbo a Canet de Barenguer pero un poco más abierto para pasar el muelle de carga que hay a la entrada del puerto de Sagunto.
Para comer tuvimos que empezar latas que siempre llevo en el barco en previsión de algún contratiempo y galletas, el poco pan que llevábamos estaba duro.
Llegamos a puerto Siles a las 19 horas, la entrada en puerto Siles, con mala mar no es muy segura, sobre todo si se llega del norte con viento sur, además es un puerto que a menudo hay que dragarlo porque se acumula mucha arena en la bocana, pero esta vez la cosa fue bastante bien.
Nos dieron amarre en el muelle de honor al saber que íbamos a salir temprano. Gracia preguntó por un supermercado y le indicaron, no estaba muy cerca que digamos, pero mientras yo arreglaba papeles y fregaba el barco, ella fue a comprar provisiones, se llevó un carro plegable que siempre llevo conmigo.
Consulté las previsiones de tiempo y seguía el sur, continuábamos con suerte. La siguiente etapa sería Benicarló, así sacaría del barco todo lo no imprescindible puesto que cuando llegásemos a Blanes entregaría el Furia.
Aproveché para llamar a Biel y decirle que en cuanto firmara los papeles, se los enviaría para preparar los trámites para cuando llegásemos a Ciudadela con el barco, pasar las inspecciones correspondientes para la lista 6ª.
Cuando llegó Gracia descargamos los víveres en el barco y después de la consabida ducha nos fuimos a pasear para desentumecer las piernas.
Canet de Berenguer es un bonito pueblo de la Comunidad Valenciana, con una de las mejores playas de la zona.
Tiene la particularidad de que el faro que existe en la población fue construido a unos 300 metros de la playa, tierra a dentro, en una antigua torre, esto ha hecho que para no tapar el faro, las casas construidas en el paseo del mar no podían tener sino dos alturas como máximo, con lo cual ha quedado un paseo de unos 1.500 metros, muy cuidado y amplio, sin grandes edificaciones.
En este hermoso paseo, totalmente peatonal, estuvimos paseando Gracia y yo, nos sentamos un rato en una terraza y luego, ya a la vuelta cenamos en el club, después de la cena, unos socios que estaban sentados en la terraza, tomando unas copas nos invitaron a sentarnos con ellos a charlar y a contar historias marineras, fue una lástima tenernos que retirar pronto porque al día siguiente nos tocaba otra travesía de unas sesenta millas para no perder la costumbre.
Salimos a las siete en punto a navegar, tuvimos que poner en marcha el motor, porque a aquellas horas solamente soplaba un ligero terral que nos acompañaría hasta cerca de las diez que entró de nuevo el sur tal como estaba previsto.
Tanto Gracia como yo nos maravillábamos de la suerte que estábamos teniendo con el viento.
Cuando empezó a rizarse ligeramente el mar, izamos velas y preparamos el spi para izarlo en cuanto soplara un poco más, mientras tanto nos acompañamos con el motor porque teníamos muchas millas por delante, queríamos llegar a Benicarló lo antes posible para vaciar en mi casa todo lo no imprescindible y que no iba a entregar con el barco.
Otra travesía tranquila, buen viento y favorable, lo malo el calor, navegamos con spi totalmente de empopada y en el barco no corría ni una brizna de aire, al final, nos fuimos turnando para estirarnos en proa, debajo del spi, era la única forma de coger un poco de aire, luego nos entretuvimos en refrescarnos saltando por popa sujetos con una línea de vida, siempre con uno al timón, es una gozada, con la buena velocidad que llevábamos era un fabuloso hidromasaje.
Las horas iban pasando y no parábamos de charlar, ya sabíamos cada uno de la vida del otro.
Gracia hizo que le contase cómo había sido mi infancia y juventud, cuando le estaba contando como habían muerto mis padres, luego como perdía a mi hermana y mi cuñado y como había perdido a tanta gente a mi alrededor, a la pobre Toñi y a algunos más, dos lágrimas se le escaparon y de aquellas turquesa que tiene por ojos y rodaron por sus mejillas, luego le conté como siendo monaguillo en mi pueblo participé en la inauguración de un tiovivo y ya no sabía si reír o llorar, la verdad es que mi vida, hasta ahora no tenía desperdicio.
El día era claro, así que cuando estábamos a la altura de Oropesa pudimos ver, en el horizonte las Columbretes.
Mira, Gracia, las islas Columbretes, cuando subamos de Ciudadela con el barco nuevo, pararemos allí a bañarnos, las gentes de la zona de Benicarló y Vinaroz, cuando van a Ibiza suelen hacer noche allí, que es la mitad del viaje y a la mañana siguiente llegan a San Antonio.
Nos quedan unas veinticinco millas, si todo sigue así, en unas cuatro horas estaremos amarrando en casa. Dormiremos en mi apartamento y mañana nos levantamos tarde, descargamos las cosas que hay que dejar en Benicarló y nos tomamos el día de descanso, al día siguiente seguiremos la subida, una vez pasado el delta del Ebro, todo será más suave, en este tiempo cogeremos si va bien más Sur o Levante, que nos hará trabajar más pero tampoco irá mal un poco de ceñida.
Por fin entramos en Benicarló, lo primero que hacemos es repostar de gasoil, luego vamos al amarre que tengo asignado y una vez amarrados, llega la rutina de siempre, fregar el barco, plegar bien las velas, adujar los cabos, luego la limpieza nuestra.
Como el coche lo tenía en el aparcamiento de la marina, empezamos a recoger trastos, cañas de pescar, y todo aquello que no iba a entregar con el barco, GPS de bolsillo, walki portátil, equipo de cartas, reglas, compases, etc. En fin, el coche lleno, todo fue al trastero que tengo en el aparcamiento debajo del apartamento. Ya habría tiempo en invierno de reordenar todo.
Subimos a mi casa, lo primero que vio Gracia, fue el gran balcón, abrió la persiana y dijo:
Claro, como no, mirando al mar y seguro que si lo busco, veré el barco desde aquí.
No, el barco no se ve, el puerto de enfrente es el muelle comercial, donde están los pesqueros.
Nos arreglamos y salimos a pasear un rato para desentumecer las piernas.
Como hemos llegado antes de lo previsto y encima, el trabajo que teníamos para mañana, el recoger, ya está hecho, no nos queda sino pasear, cenar, pasear un rato para bajar la cena y mañana día de asueto completo.
A la mañana siguiente, a las nueve en punto, nos despertamos sobresaltados, no me acordaba de que la señora Hortensia pasa una vez cada semana a limpiar la casa y a regar las plantas que ella misma pone porque dice que crean un ambiente positivo en la casa.
Cuando saltamos de la cama ella también se asusta, no nos esperaba en casa. Al ver a Gracia salir de la habitación con mi camisa del pijama, le veo una medio sonrisa pícara, su tema favorito de conversación es:
¿Por qué no se busca una buena chica para compartir la vida, Ricardo?
Nos arreglamos y decidimos ir a Peñícola que Gracia no lo conoce y ayer, cuando divisamos el castillo desde el mar le dejó impresionada.
Cogimos la moto para evitar problemas de aparcamiento y nos marchamos por el camino de la costa.
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