Ayer la perrita Linda, que nos acompañó a mi mujer y a mi
durante dieciséis años (16) murió, la encontramos cuando aproximadamente tenía
seis meses atada a un árbol, en el bosque, a la salida de una autopista,
golpeada y envenenada, sobrevivió gracias a los cuidados y a su veterinario,
Javier, al que estamos agradecidos.
Fue una perra estupenda, nos acompañó a todos los sitios,
estuvo veinticuatro horas al día con nosotros, nos dio ayuda y consuelo en
muchos momentos difíciles y sobre todo fue una gran marinera, hizo largas
travesías con nosotros, lo que más le gustaba era irse a la proa del barco
cuando divisábamos delfines o ballenas piloto. Cuando preparaba las cañas para
pescar al curry se volvía loca de contenta, se colocaba entre las cañas y allí
estaba hasta que oía deslizarse la línea porque hubiese picada, entonces
ladraba como una loca en la caña que picaban, luego, con la pieza en cubierta
se acercaba con una pata para delante y otra para atrás, con curiosidad y miedo
a la vez.
No podía soportar las motos de agua, le encantaba jugar con
el gato Félix, el de nuestra hija.
Fue una perra extraordinaria, la echaremos de menos siempre,
sabíamos que no podría vivir mucho más, en septiembre del 2013 nos dijeron que
no llegaría a fin de año, ha vivido seis meses de regalo con una calidad de
vida aceptable.
Si hay un paraíso para los animales de compañía allí estará
¡LINDA! Descansa en paz, tus compañeros no te olvidaremos.
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