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viernes, 29 de mayo de 2015

ENTRE FANTASMAS IV

¿Qué está pasando? ¿Cuanto tardan los espíritus en abandonar su entorno de la vida real? ¿Vivirán siempre a nuestro alrededor? ¿Están en otra dimensión? ¿Qué nos quieren decir?

Y ahora......................

ENTRE FANTASMAS
Pedro Fuentes
Capítulo IV


Fueron unos días terribles, anduve como sonámbulo un par de semanas, suerte de la ayuda que en todo momento me prestó Lucía, era incapaz de hacer nada, estaba cansado y dormido todo el día.
Le pedí a Lucía que no me protegiese tanto, que tendría que salir adelante solo, no podía estar dependiendo de ella y más cuando parecía que se hubiese trasladado a mi casa, venía a primera hora de la mañana, se iba a media tarde y me dejaba la cena preparada, se encargaba de todo, la casa, la ropa, la comida.
Lucía, por favor, no me puedes proteger tanto, tengo que salir adelante por mi mismo, siempre he sido bastante autosuficiente, mira, a partir de mañana, voy a vivir solo, te juro que si necesito algo te llamaré y lo mismo te digo a ti, si necesitas algo, llámame.
Pareció sentarle mal lo que le dije, así que como ya al día siguiente no vino a casa, me las arreglé para llamarle y pedirle unos consejos y solución a mis dudas con la lavadora, eso suavizó un poco las cosas y quedó más contenta.
Al cabo de una semana, me llamó para decirme que había encontrado una señora para las faenas de la casa, que quizás me pudiera interesar, le dije que sí, pero solamente unas cuatro horas un día a la semana, quedó en que me la traería por la tarde para que la conociese.
A las cuatro de la tarde vino con la señora, Conchita. Era una mujer de más de cincuenta años, un poco gruesa y no muy agraciada, pero parecía saber lo que se hacía, trabajaba en varios sitios y sus referencias eran buenas, incluidas las de Lucía para la que también trabajaba. Quedamos que pasaría por casa los jueves por las mañanas, de nueve a una.
Empecé de nuevo con mis escritos de historia, frecuentaba la biblioteca y de vez en cuando asistía a conferencias.
Un día que había decidido ir al cine, cuando fui a comprar la entrada, me encontré a Lucía que también había decidido ir a aquella película, así que entramos juntos, cuando salimos, ya a las nueve y media de la noche, le dije:
¿Quieres que vayamos a tomar algo a algún sitio?
De acuerdo, ¿qué quieres hacer, una cena en serio o a tomar unas tapas?
Creo que han abierto aquí cerca un sitio nuevo, con una variedad importante de tapas muy elaborada, ¿Quieres que probemos?
De acuerdo, vamos, me cogió del brazo y nos echamos a andar, el sitio estaba a unos quince minutos, la noche era agradable pese a estar en invierno. Llegamos al bar, la verdad es que el sitio estaba bien, las tapas eran apetitosas y la cerveza en su punto.
Volvíamos para su casa y como no hacía frío, aunque nos alejábamos un poco, buscamos el paseo marítimo y fuimos subiendo por él hasta la casa de Lucía. Cuando llegamos me dijo:
Lo he pasado muy bien, ya no me acordaba de cuando salíamos los cuatro, espero que lo repitamos, aunque sea para recordar viejos tiempos.
Llegamos a su casa, abrió el portal, me besó en la mejilla y se marchó.
Me dirigí a mi casa, a 10 minutos de allí, pasé por la puerta del hospital, cuantas veces había estado allí en menos de cuatro meses y cuanta gente había perdido, Fermín, María del Pilar a la que hacía 23 años que no veía y que tuvo que venir al pueblo donde vivo para morir, luego murió mi mujer, dos lágrimas cayeron de mis ojos y mi tristeza apareció de nuevo y encima, esa misma tarde había estado con Lucía, la viuda de mi mejor amigo, en el cine y tomando tapas y lo habíamos pasado bien, a ella no parecía influirle todo lo pasado.
Por mi mente pasaron los sucesos ocurridos en el momento de las tres muertes, simple casualidad, yo no creo en nada de eso, pero fue tan extraño todo, ¿Era real todo lo que me había ocurrido? ¿Lo había soñado? ¿Estaba equivocado y fueron señales? Lo había hablado con Lucía, ella si que decía creer en ello, su comentario fue:
Han venido en espíritu antes de emprender el camino para despedirse de ti, he leído que eso ha pasado muchas veces.
Si, pero se han despedido de mí y no de ti.
Quizás tú sin saberlo ni creer en ello eres más receptivo, tienes una sensibilidad mayor, tendríamos que probar, a lo mejor tienes muchas aptitudes para ser un buen médium, ¿No has tenido nunca la sensación de conocer a una persona o sentir que sabes lo que está pensando alguien que pasa por delante de ti?
Si, pero eso nos pasa a todo el mundo, a veces ves a alguien y no te fijas y luego, lo ves de nuevo y piensas que lo conoces de algo y otras veces crees conocerlo porque se parece a alguien que en algún momento has conocido.
Llegué a casa bastante fastidiado por los recuerdos y pensamientos, vi la luz del buzón de voz del teléfono encendida, cogí el auricular y esperé.
“Tiene un mensaje nuevo. Mensaje número 1, recibido hoy a las 23 horas 10 minutos: Hola, Raúl, quiero que sepas que lo he pasado muy bien contigo, tendremos que repetirlo. Buenas noches”.
Algo se estremeció dentro de mi, no quería pensar lo que aquella llamada significaba, Lucía era la viuda de mi mejor amigo y la amiga de mi difunta esposa, no la había visto nunca como una persona del sexo opuesto que me pudiese interesar, además, el dolor que me había dejado la muerte de Rosa Mary, estaba en mi corazón, no creía que pudiese asociar el placer con el recuerdo de mi esposa, siempre había sido un esposo fiel y ahora me costaría tener relaciones con otra mujer.
Me fui a dormir, pero a la media hora estaba levantado leyendo una novela de ciencia-ficción, nada, no podía dormir, estaba desvelado, los hechos acaecidos en los últimos meses me martilleaban la cabeza, ¿Cómo me cambió la vida placentera que llevaba con lo que se me había venido encima? ¿Era posible que el ser humano tuviese tal capacidad de aguante? ¿Habría terminado todo o todavía podían empeorar las cosas? ¿Y los sentimientos? ¿Quedaba en mi corazón espacio para volver a amar?
Fui a la cocina, me preparé una taza de leche caliente con cacao, cogí unas galletas y me senté en la mesa hasta terminarlo todo, luego me metí en la cama y lentamente me fue entrando un sopor que me hizo quedarme dormido.

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