Y ahora.................
YO CONFIESO
Esta historia no me la contó nadie,
ocurrió en las antiguas pistas de atletismo de las Ciudad Universitaria de
Madrid, más conocidas entonces por las pistas del “SEU” eran series de
clasificación para “no me acuerdo de los campeonatos” y en esa misma serie
corrí yo y juro que nadie del pelotón nos enteramos de lo que ocurrió hasta que
un trabajador de allí descubrió a “El Boina” pidiendo auxilio.
RELATO
1.500 METROS LISOS
Pedro Fuentes
Advertencia: Esta
pequeña historia es verídica, los nombres y algunos datos significativos han
sido modificados para conservar la privacidad de las personas, el autor declina
toda responsabilidad si alguien se pudiese dar por aludido.
Corría el año sesenta y seis del siglo pasado cuando a la
gente joven, sobre todo estudiantes, les entró la fiebre del atletismo, los que
tenían la suerte de ser de buena familia y estudiaban carrera universitaria si
además estaban afiliados al SEU podían entrenar en las pistas de la Ciudad
Universitaria de Madrid, allí comienza y termina nuestra historia, en la que
casi todos sus protagonistas se conocían.
Alfredo era un corredor de medio fondo que no destacaba gran
cosa aunque luego, años más tarde algunos se encargaron de decir que era un
corredor de gran porvenir.
Era un chico joven, bastante amigo de las bromas, tenía una
alopecia fulminante, pese a su corta edad, acababa de entrar en la universidad, con dieciocho años, bastante acomplejado de
su calvicie, pese a su carácter bromista, lucía una boina que creo no se
quitaba ni para ducharse, por lo cual fue rebautizado como “El Boina”. La
verdad es que en la pista de atletismo, corriendo y desde la grada no se
apreciaba bien si era boina o una medio melena morena.
Se celebraban por aquellas fechas los preparatorios y
clasificatorios de aquel año para el campeonato de España y Alfredo, como
tantos otros se entrenaba para 1500 y 3000 metros.
En aquellos tiempos el equipamiento deportivo no era nada
del otro mundo, Alfredo corría con una camiseta imperio blanca y un pantalón de
baño negro, quiero recordar que con una fina tirilla blanca en los laterales. Sus
zapatillas Puma de clavos, todo un lujo en aquellos tiempos y su ya conocida
boina, chico de poco peso y poca estructura como cualquier corredor de fondo,
con el pelo, poco, por detrás algo más largo de lo habitual para aquellos
tiempos y la boina más parecía un famélico músico moderno con más cabeza que
cuerpo.
Cuando fueron avisados los participantes para una serie de
1.500 metros, entre ellos Alfredo, se dirigieron a la salida, eran cinco vueltas
ya que las pistas del SEU tenían 300 metros de cuerda. El juez de salida mandó
a los corredores a sus marcas, entre ellos “El Boina”.
Cada uno ocupó su lugar, se dio el disparo de salida y todos
los corredores se apelotonaron, “El Boina” se situó en la segunda calle y de la
mitad para atrás.
La carrera iba bastante igualada y la vuelta primera y la
segunda fueron muy similares, salvo dos corredores un poco adelantados, Alfredo
seguía por la calle exterior ligeramente rezagado de su predecesor y emparejado
a otro corredor. A la cuarta vuelta alguien comentó: ”El Boina” se ha retirado,
en el pelotón no está. Otro respondió y en la cabeza menos.
Nadie vio a Alfredo retirarse, no acabó la carrera, “El Boina”
había desaparecido, nadie supo de él
hasta que un empleado que recorría las pistas viendo si los clavos de las
zapatillas habían causado desperfectos, se encontró con un agujero de unos setenta
centímetros de diámetro y más de dos metros de profundidad, de las que salía un
lamento que decía “socorro, socorro, por Dios, sacadme de aquí” era Alfredo
alias “El Boina”. Se lo había tragado la tierra, se había abierto un socavón y “El
Boina” había caído en él sin que nadie se enterase. Ni que decir tiene que no
se clasificó.
Según algunos comentarios, dejó el deporte, a otros he oído
decir que se dedicó a los cien metros lisos, que como era más corta la carrera,
si le pasaba algo se sabría antes.
Al cabo del tiempo me lo encontré un día. Se había dedicado
a la política.
F I N
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