Espero que este año nuevo, podré tener terminadas dos novelas además de unos cuantos relatos cortos. Gracias por vuestra fidelidad y mientras tanto os recuerdo los enlaces en los que se pueden solicitar los libros publicados.
LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (Tomo I)
http://www.bubok.es/libros/243574/La-misteriosa-dama-de-negro-y-13-relatos-mas
EN BUSCA DE LA PUERTA DEL INFIERNO (Tomo II)
http//www.bubok.es/libros/246379/En-busca-de-la-puerta-del-infierno-El-viaje-II
¿PERO QUE HE HECHO YO? (Tomo III)
http://www.bubok.es/libros/249832/Pero-que-he-hecho-yo-y-veintidos-relatos-mas
Y ahora...........
Pequeñas
cosas
Con el nuevo horario, a media mañana
podías salir a la calle a tomar algo, a veces, íbamos a una tienda de
ultramarinos que había allí cerca, en la calle Campomanes, allí nos preparaban
unos bocadillos de lo que quisiésemos, el que más éxito tenía era uno de atún
que vendían a granel y luego ponían por encima un par de pimientos de lata, lo
acompañábamos con una cerveza y a veces entre dos nos repartíamos un cuartillo
de vino.
En la tienda tenían una gatita blanca y
negra a la que llamaban Masiel, en honor a la cantante, que ya empezaba a tener
fama y que hasta hacía poco iba a comprar allí lo que le indicaba su madre, ya
que vivían por allí.
Ya, al poco tiempo, allí se le empezó a
llamar “La Tanqueta de Leganitos”
Teníamos allí un compañero que además era
taxista, había varios en aquellas oficinas, al que me refiero era malagueño y
ceceaba una barbaridad, éste trabajaba el taxi de noche, por lo que cuando
llegaba a la oficina iba muerto de sueño, por lo que cuando no podía más se
metía en una cabina del lavabo y echaba una cabezadita, lo malo es que roncaba
y el jefe lo iba a buscar, aunque a veces lo dejaba un rato más, quizás para
que no armara jaleo con el futbol, era un forofo tremendo del Málaga.
Al hacer turno de noche conocía todos los
lugares de “mala vida” de Madrid, además muchas veces montaban en el taxi
noctámbulos de la farándula y gentes de mal vivir.
Cuando llegaba a la oficina y estaba
despierto, contaba vida y milagros de aquella noche.
Junto con otro compañero, del que no me
acuerdo el nombre, pero que era hermano de un jefecillo de allí, eran
“relaciones públicas” de una casa de masajes, pero que era la entrada a otro
local más allá, la clave para llegar al fondo era pedir “un masaje con
castañuelas”, ellos dos le daban la tarjeta a los futuros clientes con su
identificación, si terminaban allí ellos cobraban una comisión, pero no era
dineraria, era en “carne”.
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