Esta primera historia de esta fase, es un poco unas memorías, es una historia real en todo lo que escribo y también en muchas cosas que me callo.creo que os gustará, ya sabeis que si quereis hacer un comentario, al final del capítulo hay una opción que me gustaría que me dieseis, sé que hay lectores que me siguen desde el primer día y que me gastaría que me contáseis desde dónde y desde cuando lo haceis. Lo podeis hacer directamente en el blog o al siguiente correo:
lashistoriasdelbuho@hotmail.com
Así mismo, debajo de la historia de hoy hay los enlaces de la trilogía EL VIAJE, los libros los envían por correo o recadero o se pueden comprar directamente en Madrid. La venta no da beneficios. No es mi afán ganarme la vida sino saber que disfrutar leyendo.
ASÍ
DEJÉ DE FUMAR
Pedro
Fuentes
CAPITULO
I
Ya
de crío, con siete años, probé el primer cigarrillo, era tabaco
rubio inglés, “Graven A” , venía en unas cajitas metálicas en
las que había dibujada la cabeza de un gato negro.
Mi
padre fumaba esos cigarrillos de vez en cuando, un día le cogí uno
y decidí probar ese “vicio” que tanto satisfacía a mucha gente.
Estaba
en el campo, en una finca que se llamaba “Las Nieves” y se
encontraba justo al lado del Real
Santuario Insular de Nuestra Señora de las Nieves en
La Palma, en
Canarias.
Era
este santuario el de la Patrona de la Isla, donde yo nací y me crié
hasta los diez años.
Finca
de Las Nieves (Casa que se ve a la derecha de la foto. A la izquierda
está la Iglesia y varias casa que había alrededor.
La
Isla de La Palma, la más occidental de las islas canarias, si
exceptuamos “nom trovada “ isla de S. Borondón, (ver
relato en este blog)
Y
también la más volcánica y bonita, lugar inigualable para pasar
unas hermosas vacaciones, si estas vacaciones se realizan los meses
de Julio y de Agosto de cada cinco años, las próximas serán en el
año 2020. (Fiestas
Lustrales de la Bajada de la Virgen de las Nieves)
pueden ser las más
inolvidables y no porque lo diga yo, enamorado de mi patria chica.
Bueno,
pues como voy contando, con el cigarrillo en un bolsillo y tres
cerillas cogidas de la cocina me fui a uno de mis lugares favoritos y
más alejado de la casa, el nisperero era este árbol de un amaño
bastante apreciable,que no tenía nada que ver con los mucho más
reducidos que hay en la península, además en aquellas fechas,
estaba plagado de nísperos maduros y jugosos y tupidas
hojas por lo que era difícil ser localizado desde abajo.
Trepé
por el tronco hasta las primeras ramas y allí, de rama en rama
llegué hasta casi la copa dejando en el suelo un reguero de huesos y
pieles de nísperos, no era cuestión de desperdiciar el viaje.
Llegué
a una de mis ramas favoritas, desde donde podía vigilar a mis
enemigos sin que me viesen. Estos eran mis hermanos mayores
dispuestos a ir contando a mis padres mis aventuras y desventuras.
Una
vez colocado cómodamente saqué del bolsillo el cigarrillo un poco
maltrecho y del
otro, los tres fósforos.
Puse
el cigarrillo en la boca tal como había visto en las películas a
los vaqueros del oeste e intenté encender la primera cerilla,
inútil, hacía aire y se apagó antes de conseguir la llama, cubrí
con las manos el segundo fósforo pero no
fue suficiente.
Con
sumo cuidado vigilé la dirección de viento, puse mi espalada a
barlovento y ya a sotavento, cubriendo la cerilla con las manos,
logré encender el pitillo, hice una ligera aspiración y el humo
casi no llegó a mi boca, entonces aspiré con todas las fuerzas de
mis pulmones y el humo me llegó hasta los tobillos, reaccioné con
un golpe de tos que a punto estuvo de tirarme por tierra, cuando pasó
el ataque, fui graduando las aspiraciones y así terminé con el
cigarrillo.
Apagué
la colilla que quedó y la tiré al suelo, no sé si fue el mirar
para abajo o que moví la cabeza rápidamente, todo empezó a girar
alrededor, mi vista se nubló, tuve un momento de lucidez y sacándome
el cinturón lo hice pasar por una rama y mi cintura. No
es que fuese tan espabilado, es que ya había caído de varios
árboles y el sentido de la supervivencia era grande, aunque había
quien decía que yo no tenía Angel de la Guarda sino una pareja de
la Guardia Civil.
Medio
perdí el conocimiento y me dí cuenta de cuantos nísperos había
comido al devolverlos todos de golpe.
No
se cuanto tiempo transcurrió, al fin me encontré mejor y bajé del
árbol.
Cando
llegué abajo tapé con tierra los restos de mi aventura alimenticia,
luego me fui a un estanque grande que recogía agua para el riego y
bebí, me lavé la cara y me mojé la cabeza para quitarme el resto
de la nube que todavía no me dejaba ver con claridad.
Me
dirigí a casa pensando que ya era hora de la merienda y si no
aparecía mi madre sospecharía.
Mientras
caminaba seguido por mi perro Chiquito que me había localizado, juré
y juré que no volvería a fumar aunque mi madre decía que jurar era
un pecado, yo en mi conciencia que ya estaba preparando la Primera
Comunión, me convencí de que jurar por algo bueno, no era pecado,
tampoco era plan el tener que confesarme con D. Antonio, el párroco
de las Nieves por
aque tiempo.
La misteriosa dama
de negro (EL VIAJE I)
En busca de la
puerta del infierno (EL VIAJE II)
¿Pero qué he hecho
yo? (EL VIAJE III)
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