Un capítulo más de la historia de Lucía pero trascendentar en su vida, ya que será el comienzo de una vida con respecto a la sinceridad con su madre.
Y ahora......................
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XIII
El
domingo por la tarde, a las seis, estaban Lucía y Ricardo el La Paz,
no se habían separado en ningún momento, la enferma seguía la
recuperación que era favorable, las constantes eran las correctas y
se le había retirado la respiración asistida y varios medicamentos,
el médico de guardia estaba satisfecho de la recuperación. Incluso
autorizó a Lucía a entrar y hablar con ella y la enferma reaccionó
bien, recordando todo lo que había pasado y por qué estaba allí.
Ricardo
ya estaba preparado para marchar al campamento de Alcalá de
Henares, había quedado con dos compañeros en el cruce de Castellana
con María de Molina para salir por la avenida de América hacia la
Nacional II.
Bueno,
Lucía, me tengo que marchar, espero que vaya todo muy bien durante
esta semana, el viernes, cuando vuelva, miraré dónde estás,
supongo que tu madre ya estará en casa, llamaré al bar, a Pepe para
que me diga dónde estás, inventaré algo para estar contigo. Dijo
Ricardo y le dio un beso en los labios a Lucía.
Espera,
te acompañaré hasta el coche, dijo Lucía cogiendo de la mano a
Ricardo.
¿No
se mosqueará tu “novia” si te ve en dos fines de semana
seguidos?
No,
como ya está cerca la “Jura de Bandera”, inventaré algo. De
todas las formas, dentro de dos semanas será la jura y estaré
en Alcalá
muy
poco tiempo más porque me licenciarán. Y tendré un poco más de
tiempo libre.
Llegaron
al parquin y Ricardo abrió la puerta del coche y el maletero, donde
puso el “macuto”.
Antes
de entrar en el coche se abrazaron y besaron, luego entró en el
coche y arrancó.
Salió
lentamente el vehículo.
Ricardo, por el espejo retrovisor no vio las lágrimas que escaparon
de los ojos de Lucía.
Aquella
semana, la señora Engracia siguió hospitalizada, el cardiólogo
encontró algún problema en unas pruebas y decidió repetirlas y
seguir con otras, por lo que la madre de Lucía siguió internada.
Lucía siguió acompañándola, ya que Genaro le dijo que no se
preocupase y que no pensase en ir al trabajo hasta que su madre no
estuviese en casa ya restablecida.
Ricardo
se mantuvo durante toda la semana en contacto con Lucía a través de
Pepe, al que llamaba cada día. El jueves le dijo que el viernes
tenía libre y que en cuanto saliese del Campamento iría por “La
Paz”.
El
mismo jueves llamó a Mary Luz y le dijo que lo habían arrestado el
fin de semana. Esta se enfadó y le colgó el teléfono.
Cuando
salió del Cuartel, no pensó ni en pasar por su casa a cambiarse y
se fue directamente al hospital. Lucía al verlo entrar en la
habitación se lanzó a sus brazos, su madre, al verlos, puso cara de
extrañeza sin saber qué pasaba y quién era él.
Lucía
se lo presentó simplemente como un amigo que le había ayudado
cuando ella tuvo el ataque.
Más
extrañada se quedó cuando su hija le dijo que aquel viernes no se
quedaría por la noche y que se marcharían a cenar a las nueve.
Llegada la hora los dos se despidieron de la enferma y marcharon.
Se
fueron los dos a casa de ella donde Ricardo se cambió con ropa de
paisano que llevaba
en el “macuto”. Luego se fueron a cenar, volvieron a las once y
media y se amaron hasta la madrugada.
Por
la mañana, Lucía se fue a la residencia y Ricardo se quedó en la
casa por temor a que Mari Luz o alguien conocido le viese por la
calle.
Engracia,
al ver entrar a Lucía, no esperó ni a que se quitase el abrigo, le
dijo:
Lucia,
¿Quién era ese? ¿Qué hay entre vosotros dos? ¿Sois novios?
¿Dormís juntos?
Mira,
mamá, Ricardo es un muy amigo mío, nos conocemos hace algún
tiempo, no somos novios y si nos apetece, hacemos el amor, no hay
ningún compromiso entre nosotros, somos dos personas adultas y nos
gustamos, cuando él termine la mili, se marchará y ahí habrá
terminado todo.
Vamos,
no me digas más sois amantes y él lo mismo está casado y tú eres
una adúltera, ya sabía yo que trabajar donde trabajas no terminaría
bien. ¿Para eso nos marchamos del pueblo? Dijo Engracia y se dio
media vuelta en la cama y no dijo nada más en el resto de la mañana.
Lucía
salió de la habitación y fue a buscar al médico de guardia, cuando
lo encontró le contó lo sucedido y éste, para evitar males peores,
mandó a una enfermera para que le pusiese un tranquilizante a la
enferma.
Cuando
Ricardo llegó a la hora de comer para ir juntos a la cafetería del
hospital, Lucía le contó todo y le dijo:
Ricardo,
es mejor que esta noche no deje el hospital, se ha puesto muy
nerviosa, ya nos veremos la semana que viene, si todo va bien, el
lunes le dan de alta y yo volveré a trabajar. Aprovecha para que te
vea tu “novia” y nos veremos en el bar y en tu casa.
Comieron
juntos y a medía tarde se despidió de ella que le acompañó al
parquin y otra vez la despedida fue amarga.
Ricardo
se fue a su casa y desde allí llamó a Mari Luz y le dijo que les
habían levantado el arresto y que había podido salir del cuartel.
Quedó con ella y pasaron el resto del sábado y parte del domingo
juntos.
Con
el pretexto de ir a buscar a unos compañeros con los que había
quedado, dejó a la joven en su casa y se fue al hospital para
decirle adiós a Lucía.