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miércoles, 19 de julio de 2017

LUCÍA Capítulo XII

Un nuevo capítulo de la historia de Lucía, esta muchacha que tuvo que salir de su pueblo natal y marcharse a Madrid donde entró a trabajar en un bar de alterne.

Y ahora ........................................

LUCÍA


Pedro Fuentes

Capítulo  XII


Antes de entrar en su piso, llamó a los vecinos para explicarles todo lo que les había dicho el médico y que no se podría entrar a visitarla hasta que no estuviese en planta.
Una vez informados entraron en el piso.
Ricardo, ¿Quieres ducharte?
Pues si, ya que a mi casa no puedo ir por si a María José le da por pasar por allí, además de todo, es una celosa tremenda y más desconfiada todavía. Aunque quizás si me descubriese alguna aventura me dejaría tranquilo, pero creo que sus hermanos me matarían antes.
Lucía sacó unas toallas de un armario y se las dio a Ricardo.
Ven, te enseñar dónde está el baño, y diciendo esto, cogió a Ricardo por el brazo y tiró de él.
Ricardo sorprendido por el tirón brusco, tropezó, ella paró para que se recuperase y sin haberlo preparado ninguno de los dos, se encontraron con sus cuerpos enfrentados y pegados contra la puerta del baño que estaba cerrada, sin darse cuenta de lo que estaba pasando, sus labios se entreabrieron y un largo beso los unió.
Todo lo demás vino rodado y a continuación, fue un baño relajante, el agua y jabón recorrían sus cuerpos bajo el ligero masaje de sus manos. Secaron sus cuerpos mojados por el agua y sudorosos y se metieron en la cama desnudos como estaban.
Ricardo, ha sido mi primera vez y no sé cómo he podido actuar así y más cuando entre nosotros no hay ni ha habido un sentimiento de amor.
Las cosas son como son, creo que nuestros cuerpos han necesitado de lo ocurrido para relajarnos, yo siento un gran cariño y amistad por ti, pero creo que jamás me he enamorado de nadie, somos dos personas adultas llenas de deseos y ansiedades y eso nos ha unido y desde luego no me arrepiento, pese a haber sido un acto reflejo, ha sido fabuloso y dispuesto a compartirlo siempre que tú lo desees.
Lucía le besó en la boca y sus cuerpos se volvieron a encontrar.
Durmieron durante tres horas y no abrían despertado si no hubiesen tenido un hambre atroz, se levantaron y entre los dos prepararon la comida, después de comer cogieron el coche y marcharon de nuevo al hospital.
Cuando llegaron a urgencias, la enfermera que estaba de guardia, al ser preguntada dijo que no había novedad que todo seguía su curso y que la ausencia de noticias era la mejor de las noticias, luego, en un acto de generosidad le dijo a Lucía:
Ahora que no hay nadie, si lo deseas, te llevaré hasta la puerta para que la veas. Y dicho esto, salió de su garito y llevó a Lucía hasta la puerta, la abrió y dejó que la muchacha mirara dentro. Su madre parecía dormir apaciblemente y la máquina de la pantalla verde seguía con su pitido rítmico.
¿Qué vas a hacer esta noche? Dijo Ricardo. Yo estoy libre y a tu disposición, hasta mañana domingo, a las siete y media no tengo que salir para Alcalá de Henares, si quieres quedarte aquí, yo te haré compañía, pero estando la situación estable como está, creo que deberías irte a casa y descansar, tienes por delante mucho jaleo, ya que tu madre necesitará hacer un fuerte reposo y tú tendrás que estar a por todas, yo tengo que estar toda la semana en el campamento y luego los fines de semana algo me podré escapar pero no todo lo que querría.
Bueno, ya sé lo que se me presenta, me gustaría quedarme, pero será diferente cuando esté en planta que por lo menos podré dormir más cómoda aunque sea a ratos. Creo que siguiendo como están las cosas, si creo que debo ir a dormir a casa y mañana, a las diez, cuando los médicos hagan la ronda, estar aquí para ver cómo está la cosa.
En aquel momento, vieron cómo entraban en la sala de urgencias Pepe y Genaro, fueron hacia ella y le besaron en las mejillas.
¿Cómo está? Dijo Genaro y asintió Pepe.
Estable, está estable dentro de la gravedad, dicen los médicos que es muy grave pero que hasta las primeras setenta y dos horas no se puede decir nada ni remite la gravedad, que si pasan esas horas, el panorama es bueno porque aunque tenga que llevar una vida con algunas limitaciones su calidad de vida no estará mermada.
¿Necesitas algo? No te preocupes por el trabajo, tómate todo el tiempo que necesites.
Gracias por todo, hasta el lunes por la mañana Ricardo, al que ya conoces, está a mi disposición, esta noche, ya que todo está estable, me iré a dormir a casa, él me llevará y me traerá mañana, para el lunes ya te diré algo, pero hasta aquí hay muy buen transporte desde casa.
Sobre todo dinos algo, y si necesitas algo, dijo Genaro, tu madre es fuerte y saldrá adelante.
Salieron los cuatro a la sala de fumadores y se dispusieron a fumar todos menos Pepe que desde que lo operaron, ya no fumaba.
¿No tienes que ir al cuartel, Ricardo?
No, hasta mañana por la noche estaré libre.
Lucía y nosotros te damos las gracias por lo que estás haciendo.
Es lo normal, nos hemos hecho buenos amigos gracias a las charlas que nos pegamos en el bar.
Estuvieron quince minutos más y luego dijo Pepe:
Bueno, nos tenemos que ir, hoy es sábado y el bar se pondrá hasta los topes, por cierto, las niñas nos han dado recuerdos para ti, Lucía y esperan que tu madre se recupere pronto.
Besaron a la muchacha y dieron un apretón de mano al Ricardo y marcharon.
Son dos buenos amigos tuyos, te ayudarán en todo.
Genaro es mi tío, el único familiar que me queda, bueno, no, en el pueblo tengo una tía de mi madre y su hija, mi prima Rosario.
Estuvieron media hora más en el hospital y luego marcharon hacia Chamberí.
Cuando estaban llegando, Lucía dijo:
Ricardo, supongo que te quedarás conmigo, no sea que te vaya a ver tu chica.
Si tú lo deseas, si, pero ahora que es tarde tendré que pasar por mi casa para recoger mi ropa de militar.
¿Como lo hacemos? ¿Voy contigo o te espero en casa?
Mejor voy solo, tú espérame en casa.
Dejó a Lucía en la puerta de su casa y fue hasta su casa en Galileo, aparcó cerca pero en otra calle y fue hasta su casa, entró rápidamente y recogió las cosas. Al salir, se topó con la vecina.
Hola, Ricardo, ¿No estabas en el cuartel? Si, lo estaba, pero me han dejado salir, junto con otros compañeros, ya que ayer, cuando nos avisaron tuvimos que irnos con lo puesto, ahora me está esperando uno y tenemos que ir a buscar a dos que viven más lejos.
Tu novia vino a ver si estabas.
Si, ya he hablado con ella. Dijo Ricardo con cara de jugador de póquer. Le he dicho que si me sobran cinco minutos iré a verla.
Bajó corriendo las escaleras y cuando llegaron al portal dijo en voz alta para que le oyera la vecina:
¡Vamos, que nos esperan!
Cuando llegó, Lucía había preparado una gran tortilla de patatas y una botella de vino tinto que reposaban encima de la mesa.
Con el cansancio del día, nada más cenar, Lucía dijo:
¿Nos vamos a dormir?
Cogió a Ricardo de la mano y lo llevó hacia la habitación.
La noche fue breve pero intensa, pero cuando amaneció estaban descansados, se ducharon, desayunaron y marcharon hacia La Paz, eran las nueve de la mañana.
Lo primero que hicieron fue ir al despacho de urgencias para preguntar cómo había pasado la noche la enferma.
Sin novedad, las constantes siguen bien y no ha habido ninguna alteración, de todas las formas, luego pasará el médico de guardia y ya les comunicará el doctor como está todo. Dijo la enfermera de guardia.
Lucía respiró profundamente y se relajó.
Verás como todo se arregla, ya han pasado más de veinticuatro horas y todo marcha correctamente. Dijo Ricardo.
No te dije nada anoche, pero cuando fui a casa a por mi ropa, me encontré con la vecina, me dijo que María José había estado por la tarde por ver si yo estaba allí o me pillaba en renuncio, supe salirme del paso y le dije que como nos habían llamado con tanta urgencia, no nos habían dejado ni ir a casa a recoger la ropa y que en un descanso, nos habían dejado ir a Madrid a recoger lo más elemental, que yo había ido con tres compañeros más, que uno me esperaba ya en el coche y ahora nos íbamos a buscar a los otros dos.
Menos mal que no la había engañado nunca, pese a todo, no lo hice nunca, lo que pasa es que me parece que más por miedo que por otra cosa.
La verdad, no sé cómo has podido aguantar tanto tiempo.
Yo tampoco, fue una cosa que vino rodada, nos conocíamos desde hace mucho, salíamos de vez en cuando, pero yo no he llegado nunca a expresarle mi amor, porque no la amo, empezó presentándome a sus padres y a sus hermanos, y lo hizo como “mi novio” no supe decir nada en mi defensa y de pronto me vi ahorrando para casarme.
En realidad, solamente he estado enamorado una sola vez, era un chiquillo y ella, aunque más madura que yo, no dejaba de tener quince años, fue mi primer amor, pero aquello que sentí por ella, no lo he vuelto a sentir. He salido con unas cuantas chicas, pero aquel amor tan profundo y bonito como aquella vez, no lo he vuelto a sentir.
Desde que te conocí, vi que eras una amiga ideal y como amiga te tengo un gran cariño y quizás solo con eso puede ser que pudiese pasar toda la vida a tu lado, pero no siento ese sentimiento de amor, de sentirte parte de mi mismo, de desear una entrega total, no sé si no he sabido expresarme, no sé si con el tiempo pueda sentir algo más, pero ese rayo que te da toda la luz del mundo, no lo he sentido y no quiero que me pase que un día aparezca ante mí ELLA y lo deje todo y a todo el mundo por seguirla hasta el fin del mundo.
No quiero que te hagas ilusiones vanas, según me dijiste ayer, era el primer hombre de tu vida, no quiero que eso te confunda, no es lo mismo ser el primero que el verdadero, algún día vendrá ese que tú esperas y te mereces.
Te entiendo y veo que tienes razón, pero me he sentido tan llena a tu lado, me has hecho sentir como no había sentido nunca, Después de la mala experiencia que tuve con aquel desgraciado en el pueblo, tú me trataste con tanto respeto y tanto cariño, la suavidad de tus caricias, los tiernos besos, tan suave todo que me parecía que era porcelana,

No quiero que eso termine, por lo menos antes de que llegue la hora, quiero que me hagas el amor a cada momento, pero también quiero que no me engañes, que cuando decidas poner fin a lo nuestro, aunque no sea más que cariño y deseo me avises. No quiero sentirme engañada.

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