Y ahora ........................................
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XII
Antes
de entrar en su piso, llamó a los vecinos para explicarles todo lo
que les había dicho el médico y que no se podría entrar a
visitarla hasta que no estuviese en planta.
Una
vez informados entraron en el piso.
Ricardo,
¿Quieres ducharte?
Pues
si, ya que a mi casa no puedo ir por si a María José le da por
pasar por allí, además de todo, es una celosa tremenda y más
desconfiada todavía. Aunque quizás si me descubriese alguna
aventura me dejaría tranquilo, pero creo que sus hermanos me
matarían antes.
Lucía
sacó unas toallas de un armario y se las dio a Ricardo.
Ven,
te enseñar dónde está el baño, y diciendo esto, cogió a Ricardo
por el brazo y tiró de él.
Ricardo
sorprendido por el tirón brusco, tropezó, ella paró para que se
recuperase y sin haberlo preparado ninguno de los dos, se encontraron
con sus cuerpos enfrentados y pegados contra la puerta del baño que
estaba cerrada, sin darse cuenta de lo que estaba pasando, sus labios
se entreabrieron y un largo beso los unió.
Todo
lo demás vino rodado y a continuación, fue un baño relajante, el
agua y jabón recorrían sus cuerpos bajo el ligero masaje de sus
manos. Secaron sus cuerpos mojados por el agua y sudorosos y se
metieron en la cama desnudos como estaban.
Ricardo,
ha sido mi primera vez y no sé cómo he podido actuar así y más
cuando entre nosotros no hay ni ha habido un sentimiento de amor.
Las
cosas son como son, creo que nuestros cuerpos han necesitado de lo
ocurrido para relajarnos, yo siento un gran cariño y amistad por ti,
pero creo que jamás me he enamorado de nadie, somos dos personas
adultas llenas de deseos y ansiedades y eso nos ha unido y desde
luego no me arrepiento, pese a haber sido un acto reflejo, ha sido
fabuloso y dispuesto a compartirlo siempre que tú lo desees.
Lucía
le besó en la boca y sus cuerpos se volvieron a encontrar.
Durmieron
durante tres horas y no abrían despertado si no hubiesen tenido un
hambre atroz, se levantaron y entre los dos prepararon la comida,
después de comer cogieron el coche y marcharon de nuevo al hospital.
Cuando
llegaron a urgencias, la enfermera que estaba de guardia, al ser
preguntada dijo que no había novedad que todo seguía su curso y que
la ausencia de noticias era la mejor de las noticias, luego, en un
acto de generosidad le dijo a Lucía:
Ahora
que no hay nadie, si lo deseas, te llevaré hasta la puerta para que
la veas. Y dicho esto, salió de su garito y llevó a Lucía hasta la
puerta, la abrió y dejó que la muchacha mirara dentro. Su madre
parecía dormir apaciblemente y la máquina de la pantalla verde
seguía con su pitido rítmico.
¿Qué
vas a hacer esta noche? Dijo Ricardo. Yo estoy libre y a tu
disposición, hasta mañana domingo, a las siete y media no tengo
que salir para Alcalá de Henares, si quieres quedarte aquí, yo te
haré compañía, pero estando la situación estable como está, creo
que deberías irte a casa y descansar, tienes por delante mucho
jaleo, ya que tu madre necesitará hacer un fuerte reposo y tú
tendrás que estar a por todas, yo tengo que estar toda la semana en
el campamento y luego los fines de semana algo me podré escapar pero
no todo lo que querría.
Bueno,
ya sé lo que se me presenta, me gustaría quedarme, pero será
diferente cuando esté en planta que por lo menos podré dormir más
cómoda aunque sea a ratos. Creo que siguiendo como están las cosas,
si creo que debo ir a dormir a casa y mañana, a las diez, cuando los
médicos hagan la ronda, estar aquí para ver cómo está la cosa.
En
aquel momento, vieron cómo entraban en la sala de urgencias Pepe y
Genaro, fueron hacia ella y le besaron en las mejillas.
¿Cómo
está? Dijo Genaro y asintió Pepe.
Estable,
está estable dentro de la gravedad, dicen los médicos que es muy
grave pero que hasta las primeras setenta y dos horas no se puede
decir nada ni remite la gravedad, que si pasan esas horas, el
panorama es bueno porque aunque tenga que llevar una vida con algunas
limitaciones su calidad de vida no estará mermada.
¿Necesitas
algo? No te preocupes por el trabajo, tómate todo el tiempo que
necesites.
Gracias
por todo, hasta el lunes por la mañana Ricardo, al que ya conoces,
está a mi disposición, esta noche, ya que todo está estable, me
iré a dormir a casa, él me llevará y me traerá mañana, para el
lunes ya te diré algo, pero hasta aquí hay muy buen transporte
desde casa.
Sobre
todo dinos algo, y si necesitas algo, dijo Genaro, tu madre es fuerte
y saldrá adelante.
Salieron
los cuatro a la sala de fumadores y se dispusieron a fumar todos
menos Pepe que desde que lo operaron, ya no fumaba.
¿No
tienes que ir al cuartel, Ricardo?
No,
hasta mañana por la noche estaré libre.
Lucía
y nosotros te damos las gracias por lo que estás haciendo.
Es
lo normal, nos hemos hecho buenos amigos gracias a las charlas que
nos pegamos en el bar.
Estuvieron
quince minutos más y luego dijo Pepe:
Bueno,
nos tenemos que ir, hoy es sábado y el bar se pondrá hasta los
topes, por cierto, las niñas nos han dado recuerdos para ti, Lucía
y esperan que tu madre se recupere pronto.
Besaron
a la muchacha y dieron un apretón de mano al Ricardo y marcharon.
Son
dos buenos amigos tuyos, te ayudarán en todo.
Genaro
es mi tío, el único familiar que me queda, bueno, no, en el pueblo
tengo una tía de mi madre y su hija, mi prima Rosario.
Estuvieron
media hora más en el hospital y luego marcharon hacia Chamberí.
Cuando
estaban llegando, Lucía dijo:
Ricardo,
supongo que te quedarás conmigo, no sea que te vaya a ver tu chica.
Si
tú lo deseas, si, pero ahora que es tarde tendré que pasar por mi
casa para recoger mi ropa de militar.
¿Como
lo hacemos? ¿Voy contigo o te espero en casa?
Mejor
voy solo, tú espérame en casa.
Dejó
a Lucía en la puerta de su casa y fue hasta su casa en Galileo,
aparcó cerca pero en otra calle y fue hasta su casa, entró
rápidamente y recogió las cosas. Al salir, se topó con la vecina.
Hola,
Ricardo, ¿No estabas en el cuartel? Si, lo estaba, pero me han
dejado salir, junto con otros compañeros, ya que ayer, cuando nos
avisaron tuvimos que irnos con lo puesto, ahora me está esperando
uno y tenemos que ir a buscar a dos que viven más lejos.
Tu
novia vino a ver si estabas.
Si,
ya he hablado con ella. Dijo Ricardo con cara de jugador de póquer.
Le he dicho que si me sobran cinco minutos iré a verla.
Bajó
corriendo las escaleras y cuando llegaron al portal dijo en voz alta
para que le oyera la vecina:
¡Vamos,
que nos esperan!
Cuando
llegó, Lucía había preparado una gran tortilla de patatas y una
botella de vino tinto que reposaban encima de la mesa.
Con
el cansancio del día, nada más cenar, Lucía dijo:
¿Nos
vamos a dormir?
Cogió
a Ricardo de la mano y lo llevó hacia la habitación.
La
noche fue breve pero intensa, pero cuando amaneció estaban
descansados, se ducharon, desayunaron y marcharon hacia La Paz, eran
las nueve de la mañana.
Lo
primero que hicieron fue ir al despacho de urgencias para preguntar
cómo había pasado la noche la enferma.
Sin
novedad, las constantes siguen bien y no ha habido ninguna
alteración, de todas las formas, luego pasará el médico de guardia
y ya les comunicará el doctor como está todo. Dijo la enfermera de
guardia.
Lucía
respiró profundamente y se relajó.
Verás
como todo se arregla, ya han pasado más de veinticuatro horas y todo
marcha correctamente. Dijo Ricardo.
No
te dije nada anoche, pero cuando fui a casa a por mi ropa, me
encontré con la vecina, me dijo que María José había estado por
la tarde por ver si yo estaba allí o me pillaba en renuncio, supe
salirme del paso y le dije que como nos habían llamado con tanta
urgencia, no nos habían dejado ni ir a casa a recoger la ropa y que
en un descanso, nos habían dejado ir a Madrid a recoger lo más
elemental, que yo había ido con tres compañeros más, que uno me
esperaba ya en el coche y ahora nos íbamos a buscar a los otros dos.
Menos
mal que no la había engañado nunca, pese a todo, no lo hice nunca,
lo que pasa es que me parece que más por miedo que por otra cosa.
La
verdad, no sé cómo has podido aguantar tanto tiempo.
Yo
tampoco, fue una cosa que vino rodada, nos conocíamos desde hace
mucho, salíamos de vez en cuando, pero yo no he llegado nunca a
expresarle mi amor, porque no la amo, empezó presentándome a sus
padres y a sus hermanos, y lo hizo como “mi novio” no supe decir
nada en mi defensa y de pronto me vi ahorrando para casarme.
En
realidad, solamente he estado enamorado una sola vez, era un
chiquillo y ella, aunque más madura que yo, no dejaba de tener
quince años, fue mi primer amor, pero aquello que sentí por ella,
no lo he vuelto a sentir. He salido con unas cuantas chicas, pero
aquel amor tan profundo y bonito como aquella vez, no lo he vuelto a
sentir.
Desde
que te conocí, vi que eras una amiga ideal y como amiga te tengo un
gran cariño y quizás solo con eso puede ser que pudiese pasar toda
la vida a tu lado, pero no siento ese sentimiento de amor, de
sentirte parte de mi mismo, de desear una entrega total, no sé si no
he sabido expresarme, no sé si con el tiempo pueda sentir algo más,
pero ese rayo que te da toda la luz del mundo, no lo he sentido y no
quiero que me pase que un día aparezca ante mí ELLA y lo deje todo
y a todo el mundo por seguirla hasta el fin del mundo.
No
quiero que te hagas ilusiones vanas, según me dijiste ayer, era el
primer hombre de tu vida, no quiero que eso te confunda, no es lo
mismo ser el primero que el verdadero, algún día vendrá ese que tú
esperas y te mereces.
Te
entiendo y veo que tienes razón, pero me he sentido tan llena a tu
lado, me has hecho sentir como no había sentido nunca, Después de
la mala experiencia que tuve con aquel desgraciado en el pueblo, tú
me trataste con tanto respeto y tanto cariño, la suavidad de tus
caricias, los tiernos besos, tan suave todo que me parecía que era
porcelana,
No
quiero que eso termine, por lo menos antes de que llegue la hora,
quiero que me hagas el amor a cada momento, pero también quiero que
no me engañes, que cuando decidas poner fin a lo nuestro, aunque no
sea más que cariño y deseo me avises. No quiero sentirme engañada.
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