LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XV
Lo
primero que hizo al llegar a su casa fue llamar a Genaro, le habló
de lo que había dicho el médico sobre las arritmias y que se
tendría que quedar más días, luego le comentó sobre su encuentro
con su prima y le pidió consejo por si creía que era bueno visitar
a si madre o esperar unos días o a que estuviesen en casa.
Genaro
le contestó que no pensaba que pudiese empeorar la situación, pero
que mejor se lo comentaba al cardiólogo.
Luego
llamó a Pepe y le comentó también lo de las nuevas pruebas que le
tenían que hacer a su madre a causa del empeoramiento. Le dijo que
continuaba la situación de su madre con respecto a ella y Ricardo y
que estaba deseando volver al trabajo, que en cuanto estuviese en
casa, buscaría alguien que le hiciese compañía mientras ella iba a
trabajar. También le comentó lo de su prima y le pidió consejo, le
dijo lo que le había aconsejado Genaro y Pepe también estaba de
acuerdo con él.
Aprovechó
Lucía para ducharse y arreglar un poco la casa, luego llamó a la
vecina para decirle lo que pasaba con respecto al estado de su madre,
cogió algo de ropa y unas galletas para comer en el hospital, luego
marchó, cogió el metro en Iglesias y fue hasta plaza de Castilla
donde cogió un autobús que le dejó en La Paz.
Cuando
llegó a la planta donde estaba su madre y preguntó por el doctor,
tuvo la suerte de pillarlo cuando se iba a marchar a su casa, le
contó lo de la visita de su prima y el cardiólogo dijo que creía
que no había problema, pero que le comentara lo del encuentro pero
no le dijese nada hasta saber como reaccionaba.
Cuando
entró en la habitación su madre le dijo:
Pensaba
que ya no ibas a volver hasta mañana.
No,
mamá, he ido a buscarte algo de ropa ya que nos tendremos que quedar
más días, si tú no haces por mejorar, tendremos que seguir aquí.
Lo
único que deseo es morirme y dejarte que sigas con tu mala vida.
Lucía
se tragó las lágrimas y con una sonrisa falsa le dijo:
¿Sabes
a quién me he encontrado?
A
mi prima Rosario, está en Madrid sirviendo en una casa con un
matrimonio que va al pueblo a veranear, Su madre y la hermana pequeña
siguen en el pueblo, le he dicho que no contase a nadie que me había
visto. Quiere venir a verte, pero no le he dicho nada hasta
preguntarte a ti.
¿Quieres
que venga?
¿Para
qué? ¿Para que se entere de lo tuyo y que trabajas en un bar de
putas?
Lucía
ya no pudo más, se levantó del sillón donde estaba y salió de la
habitación, pero no le dio el gusto de verla llorar, esperó a salir
de la habitación y lloró tanto que una enfermera pensó que ocurría
algo a su madre y entró corriendo en la habitación, al ver todo
bien, volvió a salir y cogiendo del brazo a Lucía, la llevó a la
sala de visitas y allí la consoló. Una vez más serena, Lucía
volvió a la habitación, cogió el tabaco del bolso y se dispuso a
salir, pero antes se puso delante de su madre y antes de que se
volviese al otro lado le dijo:
Ya
se lo he contado todo, no tengo nada que esconder. Tú eres mala y
estás descargando en mí todo el odio que acumulas por tener que
irte del pueblo. Me voy a fumar a la calle, pero no temas, volveré
para que puedas seguir odiándome.
Dicho
esto, no esperó ni a la reacción de su madre. Marchó a la calle a
fumar.
Cuando
volvió a la habitación de su madre, vio que todo estaba igual,
preguntó a las enfermeras si su madre había llamado y le
respondieron que no, que había comido correctamente y que luego se
había dormido un rato, las constantes eran correctas y le habían
bajado la medicación un poco por prescripción del doctor.
Lucía
entró en la habitación, su madre como de costumbre se puso de
espaldas a ella y su hija se dio la vuelta, le miró cara a cara y le
dijo:
Voy
a llamar a Rosario para que venga a verte, yo también deseo verla y
que me cuente cosas, así también te enterarás de los cotilleos del
pueblo y todo lo que se ha encargado el notario de difundir por allí,
todo rumores con la peor mala leche del mundo.
Además
me ha dicho que está en Madrid Fernando, el hijo de Pepita la
panadera, aprobó para cartero y está por aquí.
Así
que ya sabes, el jueves por la tarde, mañana, tienes visita.
Dicho
esto, como su madre no dijo ni que si ni que no, es más, no movió
ningún músculo de la cara, Lucía salió y fue al final del
pasillo, donde estaba la sala de espera, se acercó al teléfono
publico que allí había y llamó al número que le dio Rosario.
Le
respondió ella misma:
Casa
de los señores de Aspirigüeta ¿Quién llama?
Rosario,
soy yo, Lucía, era para decirte que puedes venir mañana por la
tarde, además antes de subir a la habitación quiero hablar contigo,
porque está de muy mala uva. ¿A qué hora vendrás?
A
las cuatro y media si te parece bien.
De
acuerdo, yo te esperaré abajo, en la puerta principal. Hasta mañana
si Dios quiere.
Adiós,
prima, hasta mañana.
Volvió
a la habitación, su madre en ese momento estaba charlando con la
enfermera que había entrado ya que el médico dijo que había que
levantarla y sentarla en el sillón, que ya era hora que se moviese
algo y que si se encontraba con fuerza estuviese allí más tiempo
que acostada.
Bueno,
ya está, vendrá mañana por la tarde a verte.
Yo
no quiero ver a nadie.
No
terminó de decirlo cuando por la puerta entraron los inseparables
Genaro y Pepe.
Ah,
¿Quieres que nos marchemos? Dijo Genaro.
No,
no era por vosotros, es que quiere que venga a verme su prima
Rosario, la hija de tu prima Amparo, que está sirviendo aquí, en
Madrid y yo no quiero que venga para que no vaya al pueblo contando
que mi hija trabaja en un bar de alterne y tiene un amante.
Los
dos hombres miraron a Lucía los miró a los dos y luego se encogió
de hombros.
Engracia,
dijo Genaro, No es ninguna lacra trabajar allí, todos nos ganamos la
vida decentemente, nadie allí se dedica a la prostitución ni a nada
deshonroso, además, tu hija está de encargada y no tiene ni que
hablar con los clientes si no le apetece, las chicas que allí
trabajan son tan honradas y decentes como cualquiera. Luego, en su
vida privada, hacen lo que quieren.
Pepe
continuó:
Yo
conozco al chico que sale con tu hija y es un hombre normal, trata a
tu hija con todo el cariño del mundo y es el que ha estado corriendo
con su coche para ir de arriba para abajo ayudando a Lucía mientras
tú estás enferma. Por cierto, este domingo “Juran
la Bandera” los
“reclutas” y
no saldrá hasta el domingo por la tarde, pero a partir del miércoles
por la tarde ya estará
licenciado y estará
en Madrid.
Engracia
parecía estar mas animada e incluso estuvo charlando de juventud en
el pueblo con Genaro, ya que la habían compartido.
Pepe
se marcho temprano ya que tenia que abrir el bar. Lucia salió con
el con la intención de acompañarlo al parquin y así hablar sobre
todo lo sucedido con su madre y todo lo que se habían dicho.
Igualmente,
cerca de las nueve se fue Genaro y ella le acompañó hasta la parada
del autobús y tuvieron tiempo de hablar de todo lo ocurrido.
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