Pero antes, quisiera volver a publicar un alegato contra la mala educación vial de algunos ciclista.
¿DE
QUIEN ES LA BICICLETA?
Este alegato no
va ni en contra de la bicicleta ni de las personas que deciden ir a
pasear con bicicleta para hacer deporte y divertirse un rato. Va
contra aquellos ¿progres? Que deciden ir en bicicleta porque ellos
son así de modernos y no contaminantes o porque se ha puesto de moda
o porque sí, aunque creo que el día que van en coche, se pasan las
normas por el forro, porque ellos están por encima del bien y del
mal.
1º.- La
educación vial, como la otra, la principal, la “sin adjetivos”
no se aprende en los colegios, se “mama” en casa. Pueden
aprender de memoria todos los códigos, pero si no le enseñan en
casa a usarlos, es como el que tiene tos y se rasca la barriga.
2º.- Los pasos
de cebra son para dar preferencia de paso a los peatones, no para los
ciclistas que pasan montados en bici estos NO tienen preferencia.
(Ver código de la circulación).
3º.- Cuando hay
un carril bici es para que vayan los ciclistas.
4º.- Los paseos
son para las personas, los ciclistas, si hay peatones tienen que
apearse de la bicicleta o ir a una velocidad tan moderada que no
molesten ni pongan en peligro a ningún peatón, incluidos niños que
están dando sus primeros pasos. Por supuesto, si al lado del paseo
hay carril bici, que lo hay en muchos, tienen que ir por ese carril
si van montados en la bici.
5º.- Los
vehículos tienen que pasar a más de metro y medio de separación
con las bicis, y viceversa, ya empieza a verse coches con cámaras
para filmar a los ciclista que además de adelantar a los coches por
la derecha, no respetan el metro y medio.
6º.- Los niños,
menores de 16 años, si van en bicicleta, tienen que llevar en todo
momento casco. Los mayores de esa edad también en vías
interurbanas.
7º.- Los
ciclistas también tienen la obligación de conocer y respetar las
más elementales reglas del Código de la Circulación, como respetar
los semáforos, los stop, los ceda el paso, las direcciones
obligatorias, los pasos cebra cuando cruzan los peatones, las
preferencias de paso, etc.
8º.- Los
ciclistas tienen la obligación de llevar luces y ropa reflectante
cuando circulan después de la puesta de sol o días sin visibilidad.
9º.- Cuando van
por caminos y senderos, los ciclistas tampoco tienen preferencia si
hay caminantes.
10º.- No estaría
de más que obligasen a los ciclistas a llevar espejo retrovisor para
que vean cuando otro vehículo quiere adelantarlos y faciliten la
maniobra, es por la seguridad del ciclista y no del vehículo, a
veces, yendo por vías estrechas, además, algunos, el lugar de ir
por su derecha van por el centro.
11º.- En los
casos de circulación muy densa, si hay coches parados, no dudan en
adelantarlos por derecha e izquierda invadiendo el carril contrario.
12º.- Lo mismo
pasa en pasos a nivel cerrados, e incluso pasan las vías del tren
con el consiguiente peligro.
Y ahora................................................
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo XIV
El
martes, la
madre de Lucía tuvo un empeoramiento de su estado, ya le iban a dar
el alta cuando tuvo unas arritmias totalmente descontroladas, los
médicos no sabían muy bien lo que ocurría, hasta que Lucía le
explicó al cardiólogo lo que había pEl martes asado.
Lucía
se culpaba de la situación y la amargura le invadía, además, su
madre, desde el sábado no le dirigía la palabra y si necesitaba
algo, o llamaba a las enfermeras o se lo pedía a su hija en plan
ordeno y mando y desde luego sin ninguna señal de gratitud.
Cuando
Genaro y Pepe fueron el domingo por la tarde a ver a la enferma,
Lucía en un aparte les contó lo ocurrido. Los dos socios, en
principio dijeron que ya se le pasaría, que eran los primeros
momentos, pero no era ese el parecer de Lucía, que conocía muy bien
a su madre.
Por
si no se le pasaba, pidió a Pepe, que era al que llamaba diariamente
Ricardo, que el fin de semana próximo, no se acercara por el
hospital si estaban allí o por el piso de las dos mujeres, hablarían
a través de Pepe y quedarían para verse sin que se enterase
Engracia.
Lucía,
cuando el martes los médicos le dijeron que tendría que quedarse
unos días más, quizás una semana, se hundió totalmente y adoptó
una postura totalmente pasiva, se sentaba al lado de la cama a leer
una revista y de vez en cuando, miraba por encima de la lectura a su
madre, si ésta estaba mirando para el lado que estaba ella, se daba
la vuelta hacia el otro lado. La muchacha fumaba ocasionalmente, no
era una fumadora habitual, pero en vista del mal humor de su madre,
se dedicó a salir de la habitación y bajar a la calle a fumar.
Además, si se le ocurría que necesitaba algo, cogía el autobús y
bajaba hasta su casa, aprovechando para darse una vuelta.
Aquella
mañana, decidió dejar el autobús en la plaza de Emilio de Castelar
y subir por Martínez Campo dirección a la Glorieta de Iglesias,
hacía buen día y pese al frío del otoño que ya estaba dando paso
al invierno madrileño, apetecía andar. A la altura de Fernández de
la Hoz, decidió desviarse de su camino hasta García de Paredes,
allí, en la Iglesia de La Milagrosa, decidió entrar a hacer una
visita, estaban en misa, se arrodilló en el último banco y pidió
por su madre y por ella. Cuando salió a la calle, casi tropieza con
una muchacha de más o menos su edad.
¡Rosario!
¡Lucía,
prima!
¿Qué
haces por aquí?
Eso
digo yo, ¿Vives por aquí? ¡Cuánto tiempo sin verte!
¡Ven!
Vamos a tomar un café y charlamos. Entraron en una cafetería en la
esquina de Fernández de la Hoz, se sentaron y pidieron dos cortados.
A
ver, Rosario, tú primero. ¿Qué haces aquí?
¿Recuerdas
que yo siempre quise venir a vivir aquí? Pues bien, un matrimonio
que viene a veranear al pueblo, necesitaba una criada, mi madre que
lo oyó y sabiendo que en el pueblo no hay ningún porvenir, habló
con ellos y me contrataron, así que cuando terminaron las
vacaciones, me trajeron con ellos a Madrid y aquí estoy, son muy
buenas personas y además ellos dos solos, con lo cual el trabajo no
me mata, vivimos aquí al lado, en Martínez Campos. ¿Y tú? ¿Qué
pasó? Se habló mucho de lo que os pasó, pero nadie sabía nada,
alguien hizo correr que tu madre había…cogido algo en casa del
notario o que tú habías tenido un lio con su hijo, pero nadie sabía
nada ni a dónde habíais ido.
¡Hijos
de la gran puta! El hijo del notario, una noche que me recogió
cuando salí de la academia, paró el coche en medio de la carretera,
en un camino y me quiso forzar, me rompió la ropa y salté del
coche, cuando llegué al pueblo, mi madre quiso que fuésemos al
cuartelillo a denunciarlo, el cabrón del guardia llamó al notario y
entre los dos lo arreglaron todo para darnos cuatro perras por la
casa y el huerto y que nos marcháramos porque ellos negarían todo y
con testigos. Nos marchamos y no le dijimos nada a nadie, solamente
mi tío Genaro sabía algo, él nos ayudó aquí y me buscó trabajo.
Vivimos aquí, cerca de la Glorieta de Iglesias, en Raimundo Lulio,
al lado del mercado de Olavide. Mi madre ha tenido un problema del
corazón y está ingresada en La Paz. Yo ahora voy para casa a buscar
ropa, normalmente llego en autobús, pero hoy he bajado antes por
andar.
Fernando
¿Ye acuerdas de Fernando? Siempre que me ve me pregunta por ti, está
también aquí, en Madrid, aprobó la oposición y es cartero, alguna
vez nos vemos y salimos alguna tarde.
Ni
se te ocurra decirle que me has visto, ni a él ni a nadie. A tu
madre, si acaso le dices que estamos bien y nada más, que no sabes
ni donde vivimos ni nada.
¿Puedo
ir a ver a tu madre?, el jueves tengo fiesta por la tarde.
No
se, estando como está no se si será aconsejable. ¿Sabes que ha
pasado? Verás, yo tengo un amigo al que conoció con eso del ataque
y no le sentó bien, dice que somos amantes…….. Lucía le contó
toda la historia a su prima Rosario.
¡Dios
mío! Pues lo tienes mal, tu madre no se quiere hacer a la idea de
que los tiempos cambian y esto no es el pueblo, además, ya somos
mayorcitas como para saber lo que queremos. ¿Y con él no habéis
hablado del futuro ni de vuestras relaciones?
No,
lo que hemos hablado es que mientras dure lo aprovecharemos, además,
él cuando acabe la mili se marchará.
¿Y
tú lo quieres?
Es
el primer hombre de mi vida, me ha ayudado mucho y no sé muy bien si
es amor, cariño o agradecimiento, pero desde un principio dice que
no está enamorado, que le gusto, que me tiene mucho cariño, que lo
pasamos bien juntos, pero que esa llama que arde cuando estás
enamorado no la siente.
¿No
será un “cara dura” que quiere aprovecharse de ti?
No,
porque ya me habría mandado a paseo y sin embargo se desvive por
ayudarme a mí y a mi madre. Además, fui yo la que empezó todo, él
se encontró en una encerrona cuando me eché en sus brazos la
primera vez.
Lucía,
se me hace tarde y me tengo que ir, voy a un recado de mi señora.
¿Tienes
teléfono? Te llamaré para ver si puedes ir a ver a mi madre y
además seguir en contacto, te daré el mío y sobre todo, ya sabes,
ni a Fernando ni a nadie de dónde estoy ni qué hago.
La
dos muchachas se intercambiaron los teléfonos y salieron de la
cafetería, fueron juntas hasta Martínez Campos, donde Lucía marchó
hacia Iglesias y Rosario bajó un par de casas más hacia Castelar.
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