Mi lista de blogs

jueves, 26 de diciembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo VIII)

 

LA  HIGUERA

 

Pedro  Fuentes



CAPITULO VIII



               Al fin es jueves, a las siete de la tarde comenzará el pleno municipal, las fuerzas están bastante igualadas, por un lado, Manolo y los suyos, en el otro bando la Iglesia, con Fernando al frente, las Hijas de Santa Marina.

               El único que no sabía lo que pasaba ni lo que podría pasar y seguía elucubrando cómo arreglar lo de su campanario, era don Florián. Nadie quería imbolucrarlo. Sabían que él no era partidario de dividir a la comunidad. Prefería que se cayera la torre a enemistar a parte de sus fieles o infieles.

               Manolo, en su despacho se sentó en su sillón y abrió el periódico, primero ojeó los titulares, luego fue bajando la vista por la primera página y leyó un titular un poco más pequeño; “LA IGLESIA DE SANTA MARINA EN PELIGRO” Un sudor frío le brotó en la frente, leyó y releyó el artículo que Ricardo había escrito con pelos y señales, además de lo hablado con la maestra, había incluido una encuesta entre varios vecinos de la villa, ese golpe no se lo esperaba, entonces recordó el día del restaurante, eso era cosa de la maestra, se iba a enterar esa…., no se acuerda que es la maestra de la Escuela Municipal.

               Cuando se corrió la voz, los periódicos se agotaron, en dueño del kiosco de la prensa dejó a su mujer en el local, cogió su coche y fue al pueblo de al lado a por más ejemplares.

               A Tim le avisaron del artículo, corrió a comprarlo, pero ya estaba agotado, por lo que se fue al bar, que siempre lo compraba, allí lo leyó y pensó entre dientes: Manolo me la ha jugado, sabía algo y me echó a los leones para él salir airoso pasase lo que pasase, así que pensó cómo salir del embrollo, se acordó de algo y salió corriendo, llamó a su sobrino, el que había solicitado la licencia para el taxi y le dijo, Efraín, me tienes que llevar ahora mismo al pueblo de al lado, es urgente y además puedes quedarte sin licencia.

               A las siete de la tarde comenzó el pleno, la sala de juntas estaba a tope todas las Hermanas de Santa Marina llevaban entre otras cosas el periódico del día. Ricardo estaba allí para seguir el acto. Manolo y Tim habían convocado a todo los “progres”.

              Luis, el secretario, leyó el orden del día, el tema de las basuras estaba consesuado con la oposición y se aprobó de inmediato, en lo tocante a las fiestas patronales hubo sus más y sus menos porque las peñas querían más subvenciones; quería la oposición que la corrida de toros fuese con un mejor cartel. Tim se opuso porque estaba intentando crear una ONG antitaurina. Tanto el alcalde y los suyos, así como la oposición le negaron a Tim su solicitud así como la subvención que pedíia para su grupo antitaurino.

               La oposición de administrativo, también estaba bastante “concertada”.

               Se pasó al punto cuarto, “La higuera”. Abrió el turno de palabras el alcalde haciendo un breve resumen de los hechos. Ya entonce se oyeron algunos silvidos y ligeros abucheos. Cuando le dio la palabra a Tim, éste estaba bastante nervioso, todas las “Hermanas”, que habían copado las primeras filas, se pusieron el escapulario. Rosendo y Rodrigo desplegaron el estandarte, la fila última de la Hermandad, desplegaron unas pancartas pidiendo la protección y cuidado del Patrimonio Histórico del pueblo.

               Lo primero que se le ocurrió decir a Tim fue que aquel edificio era el Ayuntamiento era laico y como tal no se permitían signos religiosos, el griterío fue monumental. Al otro lado de la plaza, en la vicaría, el único vecino que no había ido al pleno, oyó el jaleo. Entre las voces, silvidos y exabructos contra Tim, Fernándo, levantando la voz, gritó:

               ¡Señor Timoteo!, ¿Por qué no preguntamos al pueblo si quier ser laico o no?, además, en este mismo lugar acabamos de tratar de las fiestas patronales de SANTA MARINA. Así que cíñase al orfen del día que es “LA HIGUERA” ¿VAN A SOLUCIONAR LO DEL CAMPANARIO SI O NO?. Porque si es no, habrá que tomar otras medidas más drásticas.

               En fin, dijo Tim: he estado en tratos para solucionar el asunto, yo vengo aquí para aportar soluciones y creo que el grupo de gobierno de este Ayuntamiento lo habremos conseguido ¿De acuerdo, Manolo?

                Si, el camarada Tim ha hecho un buen estudio del asunto y ha conseguido, con un buen trato que el próximo viernes, a la seis de la tarde se solucione el problema, para lo cual todos los vecinos están invitados.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo VII)

 

 

LA  HIGUERA

 

Pedro  Fuentes

 

 

CAPITULO VII



               Manolo salió y se dirigió a la farmacia. Quería hablar con el farmacéutico, por si su esposa le había contado algo sobre el campanario.

               Al medio día llegó Ricardo al pueblo como había quedado con la maestra, como era temprano, se dedicó a hacer fotografías a la iglesia y al campanario, con especial atención a la higuera y al nido, luego se dio una vuelta por la plaza y preguntó a varias personas que por allí pasaban si habían visto la higuera en el campanario y si pensaban que podía perjudicar a la torre. A la una menos cinco se dirigió a las escuela y cuando llegó se cruzó con los niños que salían de clase, en la puerta estaba Isabel esperando con esa sonrisa que siempre dibujaba su cara. Se saludaron y quedaron en comer juntos en el restaurante que había yendo hacia el Ayuntamiento.

               Nada más entrar se encontraron con Manolo y Servando, el farmacéutico que estaban en una mesa, arrinconada tomando unos vinos y charlando. Isabel y Ricardo les saludaron y fueron al salón contiguo, el restaurante propiamente dicho.

               Manolo, después de saludarles dijo en voz baja al boticario: ¿Qué estarán tramando estos? El es el periodista del periódico “La Provincia” y ella es de la “hermandad”. Seguro que están tramando algo contra el Ayuntamiento, además quieren discutir lo de las tórtolas en el próximo pleno.

               Pues lo mejor es empezar a movilizar a gente de los nuestros para acallar a tanto mea pilas.

               ¿No está tu mujer con ellos?

               Si, pero he intentado sonsacarle algo y no ha dicho ni pío. Conociéndola como la conozco, si no dice o cuenta algo; y se pasa el día canturreando por lo “bajini“ quiere decir que están preparando algo, así que tente con cuidado y desconfía de todos

               Ya lo hago, también está mi novia y miedo le tengo como saque su mal genio. Por de pronto, ha dicho que rompe nuestras relaciones porque no quiero casarme por la iglesia. Además Fernando, “el de la oposición” está con ellas. Yo he hablado con Tim y está listo para el ataque, así que lo pondré por delante para que si hay palos, se los lleve él.

               Desde allí mismo, Manolo llamó al ayuntamiento, y le dijo al secretario:

               !Luis¡ Llama a Tim para que venga y en cuanto llegue pasáis los dos.

               Mientras tanto, en el restaurante, Isabel y Ricardo hablaban animadamente recordando tiempos pasados, luego entraron al tema del campanario y la guerra que se iba labrando contra Manolo y los suyos.

               No te preocupes, “Isa”, Ya he avisado al periódico que me reserven un lugar en primera plana para mi artículo, irá acompañado de una foto que ya tengo, con la higuera y las tórtolas, haré hincapié en que está solicitado nombrar a la iglesia Patrimonio Nacional, habrá un poco de historia y la negativa de que el ayuntamiento, con su alcalde al frente, se nieguen a presupuestar una pequeña cantidad en mantener en condiciones un monumento histórico que no solo pertenece a a la Iglesia sino a todos los vecinos sean cuales fuesen sus creencias y que aportarían al pueblo, ganancias por el turismo que conlleva el ser declarado Monumento Histórico.

               Muy bien, te vamos a tener que nombrar cofrade de honor de las Hermanas de Santa Marina.

               Tendréis que cambiar el nombre por Hermanas y Hermanos de Santa Marina. Los dos rieron y siguieron con su charla de viejos amigos.

               Cuando el alcalde y Servando se despidieron, Manolo fue al Ayuntamiento, donde Tim y el secretario le estaban esperando. Pasad, pasad los dos, vereis, la oposición ya ha presentada la interpelación, ¿Que hay para tratar el jueves?

              Luis, sacando una hoja de papel, dijo:

               No mucho, Está lo de la nueva licencia de taxi, solamente hay un solicitante, del partido, luego está la ampliación del contrato de recogica de basuras, y la convocatoria de un auxiliar administrativo para la secretaría además de el programa de las fiestas.

               Ponlo todo por este orden, dijo el alcalde:

               Primero lo de las basuras, luego las fiestas, después el administrativo, detrás la higuera y después la licencia del taxi. Supongo que ya está todo medio apañado.

               Tim, por el carácter de la ecología y el urbanismo, empezaré yo a defender lo del campanario y te daré la palabra, Si en algún momento se pone tensa la cosa, siempre nos queda designar una comisión para el estudio de las soluciones. Y ahora, como es la hora, nos iremos a comer, el alcalde invita.

 

jueves, 12 de diciembre de 2024

LA HUGUERA (Capítulo VI)

 

 

 

 

 

 

 

 

LA  HIGUERA

 

Pedro  Fuentes

 

 Capítulo  VI



               Lolita llegó a su casa. Su marido esta sentado frente al televisor, encendido, pero leyendo el periódico, sin levantar la vista, saludó a su mujer. ¡Hola! ¿Queda mucho para cenar?.

               Si tú no has preparado nada, lo que yo tarde en preparar la cena.

               ¿Habéis arreglado en mundo? Dijo Servando sarcástico con una ligera sonrisa.

               No, pero ya falta menos, cualquier día de estos puede que empecemos a arreglarlo echando fuera a tanto “moscardón”.

               Julita entró en su casa y su madre la estaba esperando. ¿Habéis hablado del tema del campanario? Le dijo.

                Si, pero parece que por las buenas no se conseguirá nada.

               Pero ¿Has hablado con Manolo del tema?

               A ese ni me lo nombres, todo lo hace de cara a la galería, lo único que quiere es ascender en el partido e ir a las elecciones regionales.

               Pero Julita, ¿Vas a tirar por la borda tantos años de noviazgo? No es mal chico, lo único que le pasa es que está como un niño con zapatos nuevos, si usaras un poco de mano izquierda, verías como pasaría por el aro como todos.

               No, mamá, a Manolo se le ha subido el cargo a la cabeza, encima está el ecologista ese de Timoteo, que le hace la ola por unas migajas de poder. No pienso hablar con Manolo hasta que no salga de sus trece.

               ¡Julita! Ya tienes una cierta edad y Manolo ha sido tu novio de toda la vida.

               Pues me quedaré soltera, no voy a cambiar mis ideas por un novio que encima prefiere al partido a mi.

               ¡Ay! Si tu padre viviese, con las buenas tierras que tienen tus suegros y él hijo único.

               Pues que se las coma con sus camaradas y ojalá lo hagan diputado para que se largue. ¡Y no vuelvas a decir ni “suegro” ni “novio” ni “leches”!

               ¡Ay! Hija qué mal hablada eres.

               Isabel llegó a la escuela, donde tenía, anexa su casa y lo primero que hizo fue preparar las clases del día siguiente, luego se lavó la cabeza y se preparó la ropa que se iba a poner mañana, venía Ricardo a hacer el reportaje y quería estar guapa, hacía más de un mes que no lo veía y quería estar bien visible. Conocía a Ricardo desde que estudiaba en la Escuela Normal de Magisterio en Madrid en Rios Rosas, luego sus vidas habían tomado rumbos diferentes y se encontraron de nuevo al cabo de los años, luego coincidieron cuando a ella la destinaron allí de maestra y él se fue a vivir al pueblo de al lado.

               Cuando M.ª Carmen llegó a su casa, Fernando, su marido le estaba esperando.

               ¿Habéis hablado sobre la higuera en la reunión?

               Si, estamos a la espera del pleno, pero según como esté la cosa, llevaremos preparadas pancartas para abrirlas según vaya la cosa, boicotearemos el pleno.

               Bueno, yo me voy ahora al partido, vamos a hablar sobre el asunto y esperamos que la interpolación al alcalde, quiera arreglar algo, las elecciones están a la puerta de la esquina y Manolo ni puede ni quiere perder un solo voto y depender de Tim. Este tiene muchas ansias de poder y si queda otra vez como partido bisagra, intentará chantajear a Manolo para seguir haciendo locuras en urbanismo, es capaz si lo dejan, de dejar el pueblo como peatonal.

               A la mañana siguientes, Manolo le preguntó a Luis, el secretario si Fernando había traído una interrelación sobre el asunto de la higuera.

               Si, contestó Luis, la registró en el último momento para que entrase en el próximo pleno.

               Luego te llamaré al despacho para hablar de este asunto y del resto del pleno, dijo el alcalde . Ahora voy a salir a hacer una gestión, en media hora volveré, si hay algo urgente, lo atiendes o que esperen

jueves, 5 de diciembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo V)


 

 

LA  HIGUERA

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO V



               Al mismo tiempo, en el local que al lado de la sacristía, en el ropero parroquial, donde las Hijas de Santa Marina se reunían, trataban el tema de la higuera sin que D Florián se enterase.

               Acudirían todas al pleno municipal y en el momento de tratarse el tema, todas ellas se pondrían el escapulario de la Hermandad de Santa Marina y si se ponían impedimentos a la obra, abuchearían al alcalde o al concejal que tratase el tema.

               Además, mientras llegaba el día del pleno, había que echar leña al fuego para caldear el ambiente y meterle presión a Manolo y los suyos. Dijo Julita.

               Isabel, la maestra, comentó que podían avisar a Ricardo, el corresponsal del periódico La Provincia, para que escribiese una nota de lo que pasaba en el pueblo.

               Lolita, la mujer del boticario, dijo:

               Si llega el caso, si no dan vuelta atrás los del ayuntamiento, podemos organizar un movimiento de “fuerzas vivas” y amenazar a nuestros maridos con una huelga de amas de casa con todas las “consecuencias”, hasta que los maridos apoyen la causa.

                Después de una hora hablando sobre el tema, quedaron en empezar la campaña en sus casas.

               Mª Carmen quedó en informar a su marido, sobre las ideas que pensaban llevar a cabo.

               Isabel, desde allí mismo, llamó a Ricardo y quedó con él para el día siguiente, después de la escuela. Ricardo que bebía los vientos por la maestra, no dudó ni un momento.

               Desde su mesa del despacho, la cual había sido puesta por el alcalde de manera estratégica para contemplar a todas las personas que pasaban por la plaza y con quién se reunían; Manolo vio como por el lateral de la iglesia salían las mujeres de la Hermandad de Santa Marina, no podía saber de qué hablaban, pero usando los prismáticos que siempre guarda en un cajón de la mesa, pudo ver que los rostros encendidos de las mujeres y el corrillo que se formó alrededor de su Julita, no era lo normal, algo se traían entre manos y sospechaba de qué iba el asunto.

               Maldita higuera, malditas tórtolas y maldito cura, pensó; sacó un cigarrillo y lo encendió mientras del mueble bar que se hizo instalar en su día, se sirvió un trago largo de “Chivas”.

               Decidió ir a la farmacia a comprar alguna cosa, quería hablar con Servando, anticlerical de izquierdas y esposo de Lolita, una de las más radicales de la Hermandad de Santa Marina; quizás pudiese sacar algo en claro, pero no iría en ese momento, esperaría al día siguiente para darle tiempo a la mujer a contarle algo al farmacéutico.

               Manolo, llamó al secretario, Luis; y le pidió que le informase sobre el orden del día del próximo pleno y cómo estaban los diferentes temas. Este le dijo que a media mañana del día siguiente le informaría al detalle.

               Al final, se disolvió el corro y quedaron Lolita, Isabel y Julita, las tres llevaban casi la misma dirección y siguieron hablando del mismo tema, Isabel les contó que había quedado con Ricardo al día siguiente para tratar del asunto; Lolita les dijo que nada iba a explicarle a su marido de lo tratado, porque sospechaba que dada su amistad con Manolo, lo mismo le sonsacaba algo de los planes de las “Hermanas”.

                Cuando llegaron a las escuelas, Isabel se despidió de sus amigas y se fue a su casa, Lolita y Julita siguieron cien metros más hasta la farmacia donde quedó sola la presidenta hasta su casa.

jueves, 28 de noviembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo IV)


 

 

 

 

LA  HIGUERA

 

 

CAPITULO IV

 

 

 

Pedro  Fuentes



               Cuando Tim llegó al ayuntamiento, Manolo había dado orden de que le avisasen inmediatamente, así que lo hicieron pasar a su despacho, donde Manolo lo recibió yendo a su encuentro y dándole un estrechón de mano como si hiciese más de un mes que no lo viese.



               Manolo era un alumno aventajado de su partido en las clases que les daban para que se ganasen las simpatías de sus aliados y enemigos políticos.


                 Hola! Tim, ven, sentémonos aquí en los sillones, contigo no hay mesa de despacho por medio, estaremos mejor en los sillones, toma, fumemos unos puritos mientras charlamos ¿Quieres tomar una copa?



               No, gracias, ahora no, voy a comer dentro de poco y me quitaría el apetito.



               Hablando de apetito, me han llamado de la Autonomía para darnos instrucciones sobre las facturaciones, quiero que te vengas conmigo, verás qué comilona nos vamos a pegar luego.



               Cuando estuvieron sentados encendieron los puros y Manolo dijo:



               Mira, Tim, ha surgido un problema con el cura y la iglesia, ha salido una higuera en la torre del campanario y además hay allí dos tórtolas haciendo nido, el cura dice que quiere que el ayuntamiento le solucione el problema con la brigada municipal, o sea, que paguemos nosotros. No es por el dinero, no creo que suba mucho, pero no quiero darle la satisfacción al cura.



               Y yo menos, dijo Tim, además, ¿Qué intentan? ¿Destruir un nido de tórtolas y una higuera?, de eso nada, nosotros somos ecologistas.



               Resulta, contestó Manolo, que Fernando, se ha puesto de parte del cura y quiere que tratemos esto en el próximo pleno.

               ¿Quién, el facha ese que está siempre incordiando y poniendo pegas a la modernización del pueblo? Pues va listo, que se vaya con su cura y sus beatas a pedírselo al obispo y si no al papa. No podemos ni debemos dejar que gasten el dinero del pueblo en caprichitos de dios cuando hay tanto paro y pobreza en el pueblo.



               Lo que tenemos que hacer, dijo Manolo, es en el próximo pleno, abordar el asunto pero de pasada; queda poco para las elecciones y este asunto, de cara a ellas, puede tener más repercusión que muchos asuntos importantes, ten en cuenta que de nuestro lado hay algunos que pese a ser de los nuestros, sus mujeres e hijas están de parte del cura y ya sabes que como a ellas se les cruce, harán la vida imposible a sus maridos e hijos.



               La pena es que no les podamos quitar el voto a las mujeres como ya hicimos en 1.931, así se podría eliminar la influencia de los curas en la sociedad femenina española, dijo Tim.



               Tampoco hay que pasarse, dijo Manolo en tono moderador y democrático, debemos ganar esta moción sin que se sientan ofendidos y de todas las formas, si le viésemos las orejas al lobo, recapitularemos diciendo que veremos de incluirlo en los próximos presupuestos puesto que ya no queda asignación para ese tipo de imprevistos.



               Bueno, bueno, ya iré preparando algo y te lo comentaré y si a ti se te ocurre alguna cosa, lo comentaremos también, dijo Timoteo.



               Mientras tanto, Fernando, reunido con su grupo empezaron el estudio del asunto a tratar en el pleno, llegaron a la conclusión de que tal como se solicitaría en la interpelación, se preguntaría al alcalde, sobre todo, recalcando que estaba pedida la inclusión de la Iglesia de Santa Marina en el Patrimonio Nacional, lo cual acarrearía la llegada al pueblo de visitantes, además de que el Ayuntamiento quedaría como ejemplo de la incultura si no se cuidaban los tesoros que pertenecían no ya al pueblo sino a toda la nación.

               La iglesia de Santa Marina era una de las más antiguas de la provincia, ya que había sido construida bajo la advocación a Santa Marina por un capitán de los tercios, gallego, a su paso por el lugar en la reconquista en 1231, o sea incluso antes de que este capitán devoto de Santa Marina llegase a hacer construir la también iglesia a la Santa en la capital cordobesa bajo las órdenes de Fernando III.



jueves, 21 de noviembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo III)

  

 

LA  HIGUERA

 

Pedro  Fuentes

 

CAPITULO III




              El lunes siguiente Fernando se presentó en el ayuntamiento para interpelar al alcalde sobre el problema de la higuera, se fue hacia el secretario y éste le dijo que Manolo no le podía recibir, pero que lo mejor que podía hacer es un escrito, que lo llevaran al registro, para darle carácter oficial y se estudiaría para incluirlo en un pleno.



              Fernando salió bastante quemado de la charla con Luis el secretario, el cual era más partidario de Manolo que de la oposición, por lo menos durante lo que quedaba de esa legislatura, lo primero que hizo fue dirigirse a su suegro, D. Melquiades, su protector político, pero cuando iba en su busca al casino se encontró con Julita, a la que conoce por ser amiga de su mujer, Mª Carmen, también de la Hermandad de Santa Marina.



¡               Julita!, tu novio es un tonto del haba, le dijo Fernando antes incluso de saludarle.
  


              Yo no tengo novio, le respondió. Una persona que antepone el qué dirá el partido a la felicidad de su novia, o es tonto o lo parece, así que lo he mandado a paseo.



              Fernando, cada vez más quemado, le dijo:



              Tonto no, imbécil, me ha dicho que lo de la higuera habrá que discutirlo en un pleno. ¿Qué se ha creído? Pues si quiere guerra la tendrá.



              Julita, que entre otras cosas vio la oportunidad de tocarle la narices a su Manolo le espetó:



              Ahora mismo voy a reunir a las hermanas de Santa Marina y va a tener guerra. ¿Cuándo será el pleno?


           
              Bueno, es el primer jueves de cada mes, así que quedan quince días, le contestó Fernando.
  
              Yo voy a hablar con mis chicas esta tarde, y mañana, si quieres nos vemos y comentamos lo que hay, dijo Julita.



              Toda esta escena la había visto Manolo desde el despacho del Ayuntamiento, medio escondido detrás de la cortina desde que Fernando salió de allí, le gustaba “estudiar” a sus enemigos políticos por si acaso.



              Cuando vio a su novia con la oposición, empezó a especular y la experiencia le dijo que iba a ser más difícil reconquistar a Julita.



              Fernando se reunió en el casino con D. Melquiades y le contó lo ocurrido.


        
              D. Melquiades, persona reflexiva, le dijo que no se implicara mucho en el asunto, que se dejase una puerta abierta por si tenía que tirar para atrás, que al fin y al cabo, Manolo tenía las de ganar, ya que aunque se había pedido, todavía no le había sido concedida a la iglesia de Santa Marina el título de Patrimonio Nacional, aunque ya hacía tiempo que se había solicitado, mientras tanto, la iglesia pertenecía al obispado. Por el único lado que podía hacer fuerza era que Manolo viese peligrar la alcaldía en las próximas elecciones, que ya estaban a diez meses vista y las fuerzas del pueblo estaban bastante equilibradas.



              Con el consejo de su suegro, aquella tarde reunido con su grupo, acordaron hacer una interpelación a modo de pregunta, solicitando al Ayuntamiento que como bien del pueblo y por tanto de sus habitantes, se habilitara un presupuesto extraordinario para solucionar el problema de la higuera, que tampoco parecía que fuese muy elevado. Dejando en manos de la brigada municipal que estudiase la forma más rápida y económica para erradicar la higuera y por tanto que las tórtolas no pudiesen anidar allí.



              Así se hizo y al jueves siguiente, una semana antes del pleno, llevó al registro del Ayuntamiento la interpelación. para su estudio en el próximo pleno.



              Cuando Manolo tuvo conocimiento del escrito, llamó a su socio de gobierno, Timoteo, de Izquierda-Los verdes, único representante de su partido.



              Timoteo, trabajador del campo y representante sindical del Sindicato Agrario y Ganadero (SAG) era a su vez el cabecilla e impulsor de Izquierda-Los verdes del cual era el cabeza de lista en las municipales, concejal electo, funcionaba como partido bisagra ya que las fuerzas de la derecha y la izquierda estaban equilibradas, aunque el número de votos de la derecha era superior en doscientos.



              Timoteo era el concejal de urbanismo del ayuntamiento que gobernaba Manolo.
     
              Desde que salió elegido, estaba intentando cambiar el sentido del tráfico de las calles del pueblo ya que no le gustaba que siendo un pueblo que había crecido de forma circular, casi todas las calles eran radiales que desembocaban justo en la plaza de la Iglesia, también era la plaza del Ayuntamiento, pero éste quedaba al otro lado y las calles que llegaban a la plaza Mayor, según Timoteo, cuando entraban allí lo primero que veían era la iglesia, por lo cual, quería que las calles adyacentes a la iglesia fuesen de entrada para que el ayuntamiento quedase enfrente, las lindantes a la casa consistorial fuesen de salida y las dos calles laterales, una por cada lado fuesen de giro obligatorio a la izquierda al entrar en la plaza. Todas las calles eran de doble sentido hasta que se empezó con la reordenación urbanística, pero como en todas ellas se habían desdoblado las aceras para hacerlas más anchas pero luego se habían estrechado poniendo árboles y bancos, el tráfico se estaba convirtiendo en un caos, por lo que Tim, como lo llamaban en el pueblo, estaba intentando hacer zona peatonal y de bicicletas el centro del pueblo, por lo que insistía con Manolo para que el pleno se lo autorizase en los próximos presupuestos.



                Por cierto, Tim no tenía carnet de conducir, él decía que la bicicleta era más ecológica.



jueves, 14 de noviembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo II)

 

 

 

 

 

LA  HIGUERA  

 

Pedro  Fuentes

 

 CAPITULO II




               El domingo siguiente en la misa de 12 había algo más de gente que lo normal, no tanta como el día de la patrona, Santa Marina, el 18 de Julio, pero una cantidad apreciable de fieles.

               D. Florián le había comentado la charla con el secretario al sacristán, Rosendo, hombre bastante leído y piadoso y que pese a su edad, 53 años, es pensionista ya que tiene un grave problema del corazón y dedica su tiempo libre, que es bastante, a la parroquia y al jardín que hay en su casa. Está casado con Angustias, y tienen un hijo estudiando magisterio en Madrid.



               Rosendo, que no podía ver las malas jugadas del alcalde contra el cura y la Iglesia; por su cuenta, decidió comentarlo con Angustias, su mujer, que cosía en el ropero parroquial y ésta lo comentó allí; donde estaban entre otras, Isabel, la maestra, Martina, la esposa del médico, Lolita, la mujer del farmacéutico, doña Ursula, viuda de un terrateniente del pueblo, mujer muy piadosa y de buen ver, y que tiene una hija, Julita, que habla y bastante en serio con Manolo, el alcalde, pero ésta, también muy piadosa y miembro, Presidenta, de la Hermandad de Santa Marina, lo plantó porque él no quiere boda por la Iglesia a lo que Julita, le contestó:



               Sin Iglesia no es boda ni nada, y me importa un pimiento lo que digan los amiguetes del partido y si no te gusta, deja el partido y si no aceptas mis condiciones, ni boda, ni noviazgo ni nada.

               Enteradas por Rosendo del suceso del campanario, decidieron movilizarse y comentaron el problema con sus allegados y vecinos.

               La que peor lo tuvo fue Lolita, ella tenía dos frentes, uno, el alcalde y otro su marido, Servando “el boticario” dispuesto al laicismo más recalcitrante.

               La misa de doce del domingo comenzó normalmente.



               En el aire se respiraba un cierto ánimo de lucha, pero de ello, Don Florián no sabía nada, porque nadie le había comentado nada, así que cuando se dirigió al micrófono para la homilía del domingo, no llevaba ninguna intención de exacerbar a sus parroquianos, además siempre había dicho que se conseguía más con buenas palabras que con discusiones, así pues cuando en el sermón dijo que había un pequeño problema en la torre del campanario, que habría que solucionar, no fue en ningún momento con ánimo de levantar el hacha de guerra, ya que lo único que dijo fue que si alguien tenía alguna idea de cómo arreglarlo que se lo comentara y a ver si entre todos encontrábamos la solución.



               Fueron varias las interpretaciones de sus palabras, entre ellas, alguien vio un arma para atacar al ayuntamiento.



               El médico tiene una hija, Mª Carmen, casada con el hijo de D. Ceferino un terrateniente del pueblo de al lado, Fernando, su hijo, es agricultor y trabaja en las tierras de su padre, tienen buena fortuna y no muchas ganas de trabajar, pero que animado por su progenitor y por su suegro, teniendo como tiene mucha labia y simpatía, se ha afiliado a un partido de centro derecha y es la oposición a Manolo, o sea al alcalde.



               Fernando, pronto vio que era el campo abonado para interpelar al alcalde en el próximo pleno.



               Las Hermanas de Santa Marina, capitaneadas por Julita, la presidenta, dispuesta a lucirse ante “su” Manolo, las señoras del ropero, cuyo estandarte llevaba Rodrigo y su mujer Amparo, el médico, y varias personas importantes del pueblo siguieron a Fernando, el jefe de la oposición. Por el otro bando no existían todavía fuerzas vivas porque entre otras cosas no iban a misa de doce y no les quitaba el sueño que una higuera hubiese invadido el campanario.




viernes, 8 de noviembre de 2024

LA HIGUERA (Capítulo I)

  Todo ha ido bien, vuelvo a empezar.

 

LA HIGUERA

Pedro Fuentes



PROTAGONISTAS DEL RELATO POR ORDEN DE APARICION



Florián: Cura párroco.

Servando: Farmacéutico.

Amadeo: Cartero y alguacil.

Luis: Secretario del Ayuntamiento.

Manolo: Alcalde electo del pueblo.

Rosendo: Sacristán.

Angustias: Esposa de Rosendo.

Isabel: Maestra del pueblo 

 Martina: Esposa del médico (Ceferino)

Lolita: Mujer del farmacéutico (Servando).

Ursula: Viuda de un terrateniente, madre de Julita.

Julita: Hija de Ursula y “novia” de Manolo. Presidenta de la Hermandad de Santa Marina.

M.ª Carmen: Hija del médico (Melquiades) . Casada con el hijo de Ceferino (Fernando) .

Ceferino: Terrateniente del pueblo de al lado. Padre de Fernando. Suegro de M.ª Carmen

Fernando: Hijo de Ceferino y esposo de M.ª Carmen. Jefe de la oposición en el Ayuntamiento.

Rodrigo y Amparo: Miembros de la Hermandad de Santa Marina.

Melquiades: Padre de M.ª Carmen. Suegro y protector político de Fernando.

Timoteo (Tim): Miembro del partido Izquierda-Los verdes. Socio de gobierno en el Ayuntamiento y concejal de urbanismo.

Ricardo: Amigo de Isabel. Corresponsal del periódico La Provincia.

Efraín: Primo de Tim.

Evaristo: El gitano.

Rosita: La cabra

CAPITULO I

 

               Don Florián era el cura párroco de aquel pequeño pueblo de la sierra, un bonito pueblo al que todavía no se le habían adosado urbanizaciones de veraneantes.

               La vida allí era apacible, no estaba cerca de ninguna carretera importante y ni siquiera tenía estación de tren, que se hallaba en el pueblo vecino, a doce kilómetros.

               Ya llevaba el párroco 10 años en el pueblo y anteriormente había estado destinado en una parroquia de la capital durante 2 décadas más, pero por motivos de su delicada salud, lo enviaron a la sierra, donde el aire y la vida eran más sanos.

               Una tarde del final de la primavera, cuando salía de tomarse un café en el bar de la plaza, mientras jugaba unas partidas de dominó con don Servando el boticario, Amadeo el cartero y alguacil, y don Luis, el secretario del ayuntamiento; alzó la mirada hacia el reloj del campanario que en ese momento marcaba las seis menos 2 minutos y aligeró el paso porque las señoras del ropero estarían al llegar a la sacristía; pero luego se paró en seco y se dio cuenta de que en la torre, a media altura, equidistante del suelo y de la ventana de la campana, había un par de tórtolas posadas, ese no era el problema, era peor, una planta, al parecer una higuera, había nacido allí y por la actitud de las tórtolas y su monótono canto, solamente faltaba que hiciesen nido en el campanario.

               Dio don Florián media vuelta y volvió sobre sus pasos hasta el bar, abrió las tiras de la cortina de metal de la puerta y asomando medio cuerpo llamó al alguacil y al secretario, indicándoles con la mano que le siguiesen, cosa que hicieron ellos dos y don Servando que gozaba de una curiosidad innata.

               Cuando los tres estaban fuera, al costado del párroco, éste, señalando la torre del campanario les preguntó:

               ¿Qué ven ustedes?

               El primero que habló fue Amadeo, que dijo:

               El campanario.

               El secretario, Luis, que gozaba con la caza dijo:

               Dos tórtolas.

               El boticario, Servando, más observador, temiendo que don Florián lo apartase, por su conocido laicismo, indicándole que él no lo había llamado, dijo:

               Dos tórtolas posadas en una rama de la higuera que sale del campanario.

               Ahí quería llegar, de la pared del campanario sale una higuera que por el poco tiempo que tiene parece ser de grandes proporciones, dijo el cura.

               Amadeo, el cartero, que de naturaleza sabía, porque se había criado en ella toda la vida, comentó que las higueras salían muchas veces en lugares insospechados porque la semilla venía en las heces de algún pajarillo que antes había comido higos y claro, la semilla, debidamente abonada y con algo de lluvia germinaba.

               El boticario, estuvo a punto de hacer una broma de mal gusto sobre la defecación y el lugar de la misma, pero al mirar al cura, se sonrojó porque éste pareció adivinarle el pensamiento, y cambiando de tema dijo, también con bastante mala idea:

               Pues torres muy altas han caído por culpa de una higuera nacida en mal lugar.

                El secretario, como cazador comentó:

               Esas tórtolas parecen estar preparando nido, no es un sitio muy habitual, pero como nadie las molesta; como secretario; pensó en voz alta:

                Esto no se arregla fácilmente, porque está a una considerable altura, desde el campanario no se puede llegar a ella y poner un andamio puede salir muy caro y peligroso.

               Hay que sacarla cuanto antes, además, llevamos mucho tiempo detrás de arreglar la iglesia y solo faltaba que ahora tengamos que ir al obispado con otra cosa, pensó don Florián. Luego dijo al secretario:

               Hable con el alcalde y mire usted qué se puede hacer, pero tendrá que ser con la máxima urgencia.

               El boticario medró y comentó que claro, eso era algo que no correspondía al ayuntamiento sino a la iglesia y a sus fieles.

               Ya se habían reunido allí varias personas que miraban el campanario, escuchaban a las personas que hablaban y había una pequeña polémica entre las gentes del pueblo por culpa de la higuera.

               A la mañana siguiente el secretario, en cuanto el alcalde electo, llegó al ayuntamiento, se acercó a él y le comentó la reunión de la tarde anterior.

                Manolo, el alcalde, personaje que la mayor parte de su vida, tenía ahora 38 años, se la había pasado en Madrid, matriculado en varias carreras, no todas a la vez, sino de una en una, porque según él no terminaba de encontrar su vocación.

*               Metido en todos los follones posibles, porque además de no gustarle estudiar, se había reunido con un grupo bastante “progre”.

               A la muerte de Franco y con la llegada de la Democracia, se había vuelto al pueblo viendo su gran oportunidad en la política.

-               De padres agricultores y llenos de fe en la inteligencia de su hijo único, al fin y al cabo, los años que vivió en la capital, estudiando, de algo le habría servido, ante la posibilidad de ser los padres del alcalde les llenaba de ilusión.

               A la explicación de los hechos que sucintamente le hizo Luis, Manolo sacó un paquete de tabaco rubio, le ofreció un cigarrillo al secretario, que lo aceptó, se puso otro en la boca y esperó a que su subordinado le diese fuego, era esta una de sus tácticas favoritas para crear un clima de interés y a la vez poder pensar lo que iba a decir y dijo:

               Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, y aspiró el humo del cigarro y soltándolo voluptuosamente pensó:

               “Ya me he quitado el problema de encima” y luego sentenció en voz alta:

                La iglesia es de Dios pues que la paguen los curas. Así dejó por zanjado el problema el alcalde, pero solamente fue el comienzo de lo que tenía que ocurrir posteriormente.

               D. Florián, ya conocía las salidas de tiesto que se jugaba Manolo, no se extrañó cuando, el secretario, a la tarde siguiente durante la partida de dominó; porque el alcalde le dijo que así lo hiciese para no darle carácter oficial a la negativa y de camino no tener que dar la cara él ante el cura, le comunicó extraoficialmente que el ayuntamiento no se podía hacer cargo, así que sin demostrar la mínima contrariedad, dijo:

               Dios pone a cada uno donde le corresponde.



 

 



domingo, 27 de octubre de 2024

jueves, 26 de septiembre de 2024

EL TI0VIVO

 


EL  TIOVIVO



Pedro Fuentes



Esta historia ocurrió allá por mediados de los 50, en un pueblo de unos 1.800 habitantes y que en aquellos tiempos vivía mayoritariamente de la agricultura.

Se encontraba situado a unos 18 km de una capital de provincias pequeña, omito el nombre para que no sirva de escarnio entre las poblaciones cercanas.

El protagonista de este relato, se llama Anselmo, hijo de un agricultor, sus ideas no eran seguir viviendo toda su existencia de un trabajo tan duro y sacrificado, por lo cual por su mente discurrían ideas para montar algún negocio.

Ocurrió que siendo las fiestas de la capital de la provincia, fue allí para divertirse.

Dando vueltas por la feria, se paró delante de un tiovivo no muy grande, con sus caballitos que giraban y subían y bajaban al compás de una música llamativa y monótona pero alegre.
Anselmo vio que subían muchas personas, padres con niños, parejas y algún grupo de chicos y chicas.

Casi cada vez el lleno era absoluto, miró el precio, lo multiplicó por las personas que subían, vio que muchos repetían, calculó lo que podían gastar de luz, en fin, preguntó, se informó del fabricante e incluso supo de alguno que se vendía de segunda mano.

Como tenía algunos ahorros pensó que con una financiación, al fin y al cabo, tenía tierras para poder ofrecer garantías, lo consultó con su padre, a éste no le supo muy bien, pero, Anselmo era su único hijo, él ya era mayor y pensó que mejor eso a que cansado del trabajo de agricultor, se marchase, además, si salía mal, quizás el dinero perdido le haría afianzarse más en el trabajo de la tierra.

Anselmo tenía hasta el sitio perfecto, casi al lado de la plaza Mayor, su abuelo les había dejado una casa ruinosa y que tenía el solar lo suficientemente grande para montar su feria particular, tiró lo que quedaba de ruinas, acondicionó el terreno, pidió los permisos y empezó los trámites de la compra del tiovivo, empezaría por uno de segunda mano, que le daban garantías y luego, según cómo fuese, quizás hasta podría ampliar el negocio.

La inauguración iba a ser a principios de Junio y como aquello, para el pueblo era un acontecimiento, Anselmo invitó a  todas “las fuerzas vivas” del lugar, allí estaba el alcalde, el cabo de la guardia civil, el cura, el médico,  la maestra, la hija del farmacéutico, ya que éste está muy mayor y su hija ya ha acabado la carrera y le va a sustituir al mando de la farmacia.

Eran las cinco de la tarde de un día muy caluroso para el tiempo que estaban, cuando todos ellos se reunieron en el solar que ya no aparecía yermo, una valla verde de madera lo rodeaba, una parte estaba plantada de césped y alrededor, por dentro de la valla, la madre de Anselmo había puesto su toque femenino plantando unas flores.
 
Se había acercado al evento casi todo el pueblo, incluso algún vecino del pueblo de al lado, más pequeño, pero que tenía una central  eléctrica que daba luz a  varios pueblos del contorno  y del cual dependían para la energía.

Para la inauguración, el alcalde, D. José diría primero unas palabras, luego pasaría D. Francisco el cura a bendecir las instalaciones, después todas las  autoridades subirían a los caballitos y darían unas vueltas, para finalmente el público en general podría subir previo pago de la entrada correspondiente.

Los caballitos tenían alrededor un toldo que bajaba y cubría todo el tiovivo y lo protegía de las inclemencias del tiempo y que estaba echada hasta el discurso del Sr. Alcalde, éste, dirigiéndose a la concurrencia les habló de los años de progreso que esperaban a todas las poblaciones de España, gracias al  Caudillo que dirigía los destinos del país.

Alabó  la actitud emprendedora que había llevado a Anselmo a ser precursor de la industria del pueblo y había abierto la puerta del turismo en aquella magnífica villa que él tenía el placer de dirigir.

Al grito de Viva Franco y arriba España, Anselmo que sujetaba las cuerdas del toldo, tiró de ellas y  lo subió, dejando al descubierto el tiovivo resplandeciente, con unas barras que brillaban con el sol de la tarde y unos caballos de todos los colores.




El señor cura, un orondo personaje de unos cincuenta y cinco años de edad, se acercó al tiovivo, le hizo señas aun monaguillo escuálido de unos 13 años y éste le acercó la estola que se puso encima del alba que ya llevaba, el monaguillo sujetó el acetre con su mano izquierda y le acercó a D. Francisco el hisopo, éste lo cogió, lo introdujo en el recipiente y sacudiéndolo sobre los caballitos dijo: In nomine patri et fili……   cuando hubo terminado, Anselmo pidió a los presentes que se subiesen para dar una vuelta de honor.

D. José, el alcalde, con buen criterio dijo a Anselmo y a los demás invitados:

Yo creo que no es conveniente que subamos, delante de todo el pueblo, me parece que seremos pasto de las risotadas del personal.

Todos asintieron menos el monaguillo que se aferraba al cura y que estaba viendo que iba a perderse lo mejor.

Anselmo, hombre de negocios y de mundo, viendo que se le terminaría el acto en un momento contestó:

No, Sr Alcalde, está todo previsto, como han visto Uds. Hay un  toldo que cubre todo el artilugio, así que cuando ustedes estén en la plataforma, yo bajaré el toldo, suben a los caballitos y cuando hayan dado unas vueltas, cuando bajen, subiremos de nuevo el toldo y haremos que la gente aplauda.

Bueno, si es así, sea por el progreso, dijo el Alcalde y todos asintieron, menos el monaguillo que quería pasar lo más desapercibido posible no fuese a quedarse en tierra.
Todos subieron a la plataforma, bajó el toldo y se subieron a los caballitos, primero el alcalde, luego el sacerdote, a continuación el cabo de la guardia civil; la farmacéutica, a quien gustaba el médico, joven, recién llegado al pueblo, se subió delante de él tomando pose de experta amazona, después se montó la joven maestra, también recién llegada y en su primer año en el cargo, subió luego el monaguillo, con los bártulos de la bendición y procurando que no se le viese.

A la voz de adelante, dicha por el cabo, que ya había visto al monaguillo y al que estuvo a punto de descabalgar pero no le dio tiempo, el tiovivo se puso en marcha.

Había dado el artilugio siete vueltas, cuando Anselmo oyó la débil voz del alcalde que decía:

 ¡Anselmo!, ¡ya vale!  

Anselmo, presto a obedecer la orden, se acercó a la palanca del freno, quizás por los nervios, a lo peor por una mala instalación, se quedó con el hierro en las manos y aquello no frenó, se dirigió a donde estaba el interruptor general y no lo encontró, eso fue porque con las prisas del montaje y por falta de luz habían hecho un tendido provisional y directo.

Nadie había para dar órdenes, las personas que lo habrían podido hacer estaban todas atrapadas en un aparato que a falta de freno, la inercia iba acelerando.

Ya llevaban como unas treinta vueltas cuando se oyó al cura que gritaba “¡por Dios!, ¡que paren esto!”.  A la vuelta cuarenta el Guardia Civil gritó:

¡¡Paren esto o fusilo a alguien!!.

Anselmo, desesperado, sudando, manchado de grasa, no sabía qué hacer, a punto del llanto oyó a su padre que le dijo:

 Coge el Land Rover y vete a la central y que corten la luz.

Anselmo una vez más se tuvo que rendir a la sabiduría de su padre. Cogió el coche  y salió a lo que daba de sí. Pasaban de las cien vueltas cuando llegó a dar la orden de corte de energía eléctrica, luego, a la misma velocidad, bajó para poder subir la lona.

Cuando al fin izó el toldo, el espectáculo fue dantesco.

 El Sr. Alcalde estaba a los pies de su caballito vomitando
.
El cura se encontraba arrodillado sobre los talones, detrás de su caballo, rezando y llorando.

El cabo se mantenía erguido sujetándose a la barra de su caballo, en sus pantalones se notaba que sus esfínteres no le obedecían.

El médico, bastante desmejorado,  arrodillado al lado de la farmacéutica, que estaba tendida y desmayada, le daba aire.

La maestra, fiel a su magisterio, se había abrazado al  caballo, estaba medio inconsciente, pero enseñando todo su muslamen, por cierto digno de ver.

 El único jinete que se encontraba erguido era Ricardito el monaguillo que se estaba echando un trago largo de agua bendita.

El pueblo, pese a los años pasados sigue riendo. Anselmo no ha vuelto de Alemania ni de vacaciones, la farmacéutica se casó con el médico, al cura lo enviaron a otro pueblo, el cabo solicitó traslado, el alcalde se retiró de la política y vive de las rentas, la maestra se casó con un rico terrateniente del pueblo de al lado. Ricardito se fue a Madrid a estudiar y no se sabe gran cosa de él.                                                       


FIN