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viernes, 18 de marzo de 2016

LAS CUCARACHAS

Con este relato de hoy, me voy a tomar unas largas vacaciones en las que iré publicando algún relato pero no con fecha fija.

Mientras tanto, estoy preparando los libros "Las historias del búho" Tomo II y III 





 CUCARACHAS


Pedro Fuentes

Capítulo   I

La primavera de aquel año había venido adelantada y calurosa, con lo cual todos los insectos eclosionaron antes, así que, cuando la hija de Begoña, Leticia, nieta de la Sra. Pepita, con su marido y los tres hijos, pequeños, la última de meses, fueron a pasar la Semana Santa con la abuela, la  Sra. Pepita, que vivía sola, en un piso de su hija Begoña, no pudieron imaginar con lo que se iban a encontrar.  Llegaron a la casa, un piso grande, bastante moderno y acogedor, de una pequeña ciudad de provincias.

 A aquel piso,  Begoña, no iba normalmente, puesto que tenía un apartamento más céntrico y ella y su marido preferían estar allí.

Su otro hijo el hermano de Begoña  y los nietos por parte de éste, si iban, tenían aquel piso como si fueran a heredarlo, incluso lo llamaban la “casa familiar”.

Cuando aparecían por allí con uno o dos matrimonios  “invitados” dispuestos a pasar las fiestas patronales, alguna vez habían mandado a la abuela a dormir en el apartamento para ellos estar mejor.
Begoña, amante de la familia y dispuesta a pasar por todo, por el sentir familiar y su ánimo de ayuda, callaba y no protestaba.

Eran las diez de la noche cuando Leticia, su marido y sus tres pequeños, llegaron a la casa donde vivía la abuela, dejaron el equipaje en las habitaciones. Los niños dormirían en la habitación de Leticia cuando ere soltera y allí dejaron las cosas de los críos. Esta habitación, amplia, con una cama grande y espacio para la cunita de viaje de la pequeña, daba a una terraza cerrada por la que se podía acceder a la cocina, esta puerta, normalmente cerrada hacia la habitación, tiene una persiana que generalmente está abierta. Cuando la niña pequeña cenó, la llevaron a la habitación para que durmiese y luego cenar todos los demás.

Leticia cambió a la niña, desplegó la camita de viaje y acostó, luego fue a la puerta de la terraza, la cerró y bajó la persiana.

Un grito de horror heló la respiración de los demás habitantes, todos corrieron hacia allí, la niña grande empezó a llorar, la pequeña le siguió porque no comprendía qué pasaba, el niño, de cinco años dijo:

Papá, ¿Qué son?

La persiana era negra, por ella corrían miles de cucarachas, Leticia dijo:

Abuela, ¿No habías visto eso?

 “No, alguna de vez en cuando en la cocina”.

Leticia corrió hacia la cocina, cerró la persiana que daba desde allí a la terraza y se encontró con el mismo panorama, fue hacia su marido y le dijo:

Espérame en el coche con los niños que yo voy a matar todo lo que pueda y nos iremos al apartamento.

La abuela protestó diciendo que no era para tanto y que ella se quedaba.


                                                        Capítulo   II


Begoña y su marido, Alfredo, aparecieron a los cuatro días de la noche de las cucarachas, llegaron dispuestos a acabar con todas, así que compraron ocho o diez esprays mata cucarachas, venenos de todas las clases y  aquí se acabó el problema, pensaron.

Begoña y Alfredo, o Alfredo y Begoña, tanto monta, monta tanto, era una pareja que  en los años sesenta ya se enfrentaron a todo para salir adelante, se llevaron casi todos los palos de la vida, pero ahora, los dos jubilados y acostumbrados a tirar delante del carro, dijeron esta plaga no es una plaga.
Cuando aparecieron en el piso, después de desmontar unos cuantos muebles y ver lo que había, decidieron, decidió Begoña y dijo sentenciando:

Aquí hay que sacar todos los muebles y electrodomésticos y llamar a una empresa de fumigación.
Media hora más tarde ya sabía qué muebles y qué electrodomésticos poner y quien y cuando iban a fumigar.

La madre de Begoña, la Sra. Pepita no paraba de llorar, ¿cómo le iban a tirar los muebles de su vida? ¿Y sus recuerdos?, Una colección de recetas de cocina en fascículos de la revista Ama que tenía en un armario.

Pero eso no fue lo más duro ni ingrato.  Cuando su queridísimo yerno le dijo que después que en tres días no podía entrar en el piso, uno por el peligro de la cantidad de veneno que se había echado, y dos porque no era conveniente que entrara aire fresco que le diera tregua a las cucarachas, la batalla de San Quintín, fue un juego de niños con la que armó.

Llamó a su hijo para decirle que no le dejaban entrar en casa, pero no le dijo de la plaga ni la próxima fumigación.

Leticia, a instancias de su madre, llamó a Antonio, su primo, para explicarle la situación, a lo que contestó el primo que no era posible, puesto que él había estado en la casa hacía una semana y su “abuelita” no le había dicho nada. Es más, había estado con su mujer en el piso y no se creyó lo que decía su prima, porque “la abuelita” no le dijo nada, y no habían visto nada.


Capítulo  III


Una vez tomadas las riendas de la situación, Begoña y Alfredo se decidieron a atacar, lo primero la comunidad y Sanidad, luego una empresa de fumigación y otra de muebles y electrodomésticos, no había duda, había que tirarlo todo, muebles nuevos, electrodomésticos nuevos y antes una, dos, tres, las que hagan falta, fumigar, había que terminar con la plaga, llegaron a encontrar una cucaracha andando por el congelador, tan tranquila y fresquita. 
        
Llegó el equipo de fumigación, hizo un estudio de los animales, quedó en fumigar tres veces, la primera ya, la segunda una vez quitados todos los muebles y electrodomésticos y la tercera antes de poner los nuevos, todo esto no garantizaba la total desaparición.

Después de la primera vez, cuando Begoña empezó a tirar cosas, comidas, bolsas de legumbres etcétera, la Sra. Pepita lloraba y lloraba, se tiró hasta los congelados, mientras tanto, el fumigador dijo que allí no se podía entrar en cinco días, y la abuela decía:

Pues yo vendré esta tarde.

Begoña decidió quitarle las llaves, no se le podía hacer entender que con los venenos le podría dar algún desmayo y caerse, además, si los insectos tenían aire nuevo, el veneno no les haría tanto efecto.
Total, lloros a su hijo porque Begoña no le dejaba entrar en el piso.

No sabemos cómo entró, pero lo hizo.

Después de las tres fumigaciones, el encargado de ellas dijo:

No hemos encontrado a las hembras, son más grandes y cuando se sienten amenazadas sueltan montones de huevos, hay alguna posibilidad de que estén muertas en algún sitio inaccesibles o que haya quedado alguna viva, lo cual quiere decir que habrá que volver a fumigar.

Una vez pasada la última fumigación y pasados los días de rigor, la señora Pepita volvió a su casa, su hija y su marido se fueron de vacaciones y todo volvió a la normalidad.

Después de volver de un crucero, cuando Begoña llamó a su madre, ésta no contestó, un presentimiento le embargó, cogieron el coche y corrieron a la casa en la que vivía se madre.

Alfredo y su mujer abrieron la puerta de piso, era de noche y al encender la luz vieron como media docena de cucarachas gigantescas y miles de cucarachas pequeñas corrían por todos los sitios, entraron en la casa y buscaron a su madre, allí no había nadie, el único rastro fue el bolso de su madre, abierto encima de la cómoda de su habitación.

Salieron corriendo de la casa, preguntaron a los vecinos, nadie la había visto después de los tres  días que volvió a la casa.

Preguntaron a toda la familia, nadie sabía nada, denunciaron su desaparición a la policía, 

Llamaron a los fumigadores, entraron en el piso, ni rastro, esta vez sí pudieron acabar con las grandes hembras, de un tamaño descomunal, pero de la Sra. Pepita no había ni rastro, salvo por el bolso, se diría que no había entrado en la casa.


EPILOGO


Habían pasado tres meses y todo seguía igual, de la Sra. Pepita nunca más se supo, su libreta bancaria y su tarjeta no habían tenido movimiento, nadie supo dar razón de ella.

Alfredo estaba sentado en su sillón preferido en  casa, leyendo, cerró el libro y lo puso encima de la mesita era La Metamorfosis de Kafka, sonrió, dio una bocanada al puro que fumaba, miró al cielo y dijo dejando que el humo saliese de su boca voluptuosamente:

Los caminos del Señor son inescrutables.
               
F I N



viernes, 11 de marzo de 2016

1.500 METROS



1.500 METROS LISOS


Pedro Fuentes


Advertencia: Esta pequeña historia es verídica, los nombres y algunos datos significativos han sido modificados para conservar la privacidad de las personas, el autor declina toda responsabilidad si alguien se pudiese dar por aludido.

Corría el año sesenta y nueve del siglo pasado cuando a la gente joven, sobre todo estudiantes, les entró la fiebre del atletismo, los que tenían la suerte de ser de buena familia y estudiaban carrera universitaria si además estaban afiliados al Sindicato Español Universitario (SEU) podían entrenar en las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid, allí comienza y termina nuestra historia, en la que casi todos sus protagonistas se conocían.

Alfredo era un corredor de medio fondo que no destacaba gran cosa aunque luego, años más tarde algunos se encargaron de decir que era un corredor  de gran porvenir.

Era un chico joven, bastante amigo de las bromas, tenía una alopecia fulminante, pese a su corta edad, acababa de entrar en la universidad,  con dieciocho años, bastante acomplejado de su calvicie, pese a su carácter bromista, lucía una boina que creo no se quitaba ni para ducharse, por lo cual fue rebautizado como “El Boina”. La verdad es que en la pista de atletismo, corriendo y desde la grada no se apreciaba bien si era boina o una medio melena morena.

Se celebraban por aquellas fechas los preparatorios y clasificatorios de aquel año para el campeonato de España y Alfredo, como tantos otros se entrenaba para 1500 y 3000 metros.

En aquellos tiempos el equipamiento deportivo no era nada del otro mundo, Alfredo corría con una camiseta imperio blanca y un pantalón de baño negro, quiero recordar que con una fina tirilla blanca en los laterales. Sus zapatillas Puma de clavos, todo un lujo en aquellos tiempos y su ya conocida boina, chico de poco peso y poca estructura como cualquier corredor de fondo, con el pelo, poco, por detrás algo más largo de lo habitual para aquellos tiempos y la boina más parecía un famélico músico moderno con más cabeza que cuerpo.

Cuando fueron avisados los participantes para una serie de 1.500 metros, entre ellos Alfredo, se dirigieron a la salida, eran tres vueltas y media. El juez de salida mandó a los corredores a sus marcas, entre ellos “El Boina”.

Cada uno ocupó su lugar, se dio el disparo de salida y todos los corredores se apelotonaron, “El Boina” se situó en la segunda calle y de la mitad para  atrás.

La carrera iba bastante igualada y la media vuelta primera y la segunda fueron muy similares, salvo dos corredores un poco adelantados, Alfredo seguía por la calle exterior ligeramente rezagado de su predecesor y emparejado a otro corredor. A las tres vueltas alguien comentó,”El Boina” se ha retirado, en el pelotón no está y otro respondió y en la cabeza menos.

Nadie vio a Alfredo retirarse, no acabó la carrera, “El Boina”  había desaparecido, nadie supo de él hasta que un empleado que recorría las pistas viendo si los clavos de las zapatillas habían causado desperfectos, se encontró con un agujero de unos setenta centímetros de diámetro y más de dos metros de profundidad, de las que salía un lamento que decía “socorro, socorro, por Dios, sacadme de aquí” era Alfredo alias “El Boina”. Se lo había tragado la tierra, se había abierto un socavón y “El Boina” había caído en él sin que nadie se enterase. Ni que decir tiene que no se clasificó.

Según algunos comentarios, dejó el deporte, a otros he oído decir que se dedicó a los cien metros lisos, que como era más corta la carrera, si le pasaba algo se sabría antes.

Al cabo del tiempo me lo encontré un día. Se había dedicado a la política.






FIN


jueves, 3 de marzo de 2016

EL CHOCOLATE





EL CHOCOLATE


Pedro Fuentes

Corrían los años 90, casi ya en el dos mil, cuando un día por la mañana llegó Luis a la oficina y le dijo a Ricardo:

Vamos a tomar café.

Ricardo se levantó y se fueron a la planta donde estaba instalada una cafetera de monedas. cuando se tomaban el café, Luis sacó una pastilla marrón de unos 8 centímetros por 6 y le dijo:

¿Sabes qué es esto?

Sí, una pastilla de chocolate.

¡No!, no es porque la he probado y no sabe a chocolate.

“No, hombre no, del que se fuma, resina de hachís, pregúntale a Juan, él entiende algo de esto, trabaja con chavales y supongo que algo sabe.

Juan, que en sus ratos libres se dedica a montar conciertos para jóvenes, ha comentado que alguna vez ha visto al hijo pequeño de Luis por los conciertos.
 
Está en su despacho, Luis y Ricardo entran en él, Luis saca la pastilla  y le pregunta:

¿Sabes qué es esto?

 Sí, contestó, es resina de hachís, pero está lavada, eso le ha quitado algo de calidad. ¿Dónde la encontraste?

En el bolsillo de una camisa de mi hijo pequeño, la mujer la vio cuando la sacó de la lavadora, pero no puede ser, solamente tiene 14 años.

Si no te lo crees, pregúntale Miguel, ese es un experto, le contestó Juan.

El tal Miguel, joven, de veinte  y tantos años, en sus ratos libres toca la batería en un grupo heavy metal y trabaja de mecánico en la misma empresa.

Fueron hacia él, lo encontraron en el taller, los tres se acercaron y Luis le espetó:

Miguel, ¿Tú sabes qué es esto?

Miguel cogió la pastilla con aire de curiosidad,  la olió, cortó un pequeño trozo, se lo puso en la boca, se lo pasó de un lado al otro como si fuese un enólogo y sentenció:

Es resina de hachís, está lavado con agua fría, es de Marruecos, buena calidad, de la zona de Rissani, 4.000 pesetas la pastilla.


FIN

viernes, 26 de febrero de 2016

EL HIPOCONDRIACO



EL HIPOCONDRIACO


Pedro Fuentes


Esta historia está basada en hechos reales, por lo cual los nombres de sus personajes han sido modificados para conservar la privacidad de los mismos.

Alfredo estaba jubilado cuando Ricardo lo conoció, por la gran afición de los dos por la náutica y la pintura, pronto congeniaron, además tenían el barco en el mismo puerto y muy cerca el uno del otro.
Alfredo era el mayor hipocondríaco del mundo, su médico de cabecera no sabía qué recetarle, ya le había dado todos los placebos existentes.

Era tan hipocondríaco que creía tener todas las enfermedades menos las que en realidad tenía, su mujer era una enciclopedia médica, conocía más enfermedades y medicinas que un vademécum, su marido lo tenía todo y más fuerte que nadie, si le dolía la cabeza, o era un derrame cerebral o una embolia, si le dolía el pecho, bueno, eso era gravísimo, un cáncer, una tuberculosis, un ataque cardíaco, en el estómago podría ser cualquier cosa menos que se había pasado comiendo, porque eso sí, era un comedor compulsivo, sus males no se curaban comiendo, pero, se aliviaban bastante. Cuando le dolían las articulaciones, era reuma o artrosis seguro, según él, la espalda, la tenía totalmente rota, además, se auto-medicaba, Ricardo no le podía hablar de nada que fuese relacionado con la salud o la enfermedad, tampoco del hijo de Alfredo, que por cierto era médico forense.

Cómo sería Alfredo que una vez le contaba a Ricardo que había llegado a su casa de noche con su mujer, tenía muchísimas ganas  de orinar, según él por culpa de los problemas de próstata que llevaba desde hacía años y no se explicaba como el PSA no detectaba nada anormal, el caso es que con las prisas llegó al baño sin encender la luz, medio desabrochado el cinturón.

Con una mano se bajó la cremallera del pantalón y con la otra buscó entre la ropa, con las prisas cogió la punta del cinturón, la enfocó hacia donde creía adivinar el wáter y se puso a hacer pis, de pronto notó varias sensaciones, una que se estaba orinando encima y otra sensación fue que aquello que tenía entre la mano, era totalmente plano e inerte, se llevó tal susto que pensándose lo peor del mundo y tan mal se sintió que se escaparon dos lágrimas y gritó a su esposa:

¡¡Inés!! Mira lo que me ha pasado.

Inés corrió al cuarto de baño, encendió la luz y viendo el espectáculo  soltó una carcajada.

Alfredo al fin, armado de valor se miró entre las manos y un suspiro de alivio le recorrió, ya no le importaba ni haberse orinado encima ni las lágrimas escapadas.

Anselmo tuvo un final feliz para su hipocondría, una tarde de principio de verano, cuando todavía no apretaba  el calor, fue a hacer un recado con el coche, era de esas personas que exasperan por llevar una velocidad por lo menos treinta quilómetros por debajo de la permitida, frenaba en casi cada curva, el caso es que en un tramo de recta y en el que no había ni cuneta, tuvo un desmayo, se salió de la vía y se fue parando poco a poco, ya que no ejerció ninguna presión sobre los pedales, al fin, se acabó el recorrido contra un pequeño árbol que ni siquiera se partió.

 Las personas de un coche que iba detrás, vieron lo ocurrido, corrieron a socorrerlo, cuando llegaron vieron que estaba muerto sobre el volante.

Después de los trámites oportunos, le hicieron la autopsia, su hijo, que es forense  quiso saber lo que le ocurrió y estuvo presente.

El informe fue tajante, parada cardiaca sin motivo aparente, tenía un cáncer que se le había ramificado por todo el cuerpo, no había sufrido hasta ahora las consecuencias ni los dolores, no le quedaban ni seis meses de vida y una muerte muy dolorosa, un final espantoso, él que creyó tenerlo todo, murió sin tener nunca la certeza de que no era hipocondriaco sino un enfermo real.


FIN


viernes, 19 de febrero de 2016

CIENCIA-FICCION

PANORAMA POLITICO ESPAÑOL
Pedro Fuentes
Hoy, como muchos días, a las siete de la mañana, me he despertado, después de ir al baño y tomarme medio vaso de agua, cosa que tengo por costumbre, al volver a la cama, no he podido conciliar el sueño de nuevo, algo me rondaba en la cabeza, de pronto dije:
¡Coño! Si es muy fácil solucionar el problema actual de la política española, solamente hace falta hacer eso que nunca han hecho los españoles, sentarse a hablar y no a decir las cosas más alto que los demás, no mirar al enemigo político como un contertuliano de cualquier programa de televisión, hay que hablar y lo que es tan importante como hacerlo, hay que escuchar, ¡ESCUCHAR! Siempre se dijo: Quien habla siembra, quien escucha recoge.
Mi sencilla y simple idea es:
El señor Rajoy y el señor Sánchez, reunidos a solas, se tienen que plantear el problema y las posibles soluciones, a grandes rasgos, y según mi modesta opinión de ciudadano normal de la calle, sin otro interés que las personas puedan vivir tranquilas y sin ese malestar que se siente en la calle en los ciudadanos de a pie, que al fin y al cabo somos los que pagamos el pato de todos sus desmanes y cambios de humor.
Lo primero que hay que ver es que tal como está la situación, los dos partidos mayoritarios se van a poner en mano de los minoritarios y radicales dispuestos a romper todo lo que tantos años ha costado edificar, con tal de pillar la “teta de la vaca”.
PP y PSOE tienen mayoría absoluta entre los dos, bien, el ganador de presidente, el segundo de vicepresidente, sin enfrentamientos ni acritud, reparto proporcional de los ministerios según el presupuesto ya elaborado, al partido que le toque ministerio, de vice ministro al otro partido.
Por ley el mandato debe ser de un máximo de dos legislaturas.
En próximas elecciones, tendrá que gobernar el partido más votado después de una segunda vuelta si el ganador no tuviese mayoría, la segunda vuelta sería con los dos partidos más votados.
El Senado, sería eliminado.
Los expertos, desde el nivel Ayuntamiento al de Gobierno serían abolidos salvo la contratación esporádica de alguna consultoría para casos extremos.
El poder judicial tendría que ser absolutamente independiente con algún órgano superior elegido por consenso para poder corregir posibles desmanes o malas interpretaciones de la ley.
Problemas del país, estado o nación, que es lo mismo o debería serlo, al pueblo no le importan los matices que se le puedan dar a los significados:
Paro, corrupción, separatismo, cambios en la Constitución.
Básicamente esos serían los problemas principales y que parecen preocupar a los ciudadanos.
El paro viene ligado al empleo. De cajón, no se descubre la pólvora mojada, ¿Cómo fomentar el empleo?, de eso, los que más saben son los empresarios y sindicatos, a mayor abaratamiento de los costes, más empleo, a mayor producción, más empleo. ¿Cómo se produce más? Incentivando la producción y la calidad, luego salarios ligados a ello, ¿Cómo se fomenta el empleo? Incentivando a quién lo produce. ¿Cómo se evita el trabajo precario? En principio, aunque parezca un contrasentido con el contrato único. En fin, que los sindicatos y la patronal, incluida la pequeña y mediana empresa, que es la que crea más empleo, hablen, dialoguen, se escuchen y se den ideas por el bien de todos.
El empleo público tiene que disminuir y la creación de nuevas plazas, serán cubiertas por oposición debidamente reglada y garantizada la independencia a la hora de la elección de los candidatos idóneos.
La corrupción. “La mujer del Cesar, además de ser honrada,  tiene que parecerlo” Hace falta un acuerdo para todos.
Antiguamente, había un “certificado de buena conducta”, no estaría mal que los partidos estudiaran el pasado y presente de sus políticos además de su patrimonio y familiares en primera línea. Aun así, tendría que haber un acuerdo y más que acuerdo, una ley para todos, en la cual, cuando un político se ve inmerso en una causa de cualquier tipo de delito, se le inhabilite para la política o cualquier empleo dentro de los partidos, una excedencia, mientras dure la causa, si es juzgado y condenado, la inhabilitación debe ser a perpetuidad, si es inocente, se le restituirá al puesto donde cesó. Las penas en las que incurriesen serán de total cumplimiento, siendo aumentadas si no devuelven el dinero sustraído o indemnizados los daños ocasionados.
Si se considera que la Constitución debe ser modificada, que esos dos partidos mayoritarios y todos los de representación parlamentaria, creen una comisión para ver qué se puede modificar y qué se debe hacer.
Una vez hecho el estudio, llevar los acuerdos al Congreso para que se ratifique por dos tercios de las cámaras. En el caso de que se apruebe, será sometida a referéndum y aprobada por tres quintos del electorado. Una vez ratificada por el pueblo, se disuelven las cámaras y se convocan elecciones. Los representantes elegidos, tendrán que jurar la Constitución, si no lo hacen, o aceptan el “juego democrático” con lo cual no se les puede dar cabida en un parlamento democrático.
Asimismo, toda persona que trabaje para el estado, tendrá que jurarla. Igualmente, toda persona al cumplir la mayoría de edad, la tendría que jurar. Si no lo hiciese, no podrá acceder a empleo público o a la política.
Todo político elegido democráticamente, al acceder al puesto para el que fue nombrado, tendrá que jurar la Constitución.

En la nueva Constitución, clarificar en los delitos que se incurren los procesos separatistas y poder necesario para que la mayoría del Congreso pueda hacer cumplir la Ley de manera preventiva sin ninguna dilación ni esperas a la sentencia del Constitucional.

viernes, 12 de febrero de 2016

UNA HISTORIA DE AMOR



UNA HISTORIA DE AMOR

CAPITULO I

Era Enero de 1.972, cuando Ricardo llegó a Barcelona, para tomar posesión de su plaza en una multinacional, había terminado la mili y salía de Madrid donde pasó los mejores años de su vida.

Conocía Cataluña desde el año 67 ya que solía pasar las vacaciones de verano en la Costa Brava.

En aquellos tiempos, en Cataluña se vivía muy bien, había un gran ambiente cultural y cosmopolita, nadie era extraño allí.

Ricardo había dejado en Madrid una novia y esperaban que en un año o año y medio, se reunirían para siempre en Barcelona.

Nada más entrar el primer día en el despacho, sus ojos se entrecruzaron con los de una muchacha delgadita,  pelo corto y recogido justo por debajo del lóbulo de las orejas donde solo se insinuaban unos pendientes pequeñitos de oro con coral en el centro, pelirroja y con unos dientes brillantes que parecían querer salir a sonreír entre unos labios sonrosados y carnosos,

Con una tez blanca transparente en el que asomaban unas pecas que le daban un aire infantil, aunque acababa de cumplir los treinta años. Al cruzarse las miradas, su palidez se convirtió en un rojo escarlata como su pelo rizado.

Cuando se dio cuenta, bajó la mirada e hizo que trabajaba.

Ricardo, en ese mismo momento, se quedó ensimismado y no se rompió de milagro una rodilla al chocar con una mesa.

Hubo una risita general y una mirada de dolor en la cara de ángel de Toñi, que así llamaba la pelirroja de la historia.

A la salida, Ricardo se las arregló para encontrarse con ella, en realidad salió casi al mismo tiempo pero mientras Toñi esperaba el ascensor, Ricardo corrió por las escaleras y casi “chocó” con ella al salir a la calle, con el tiempo, sincerándose entre ellos, resultó una estrategia a dos bandas en la que cada uno sabía perfectamente dónde y cuándo se iba a producir en encontronazo.

 Le acompañó a la boca del metro porque hasta allí Ricardo tenía coartada, puesto que él había encontrado un alojamiento cercano hasta buscar un piso de alquiler.

Ricardo aquella tarde paseó por el barrio gótico, oyendo a músicos callejeros, luego cenó cualquier cosa porque no tenía apetito y se fue al hostal donde residía, pasó la noche dando vueltas en la cama hasta  que llegó la hora de levantarse para ir a la oficina, nunca había ido tan contento al trabajo.

No era una persona enamoradiza, en realidad, solamente había estado enamorado una vez, cuando tenía 16 años y conoció a su primer amor.

 Lo de Mary Paz, su novia de Madrid, era otra cosa, 

Vivía solo en Madrid, ella era una amiga de casi toda la vida y habían llegado al noviazgo como algo natural después de una relación en la que los dos estaban cómodos.   Cuando Ricardo vio por primera vez a Toñi, supo que no podía engañar a Mary Paz y que tenía que hablar con ella, pero, ¿cómo iba a decirle que al segundo día de llegar a Barcelona, había visto a una mujer y se había enamorado de ella?  Y sin saber siquiera si ella le correspondía.


CAPITULO  II

Al poco tiempo, una semana, Ricardo y Toñi, salían asiduamente, mucho les unía, entre otras cosas, y sobre todo por encima de ellas, estaba el teatro, la gran pasión de los dos, además ambos habían estado integrados  en compañías y grupos de teatro amateur.

En la multinacional que trabajaban, había colectivo que se dedicaba a organizar actos de todo tipo en el tiempo libre.

Toñi y Ricardo se propusieron montar una obra de teatro, para lo cual, hicieron un proyecto y lo presentaron a los encargados de las diferentes actividades.

Como ya se presentaba la primavera, decidieron empezar los ensayos en serio para septiembre, con el nuevo curso, la obra era “El baile” de Edgar Neville y la dirigía Ricardo, que ya había montado algunas cosas en Madrid.

El amor los unió y los tremendos celos de Toñi los separaba, además por aquellos tiempos, a Ricardo lo enviaron temporalmente a otra provincia para organizar unos sistemas nuevos de trabajo, así que no podían verse siempre y a todas las horas, solamente los fines de semana y algún día que Ricardo podía escaparse por la tarde para ir a verla, haciendo doscientos kilómetros.

Fue un amor suave, agradable, tierno, especial, los encuentros entre ellos eran fugaces porque no había tiempo para más, los fines de semana del final de la primavera se reunían en algún pueblecito de la Costa Brava, eran felices hasta media hora antes de partir, entonces aparecían los celos de Toñi, era capaz de imaginar todas las traiciones del mundo por parte de Ricardo en esa semana que iba a transcurrir hasta el próximo encuentro.

Cuando se separaban, todo el amor, todos los grandes recuerdos de las horas pasadas se convertían en sinsabores en el corazón de Ricardo y más de una vez pensó en romper la relación por la amargura que le dejaba, luego recapacitaba y se decía que cuando estuviesen juntos para siempre se pasarían.

Por parte de Toñi se convertían las separaciones en planes maquiavélicos para intentar descubrirlo en una traición, pensaba incluso que a veces, cuando tenía que ir a Madrid, por trabajo, se reunía con Mary Paz, cosa imposible, porque además, cuando habló con ella para romper la relación, le sentó tan mal que terminaron fatal, sin posibilidad ni de la amistad que habían tenido antes del noviazgo.

Durante el verano Toñi marchó con sus padres, sus dos hermanas gemelas, de veinte años y un hermano más joven que ella y que estaba acabando Telecomunicaciones a una población del norte de las Costa Brava.

 Ricardo iba bastante por allí, por la tarde, se integró bastante bien con toda la familia, pero con tanta gente, no había nunca un momento de intimidad y luego a la hora de la despedida, generalmente después de cenar, volvía con el amargor de la escena de celos correspondiente, era sospechoso de irse de marcha antes de llegar a su casa.

Cuando Toñi empezó atrabajar, después de las vacaciones, Ricardo, que seguía  trabajando en la otra población, porque le propusieron quedarse allí realizando el trabajo nuevo, vio una oportunidad laboral y se quedó ya que las condiciones eran mejores.

 El primer día que pudo ir a Barcelona, se reunió con Toñi, ella estaba en uno de sus peores días de celos, la escena fue monumental, Ricardo se lo tomo a juerga, que era lo único que le quedaba y le dijo que sí, que él necesitaba tener a cientos de mujeres a su alrededor, que si quería tener un harem, que no sabía qué veían las mujeres en él, que todas se le insinuaban.

Estaban en una cafetería, ella se levantó llorando y se fue, Ricardo pensó que iría hacia el metro, con lo cual saldría detrás de ella y la alcanzaría antes de llegar.

No la vio, la había perdido y luego supo que era para siempre.


CAPITULO  III

A primeros de Octubre, un año después, el hermano de Toñi le llamó le dijo:

Ricardo, Toñi está en el Clínico, le han detectado un cáncer en el pecho, se lo han cogido demasiado tarde, está en las últimas.

Ricardo salió del trabajo, corrió a Barcelona, fue al Clínico y allí localizó a Toñi, siempre había sido delgada, pero ahora no llegaba ni a los treinta kilos, estaba completamente rapada, sus pecas no eran sino unas manchas cadavéricas, según le dijeron que había perdido la vista y no reconocía a nadie. 

Ricardo le cogió la mano izquierda, que no tenía ningún catéter, le dio un tierno beso en los labios y le dijo: ¡Toñi! , ¡Mi amor!, ¡te quiero!

 Abrió sus ciegos ojos, una leve sonrisa apareció en sus labios  y expiró.

Ricardo apretó su pequeña mano y lloró amargamente como nunca lo había hecho.


FIN

viernes, 5 de febrero de 2016

LA COMIDA


YO CONFIESO


La comida

Un día estábamos comiendo en un restaurante de Huesca mi mujer, Azucena, y yo. Tres mesas más allá había dos parejas que por las pintas y de lo que hablaban monté una historia, mi mujer me decía:
Menuda película estás montando en un momento.

En ningún momento sospeché el final, pero como había que dar un final diferente y sorprendente lo hice.


LA COMIDA   

Pedro Fuentes

974 22………..¿ Mariano? ¡Hola! ¿Eres tú, Mariano?, ¡Soy Jorge! ¡Caray!,  cuánto tiempo sin hablar contigo, casi un año, mira, te llamo porque tengo muchas ganas de verte.

El martes que viene tengo que ir a Huesca a un juicio y he pensado que quizás pudieras reunirte con nosotros y por lo menos comer juntos, yo voy en el AVE, porque tengo que estar a las once en el juzgado, llamaré a mi madre para que venga y le diré que avise a tu madre y comemos los cuatro juntos si te parece bien.

Bueno, vale, no le diremos nada a tu madre de que vienes y así se llevará la sorpresa, vale, vale, nos veremos entonces a las dos en “As campanas”, ya reservaré la mesa yo, ven puntual y así nosotros estaremos un poco antes y le daremos la sorpresa a tu madre.

Vale pues, un abrazo y hasta el martes.

Jorge y Mariano se conocen de toda la vida, son uña y carne, nacieron en la misma casa donde residen sus madres respectivas, sus viviendas son pisos contiguos del mismo edificio, fueron a la escuela juntos, salían juntos de jóvenes, luego Jorge se fue a Madrid a estudiar, hizo derecho y allí mismo entró en un bufete muy afamado, pasando de ser pasante a asociado, no le va mal la cosa.

Mariano, no tan buen estudiante y un poco débil de espíritu se puso a trabajar, estudió empresariales, pero al final trabaja como agente de seguros en una  casa  puntera en el ramo y tiene una buena cartera, su labia,  su simpatía y su don de gentes le ha dado pingües resultados.

La madre de Jorge, Lola, tiene sesenta años, no ha trabajado nunca fuera de casa, se dedica a las labores propias del hogar.

Se quedó viuda de un militar cuando Jorge tenía cinco años y se dedicó en cuerpo y alma a su educación.

La de Mariano, Adelina, es madre soltera, tuvo al niño casi al mismo tiempo que Lola, se llevan seis meses.

 Adelina, es más joven, fue madre con diecinueve años, fruto de un novio que desapareció.

La familia de Adelina no quiso saber nada, a los primeros síntomas de embarazo, la enviaron a Huesca donde tenía un tío lejano, le compraron el piso, le dieron algo de dinero y su tío le ayudó, sin hacer mucho acto de presencia. El tío, Mariano, fue el padrino de la criatura y le pagó los estudios en un buen colegio.

Adelina cuando el niño tenía dos años se puso a trabajar en una fábrica y vivió dedicada también a su hijo, ayudada bastante por su vecina, sobre todo cuando Lola se quedó viuda.

El martes  Jorge llegó a Huesca, fue al juicio donde defendió a un ex marido en un caso de divorcio bastante liado, el hombre era agente comercial y un día que se sintió mal, volvió a casa a media mañana, su mujer aprovechaba las salidas del marido para dar entrada ella a un amigo que tenía, y así los pilló el marido despechado.

La mujer no trabajaba, había dejado el trabajo al casarse y en base a eso, quiso que el juez le asignara una pensión vitalicia y el piso. 

Al no tener hijos no pudo aprovecharse de la circunstancia para que condenaran al marido.

Jorge, que era buen abogado, consiguió como un buen trato darle seis meses de una pensión equivalente al sueldo base interprofesional.

Nada pudo hacer la abogada de la ex por ella, el juez no se dejó convencer por lloros y desesperos.
Cuando Jorge salió del Juzgado, fue a casa de su madre, que estaba bastante cerca y allí, cuando terminaron de arreglarse las mujeres, salieron a la calle.

 Adelina, que con el tiempo, y con la ayuda de su tío y de su hijo, había montado una pequeña mercería,  se defendía bien económicamente.

Los tres se dirigieron a un restaurante que estaba de moda, del casco viejo “As campanas”, un sitio acogedor y con buena cocina típica aragonesa.

Llegaron a las dos menos diez y pidieron unos vinos del Somontano y unas aceitunas mientras leían la carta, Jorge y su madre iban hablando entre ellos para alargar el tiempo y que  llegase Mariano, al fin llegó. Su  madre, a la que habían sentado de espaldas a la puerta, fue sorprendida, porque Mariano fue por detrás y le tapó los ojos, pero no le engañó, ella notó rápidamente el olor a la colonia que usaba su hijo. Todos se levantaron y se repartieron abrazos, se sentaron cada uno de ellos a lado de su madre, las cuales quedaron en medio.

La comida fue una gran fiesta, Jorge, más alto y grueso que Mariano, que era más bien pequeño y delgado, llevaba la voz cantante, Mariano lo miraba fascinado como siempre había sido.

Comieron una buena ensalada ilustrada, borrajas con salsa de almendras, pochas con almejas, y de segundo todos coincidieron con el ternasco de Aragón al horno con patatas a lo pobre.

De postre les pusieron un carrito con pasteles de la casa y acabaron con él, sobre todo por parte de los hombres a los que les encantaban los dulces y no pensaban en guardar la línea.

La velada se alargó bastante y Adelina dijo que tenía que marcharse a abrir la mercería.

 Jorge y Mariano decidieron  ir andando a la estación, así que salieron ellos hacia el sur y ellas hacia el centro ya que Lola le dijo a Adelina que le acompañaría.

Los dos amigos se dirigieron hacia la estación charlando. Jorge le dijo a Mariano, la próxima vez a ver si es en día de fiesta y nos vemos con nuestras mujeres y los chicos, que  no se van a conocer.

Adelina y Lola se cogieron del brazo y Lola le dijo susurrando al oído: ¿Tú crees que sospecharán alguna vez que somos pareja de hecho?


                                                                                 FIN