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viernes, 30 de octubre de 2015

LA OUIJA ¿Donde estás, amor)

Un viernes más, con un nuevo RELATO PALMERO, espero que os guste. Relato muy adecuado para contar alrededor de una hoguera la noche de Difuntos.

                    ¿Dónde estás, cariño?

Otro relato canario, este es pura ficción, salvo las descripciones de La Palma y las peleas de gallo del Circo de Marte, yo he ido, creo que ya no se celebran, pero si alguien quiere, en la Red hay muchos anuncios de compra y venta de gallos, supongo, que si están prohibidas, aunque sean ilegales “haberlas hailas”.


Gallo de peleas

Hace muchos años, una amiga de mi familia, gallega, por más señas y viuda reciente, medio año, la encontramos por la calle, en aquellos tiempos de lutos rigurosos, la encontramos con una ropa con bastante colorido y una señora que venía con nosotros, le dijo:
¡Ay!, Fulanita, mi niña, como me alegro de verte tan guapa y tan alegre, después de lo que has pasado.
Y ella le contestó:
Es que ya lo he encontrado, se ha reencarnado y vive en California.
Yo era un crío, menos de diez años, aquello se me quedó, luego, cuando le pregunté a mi madre y riéndose balbuceo no sé que cosas, siendo ella tan religiosa como era, no me atreví a preguntar más, pero se me quedó gravado y de ahí salió el relato al cabo de los años.



¿DONDE ESTAS, AMOR?
Capítulo I
Pedro Fuentes
 Aurora, próxima a cumplir los cincuenta y cinco, está casada con Federico y viven en La Palma, Islas Canarias.
Tienen dos hijos, el mayor, Eloy, de treinta años, vive en Madrid con su mujer, Enriqueta.
Marchó a estudiar allí, la conoció a ella y acabados los estudios encontró trabajo y se casaron.
María Fernanda, la pequeña, de veinticinco años, terminó los estudios de veterinaria, le dieron una beca y anda por Alemania, le quedan dos años para volver, pero dice que si encuentra un trabajo, se queda allí, pese al frío que pasa.
Federico tiene una agencia inmobiliaria de alquiler y venta de apartamentos en Puerto Naos, cerca de Los Llanos de Aridane, ellos residen en Santa Cruz y él va y viene cada día, por lo que pasa mucho tiempo fuera de casa.
Aurora, que ha permanecido toda la vida en casa, al cuidado de sus hijos y su marido, ahora comienza a sentir el síndrome del nido vacío, aunque ha intentado llenar su tiempo con gimnasio y actividades diversas junto con su grupo de amigas.
Federico, hombre trabajador, pero algo mujeriego, siente que su vida ya comienza a declinar y se agarra a ella con todas sus fuerzas, así que con la excusa del trabajo y del futbol, gran seguidor y de la Junta directiva del Club Deportivo Mensajero, club de tercera división y eterno rival y enemigo del Sociedad Deportiva Tenisca, sobre todo después del año 1.983,  aunque los años que han coincidido en la misma categoría tampoco han sido poca cosa, pero de esto ya hablaremos en otro relato.
Físicamente Aurora no representa la edad que tiene, debido al culto al cuerpo y la gimnasia, e  institutos de belleza, casi se podría decir que aparenta unos cuarenta y siete u ocho, siendo la envidia de muchas de sus amigas.
Estas envidias habían lanzado comentarios de muy mala idea, haciendo creer a quien las escuchaba que Aurora se cuidaba tanto porque algo tenía que ocultar.
Todo era fruto de las envidias y mal hacer de gentes que en muchos casos no tenían nada que hacer o que así ocultaban sus propios pecados.
No había nadie en La Palma que pudiese decir nada malo sobre Aurora, al contrario, era tan inocente que no sospechaba ni de su marido, al que seguía queriendo.
Federico aprovecha cualquier situación para montarse alguna juerguecita que otra, pero si hay mujeres por medio, es bastante prudente y discreto y no se le conocen escándalos.
Diferente es cuando las juergas se refieren al futbol o a alguna que otra botella de whisky de más.
Por aquellos tiempos, llegó a La Palma un director de banco ya establecido en Santa Cruz.
Federico, cliente de este banco y por el que pasan muchas de sus operaciones, no tardó en conocerlo e invitarlo a él y a su esposa a su casa a cenar.
Fue una velada agradable y las dos mujeres congeniaron desde el primer momento, la esposa del director, Carmiña, gallega, y Aurora, de aproximadamente la misma edad, encontraron un montón de temas en común, las dos además estaban en la misma situación con los hijos, los de Carmiña, dos varones, se quedaron en Galicia porque están a punto de terminar sus respectivas carreras y pensaron que sería mejor seguir hasta el final en Santiago de Compostela.
Aurora pronto ha empezado a presentar a Carmiña en su círculo social.
En La Palma, cuando alguien llega, y si es de la península mejor, se le abren todas las puertas, hasta que por lo menos se sabe vida y milagros del forastero, luego, si es soltero o soltera, hay que intentar casarlo lo antes posible, un dicho de La Palma es que no tiraban paracaidistas porque no volvía ninguno.
De igual forma, Federico empezó a llevar a su nuevo amigo, Rogelio primero al local social del Mensajero, luego al Casino y luego a la puerta del local del Tenisca para decirle donde no podía ir nunca.
Rogelio no era muy futbolero, pero además por su cargo tampoco le interesaba tomar bando por una parte de la ciudadanía, así que se alejó un poco de la afición al futbol de su nuevo amigo.
A Carmiña le gusta jugar con las cartas del  tarot y aprovecha muchas ocasiones para “leer la mano” de sus nuevas amigas, e incluso les insinuó que más adelante harían una “ouija”.
Esa novedad les encantó a sus nuevas amigas.

Capítulo II

Entraba y la primavera en La Palma, se mostraba exultante, por todos lados aparecían flores, la humedad que venía del Atlántico chocaba contra las montañas e inundaba de pequeñas gotas de humedad los bosques de pino canario, tilos y laurasilvas, bajo los cuales crecían los helechos.
Aurora y Federico tienen una pequeña finca en Breña Alta y allí pasan los fines de semana, bueno, mejor dicho, Aurora, porque Federico tiene que ir a la oficina el sábado y el domingo, después de comer se marcha al fútbol, aunque alguna vez que otra marchan a Tazacorte a comer.
Aquel domingo por la mañana el matrimonio pasea por entre los frutales y aguacates que tienen, luego pasan por el pequeño huerto de tierra negra volcánica, Aurora anda colgada del brazo izquierdo de su marido y no para de hablar.
¡Federico! ¿Sabes que Carmiña cree en la reencarnación?
Si, hombre, dice que cuando morimos nuestro espíritu vuelve a la vida en otro ser vivo y depende de lo bueno o malo que hayas sido vuelves a la vida en un ser más perfecto, desde un animal a una persona mejor.
¿En qué te gustaría reencarnarte? Preguntó Aurora
Yo en político, para vivir sin dar golpe y forrarme y ¿tú?
Yo en adivina, para saber si estás pensando en mí cuando no estás conmigo.
Pero de qué me sirve que te reencarnes si no sabré de ti.
Si, mujer, sabrás de mí, si muero antes que tú iré a donde estés y te mostraré mi presencia con algo que sepas que soy yo, por ejemplo con un balón de futbol, o una camiseta del Mensajero, tú tienes que estar atenta, además, puedo volver en cualquier momento, así que cuidado con lo que haces.
Según dice Carmiña, porque me leyó el tarot, yo viviré muchos años, más que tú. El próximo día que nos veamos le diré que te eche las cartas.
De eso nada, a mi no me interesan esas cosas, además, son una idiotez, no creo semejantes tonterías, no sé yo lo que voy a hacer esta tarde y ella va a saber mi futuro.
Lo que tienes que hacer es dejar esas tonterías.
El otro día en su casa queríamos hacer una “ouija” pero al final Rosario, la del farmacéutico se puso nerviosa y acabó histérica porque Amanda quería ponerse en contacto con su difunto marido ¿Sabes qué quería saber? Dónde guardó aquello sellos que valían tanto y que todavía no han encontrado, y eso que ya va para tres años que murió el marido. Amanda dice que espera que no se los haya dado a esa amiga que murmuran que tenía, dice que si fuese así lo sacaría del panteón familiar.
¿Y tú qué querías preguntar?
Si guardas sellos u otra cosa de valor y dónde los tienes, pero como todavía no estás muerto no se puede.
Recogieron unos tomates, una lechuga, unos rábanos y un par de pepinos y se fueron para la casa.
Aurora se metió en la cocina y Federico se sentó en la terraza a leer el periódico, una vez allí dijo: ¡Cariño! ¿Me pones un whisky con mucho hielo y unas almendritas saladas?
Si, amor, ahora te lo pongo, ¿Quieres también unas patatitas fritas?
No, cariño, que se me quitará el hambre.
Dos semanas después, viniendo desde El Paso, donde había ido a alquilar un apartamento y de camino a tomar unas copas con unos amigos, antes de llegar a Fuencaliente por lo visto se despistó, se salió de la carretera y se estrelló contra un eucalipto del margen, cuando lo recogieron todavía respiraba, llegó cadáver al hospital.

Capítulo III

Al año siguiente, cuando amanecía la primavera, Aurora comenzó a ponerse ropa de alivio, los amigos se habían portado muy bien con ella, vinieron sus hijos y ella se fue luego a Madrid donde pasó un mes, luego tuvo que hacerse cargo de la agencia y del resto de las cosas, había trabajado en una oficina cuando era soltera, pero ahora todo era distinto, Rogelio le ayudó muchísimo, le buscó una persona de confianza para que la pusiese al día mientras le llevaba la agencia.
 Carmiña estuvo siempre a su lado.
Sus hijos le llamaban y viajaban a La Palma siempre que podían, la Navidad de aquel año la pasó en Madrid en casa de su hijo y en compañía de la hija que también llegó.
Aquella Navidad fue muy triste salvo dos noticias, su nuera estaba embarazada del que sería su primer nieto y su hija les había anunciado que para el verano siguiente en septiembre, se casaría con Otto, un novio alemán que tenía; y se casarían en La Palma, en la Basílica de la Virgen de Las Nieves.
Con lo de la boda de María Fernanda se abrió un mundo nuevo para Aurora, ella era la encargada de prepararlo todo, luego, para septiembre llegarían la niña y su novio, para terminar de montarlo todo, en los últimos quince días, una semana antes empezaban a llegar los familiares del novio y varios amigos, de estos las invitaciones las mandarían desde Alemania, el resto le dejaron la lista de invitados a Aurora, más los que ella añadiera.
Además, para finales de junio nacería el niño de Eloy y Enriqueta, Aurora quería estar en Madrid por esas fechas.
Los acontecimientos más importantes de su vida actual y Federico no estaba para disfrutarlos junto a ella.
Cuando llegaba la noche, cuando dejaba la rutina y el trabajo cotidiano empezaba a sentir la soledad y a llorar a su amado esposo, era como era, pero ella lo quería.
Una tarde que había invitado a Carmiña a su casa para merendar, llegó ésta más sonriente  que nunca.
Nada más entrar le dijo:
Aurora, ¿Sabes que Amanda ha encontrado los sellos?
¿Si? ¿Dónde estaban?
Hicimos una “ouija” y logramos que apareciera el espíritu de su marido, le preguntamos varias cosas, no tenía ninguna amiga, los sellos estaban en un cajón secreto que tenía la mesa de su despacho.
Menos mal, quería tirarla porque era muy vieja y tenía carcoma.
Creo que es el momento de hacer la “ouija” para ver si tu marido aparece.
 ¿No querías saber si se ha reencarnado?
No sé, me da miedo jugar con esas cosas, total, ya descansa en paz y hay que dejar que los muertos reposen.
No pasa nada, lo hemos hecho muchas veces, incluso a Rosario ahora le encanta y si vieras las preguntas que hace, se dedica a cotillear haciendo preguntas indiscretas.
La haremos en casa, que tengo una salita ya preparada donde no cuesta nada relajarse y concentrarse, pero tenemos que esperar que mi marido tenga que ir a Tenerife, porque no le gusta que haga eso.
Pasaron tres semanas en las que las dos amigas se dedicaron a elegir ropas y complementos para la boda de María Fernanda, incluso prepararon un viaje relámpago a Tenerife para ver cosas, luego las invitaciones, lo tenían todo controlado.
Rogelio volvió un día del banco y le dijo a Carmiña: El martes tengo que irme a una reunión a Tenerife, bueno, más que una reunión, estaré tres días fuera.
Carmiña llamó a Aurora y le dijo:
Aurora, prepárate, el martes a las cinco de la tarde haremos la reunión seremos Amanda, Rosario, tú y yo, Amanda y Rosario ya han hecho varias y saben estar y concentrase.
Yo te iré explicando lo que haremos durante estos días y así el martes iremos al grano.
Solamente trataremos de lo tuyo, sería conveniente que trajeses alguna cosa que fuese de él exclusivamente, algo a lo que tuviese un cariño especial ¿Hay algo?
Si, ya sé, la camiseta de Canillo, que marcó el gol de ascenso a tercera división, firmada por todo el equipo del Mensajero.

Capítulo IV

El martes, que por casualidad era además trece, a las cuatro y media de la tarde se reunieron las cuatro amigas en casa de Carmiña, primero tomaron café y luego pasaron a una habitación pequeña, oscura, iluminada por una docena de velas, en medio una mesa redonda, tipo camilla y encima el tablero de la “ouija”, al lado un vaso pequeño, de los usados para ron en los bares.
En el techo, encima de la mesa un espejo circular reflejaba las luces de las velas. En una especie de trinchante que había en la pared del fondo se encontraba extendida la camiseta de Canillo, el delantero centro del Mensajero, alrededor varias imágenes y un cuadro con una foto del difunto Federico flanqueada por dos velas rojas.
Entraron las cuatro amigas y se sentaron alrededor de la mesa en cuatro sillas que a tal fin se encontraban allí.
Mientras os acostumbráis a la penumbra, os vuelvo a repetir que todas las preguntas las haré yo, ya las tengo preparadas para que sean breves y concisas.
No os asustéis, no pasa nada, no habléis ni gritéis porque podemos enfadar a los espíritus y entonces la podrían tomar con nosotras y castigarnos.
Tú, Aurora te sentarás a mi derecha, pondremos el dedo índice de la mano derecha encima del vaso invertido, tocando cada una con la punta el culo del vaso.
Con la mano izquierda, abierta tocareis con los dedos índice y corazón el tablero hacia el centro de la mesa procurando que no se mueva.
 Este tablero lo conseguí en Galicia, perteneció a una buena mujer que murió quemada en la hoguera porque la acusaron de bruja. Dijo Carmiña y continuó:
Si no hay ninguna duda poned vuestras manos como os he dicho y empezaremos.
¿Estamos todas tranquilas?
Las cuatro asintieron con la cabeza.
¿Estamos relajadas?
Nuevamente asintieron.
Sabéis que estamos aquí para invocar el espíritu de Federico o de algún amigo que nos pueda informar.
¡Yo te invoco Federico para que te acerques!
¡Federico! ¿Estás aquí?
Nada pasó, Aurora repitió por tres veces la pregunta y no pasó nada.
¡Yo te invoco a ti, espíritu desconocido para que me informes de Federico!
La llama de varias velas se movieron impulsadas por una corriente de aire frío que giró en redondo sobre las cabezas de las cuatro mujeres.
¿Hay alguien aquí? Preguntó Carmiña.
El vaso movido como por un resorte se desplazó hacia el ángulo superior derecho donde podía leerse “SI”
¿Eres amigo?
El vaso giró sobre sí mismo sin moverse del “SI”
¿Eres Federico?
Ahora el vaso se desplazó al extremo inferior izquierdo donde ponía “NO”
¿Conoces a Federico?
El vaso volvió al “SI”
¿Lo has visto recientemente?
“SI”
¿Está cerca?
“SI”
¿Podrá venir?
“NO”
¿Podremos verlo pronto?
“SI”
¿Dónde?
El vaso pareció volverse loco yendo de letra en letra:  C I R C O  D E  M A R T E  R I Ñ A  D E   G A  L  L O S
¿Cuando?
Nuevamente el vaso empezó el baile:  D O M I N G O  1 8  T A R D E
¿Cómo lo veremos?
E L  O S  V E R A. Comunicó el vaso y siguió: L L E V A  C A M I S E T A  C A N I L L O.
Carmiña le preguntó nuevamente. ¿Está bien?
El vaso ya no se movió.
¿Te has marchado?
Nada, ningún movimiento del vaso.
¡Chicas! Esto se ha terminado.
Se levantaron de la mesa y salieron de la habitación, Aurora lloraba sobre la camiseta de Canillo.
Carmiña sirvió agua fría para todas y se pusieron a organizar el domingo y a pensar qué le dirían al marido las dos casadas.
Las cuatro mujeres llegaron al Circo de Marte el domingo a las cuatro de la tarde, todas llevaban gafas de sol y procuraban pasar desapercibidas y que nadie las conociese. Pidieron un palco y allí medio se escondieron, pusieron a Aurora delante con su camiseta de Canillo y esperaron.
Empezaron las peleas, nadie parecía mirar a los palcos, en esto la puerta se abrió y asomó un hombre que se le notaba algo bebido.
Perdón, me he equivocado, buscaba el lavabo.
En ese momento ya empezaba la quinta riña, pesaron a los gallos, les echaron unas gotas de limón en los laterales de los picos, los azuzaron el uno contra el otro y a la señal del árbitro los soltaron, el uno blanco y de nombre Tenisqueño, el otro colorado y por nombre Brutus.
Al primer picotazo de Brutus, Tenisqueño debió pensar que más valía vivir sin honra que morir desangrado y pegó un salto y un revoloteo y fue a caer en la falda de Aurora.
Aurora gritó: ¡Federico, amor mío, has vuelto!



Tenisqueño

FIN
                           

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