¿Dónde estás, cariño?
Otro relato canario, este es pura
ficción, salvo las descripciones de La Palma y las peleas de gallo del Circo de
Marte, yo he ido, creo que ya no se celebran, pero si alguien quiere, en la Red
hay muchos anuncios de compra y venta de gallos, supongo, que si están
prohibidas, aunque sean ilegales “haberlas hailas”.
Gallo de peleas
Hace muchos años, una amiga de mi
familia, gallega, por más señas y viuda reciente, medio año, la encontramos por
la calle, en aquellos tiempos de lutos rigurosos, la encontramos con una ropa
con bastante colorido y una señora que venía con nosotros, le dijo:
¡Ay!, Fulanita, mi niña, como me
alegro de verte tan guapa y tan alegre, después de lo que has pasado.
Y ella le contestó:
Es que ya lo he encontrado, se ha
reencarnado y vive en California.
¿DONDE ESTAS, AMOR?
Capítulo I
Pedro Fuentes
Aurora, próxima a
cumplir los cincuenta y cinco, está casada con Federico y viven en La Palma,
Islas Canarias.
Tienen dos hijos, el mayor, Eloy, de treinta años, vive en
Madrid con su mujer, Enriqueta.
Marchó a estudiar allí, la conoció a ella y acabados los
estudios encontró trabajo y se casaron.
María Fernanda, la pequeña, de veinticinco años, terminó los
estudios de veterinaria, le dieron una beca y anda por Alemania, le quedan dos
años para volver, pero dice que si encuentra un trabajo, se queda allí, pese al
frío que pasa.
Federico tiene una agencia inmobiliaria de alquiler y venta
de apartamentos en Puerto Naos, cerca de Los Llanos de Aridane, ellos residen
en Santa Cruz y él va y viene cada día, por lo que pasa mucho tiempo fuera de
casa.
Aurora, que ha permanecido toda la vida en casa, al cuidado
de sus hijos y su marido, ahora comienza a sentir el síndrome del nido vacío,
aunque ha intentado llenar su tiempo con gimnasio y actividades diversas junto
con su grupo de amigas.
Federico, hombre trabajador, pero algo mujeriego, siente que
su vida ya comienza a declinar y se agarra a ella con todas sus fuerzas, así
que con la excusa del trabajo y del futbol, gran seguidor y de la Junta
directiva del Club Deportivo Mensajero, club de tercera división y eterno rival
y enemigo del Sociedad Deportiva Tenisca, sobre todo después del año 1.983, aunque los años que han coincidido en la misma
categoría tampoco han sido poca cosa, pero de esto ya hablaremos en otro
relato.
Físicamente Aurora no representa la edad que tiene, debido al
culto al cuerpo y la gimnasia, e institutos de belleza, casi se podría decir
que aparenta unos cuarenta y siete u ocho, siendo la envidia de muchas de sus
amigas.
Estas envidias habían lanzado comentarios de muy mala idea,
haciendo creer a quien las escuchaba que Aurora se cuidaba tanto porque algo
tenía que ocultar.
Todo era fruto de las envidias y mal hacer de gentes que en
muchos casos no tenían nada que hacer o que así ocultaban sus propios pecados.
No había nadie en La Palma que pudiese decir nada malo sobre
Aurora, al contrario, era tan inocente que no sospechaba ni de su marido, al
que seguía queriendo.
Federico aprovecha cualquier situación para montarse alguna
juerguecita que otra, pero si hay mujeres por medio, es bastante prudente y
discreto y no se le conocen escándalos.
Diferente es cuando las juergas se refieren al futbol o a
alguna que otra botella de whisky de más.
Por aquellos tiempos, llegó a La Palma un director de banco
ya establecido en Santa Cruz.
Federico, cliente de este banco y por el que pasan muchas de
sus operaciones, no tardó en conocerlo e invitarlo a él y a su esposa a su casa
a cenar.
Fue una velada agradable y las dos mujeres congeniaron desde
el primer momento, la esposa del director, Carmiña, gallega, y Aurora, de
aproximadamente la misma edad, encontraron un montón de temas en común, las dos
además estaban en la misma situación con los hijos, los de Carmiña, dos
varones, se quedaron en Galicia porque están a punto de terminar sus
respectivas carreras y pensaron que sería mejor seguir hasta el final en
Santiago de Compostela.
Aurora pronto ha empezado a presentar a Carmiña en su
círculo social.
En La Palma, cuando alguien llega, y si es de la península
mejor, se le abren todas las puertas, hasta que por lo menos se sabe vida y
milagros del forastero, luego, si es soltero o soltera, hay que intentar
casarlo lo antes posible, un dicho de La Palma es que no tiraban paracaidistas
porque no volvía ninguno.
De igual forma, Federico empezó a llevar a su nuevo amigo,
Rogelio primero al local social del Mensajero, luego al Casino y luego a la puerta
del local del Tenisca para decirle donde no podía ir nunca.
Rogelio no era muy futbolero, pero además por su cargo
tampoco le interesaba tomar bando por una parte de la ciudadanía, así que se
alejó un poco de la afición al futbol de su nuevo amigo.
A Carmiña le gusta jugar con las cartas del tarot y aprovecha muchas ocasiones para “leer
la mano” de sus nuevas amigas, e incluso les insinuó que más adelante harían
una “ouija”.
Esa novedad les encantó a sus nuevas amigas.
Capítulo II
Entraba y la primavera en La Palma, se mostraba exultante,
por todos lados aparecían flores, la humedad que venía del Atlántico chocaba
contra las montañas e inundaba de pequeñas gotas de humedad los bosques de pino
canario, tilos y laurasilvas, bajo los cuales crecían los helechos.
Aurora y Federico tienen una pequeña finca en Breña Alta y
allí pasan los fines de semana, bueno, mejor dicho, Aurora, porque Federico
tiene que ir a la oficina el sábado y el domingo, después de comer se marcha al
fútbol, aunque alguna vez que otra marchan a Tazacorte a comer.
Aquel domingo por la mañana el matrimonio pasea por entre
los frutales y aguacates que tienen, luego pasan por el pequeño huerto de
tierra negra volcánica, Aurora anda colgada del brazo izquierdo de su marido y
no para de hablar.
¡Federico! ¿Sabes que Carmiña cree en la reencarnación?
Si, hombre, dice que cuando morimos nuestro espíritu vuelve
a la vida en otro ser vivo y depende de lo bueno o malo que hayas sido vuelves
a la vida en un ser más perfecto, desde un animal a una persona mejor.
¿En qué te gustaría reencarnarte? Preguntó Aurora
Yo en político, para vivir sin dar golpe y forrarme y ¿tú?
Yo en adivina, para saber si estás pensando en mí cuando no
estás conmigo.
Pero de qué me sirve que te reencarnes si no sabré de ti.
Si, mujer, sabrás de mí, si muero antes que tú iré a donde
estés y te mostraré mi presencia con algo que sepas que soy yo, por ejemplo con
un balón de futbol, o una camiseta del Mensajero, tú tienes que estar atenta,
además, puedo volver en cualquier momento, así que cuidado con lo que haces.
Según dice Carmiña, porque me leyó el tarot, yo viviré
muchos años, más que tú. El próximo día que nos veamos le diré que te eche las
cartas.
De eso nada, a mi no me interesan esas cosas, además, son
una idiotez, no creo semejantes tonterías, no sé yo lo que voy a hacer esta
tarde y ella va a saber mi futuro.
Lo que tienes que hacer es dejar esas tonterías.
El otro día en su casa queríamos hacer una “ouija” pero al
final Rosario, la del farmacéutico se puso nerviosa y acabó histérica porque
Amanda quería ponerse en contacto con su difunto marido ¿Sabes qué quería
saber? Dónde guardó aquello sellos que valían tanto y que todavía no han
encontrado, y eso que ya va para tres años que murió el marido. Amanda dice que
espera que no se los haya dado a esa amiga que murmuran que tenía, dice que si
fuese así lo sacaría del panteón familiar.
¿Y tú qué querías preguntar?
Si guardas sellos u otra cosa de valor y dónde los tienes,
pero como todavía no estás muerto no se puede.
Recogieron unos tomates, una lechuga, unos rábanos y un par
de pepinos y se fueron para la casa.
Aurora se metió en la cocina y Federico se sentó en la
terraza a leer el periódico, una vez allí dijo: ¡Cariño! ¿Me pones un whisky
con mucho hielo y unas almendritas saladas?
Si, amor, ahora te lo pongo, ¿Quieres también unas patatitas
fritas?
No, cariño, que se me quitará el hambre.
Dos semanas después, viniendo desde El Paso, donde había ido
a alquilar un apartamento y de camino a tomar unas copas con unos amigos, antes
de llegar a Fuencaliente por lo visto se despistó, se salió de la carretera y
se estrelló contra un eucalipto del margen, cuando lo recogieron todavía
respiraba, llegó cadáver al hospital.
Capítulo III
Al año siguiente, cuando amanecía la primavera, Aurora
comenzó a ponerse ropa de alivio, los amigos se habían portado muy bien con
ella, vinieron sus hijos y ella se fue luego a Madrid donde pasó un mes, luego
tuvo que hacerse cargo de la agencia y del resto de las cosas, había trabajado
en una oficina cuando era soltera, pero ahora todo era distinto, Rogelio le
ayudó muchísimo, le buscó una persona de confianza para que la pusiese al día
mientras le llevaba la agencia.
Carmiña estuvo
siempre a su lado.
Sus hijos le llamaban y viajaban a La Palma siempre que
podían, la Navidad de aquel año la pasó en Madrid en casa de su hijo y en
compañía de la hija que también llegó.
Aquella Navidad fue muy triste salvo dos noticias, su nuera
estaba embarazada del que sería su primer nieto y su hija les había anunciado
que para el verano siguiente en septiembre, se casaría con Otto, un novio
alemán que tenía; y se casarían en La Palma, en la Basílica de la Virgen de Las
Nieves.
Con lo de la boda de María Fernanda se abrió un mundo nuevo
para Aurora, ella era la encargada de prepararlo todo, luego, para septiembre
llegarían la niña y su novio, para terminar de montarlo todo, en los últimos
quince días, una semana antes empezaban a llegar los familiares del novio y
varios amigos, de estos las invitaciones las mandarían desde Alemania, el resto
le dejaron la lista de invitados a Aurora, más los que ella añadiera.
Además, para finales de junio nacería el niño de Eloy y
Enriqueta, Aurora quería estar en Madrid por esas fechas.
Los acontecimientos más importantes de su vida actual y
Federico no estaba para disfrutarlos junto a ella.
Cuando llegaba la noche, cuando dejaba la rutina y el
trabajo cotidiano empezaba a sentir la soledad y a llorar a su amado esposo,
era como era, pero ella lo quería.
Una tarde que había invitado a Carmiña a su casa para
merendar, llegó ésta más sonriente que
nunca.
Nada más entrar le dijo:
Aurora, ¿Sabes que Amanda ha encontrado los sellos?
¿Si? ¿Dónde estaban?
Hicimos una “ouija” y logramos que apareciera el espíritu de
su marido, le preguntamos varias cosas, no tenía ninguna amiga, los sellos
estaban en un cajón secreto que tenía la mesa de su despacho.
Menos mal, quería tirarla porque era muy vieja y tenía
carcoma.
Creo que es el momento de hacer la “ouija” para ver si tu
marido aparece.
¿No querías saber si
se ha reencarnado?
No sé, me da miedo jugar con esas cosas, total, ya descansa
en paz y hay que dejar que los muertos reposen.
No pasa nada, lo hemos hecho muchas veces, incluso a Rosario
ahora le encanta y si vieras las preguntas que hace, se dedica a cotillear
haciendo preguntas indiscretas.
La haremos en casa, que tengo una salita ya preparada donde
no cuesta nada relajarse y concentrarse, pero tenemos que esperar que mi marido
tenga que ir a Tenerife, porque no le gusta que haga eso.
Pasaron tres semanas en las que las dos amigas se dedicaron
a elegir ropas y complementos para la boda de María Fernanda, incluso
prepararon un viaje relámpago a Tenerife para ver cosas, luego las
invitaciones, lo tenían todo controlado.
Rogelio volvió un día del banco y le dijo a Carmiña: El
martes tengo que irme a una reunión a Tenerife, bueno, más que una reunión,
estaré tres días fuera.
Carmiña llamó a Aurora y le dijo:
Aurora, prepárate, el martes a las cinco de la tarde haremos
la reunión seremos Amanda, Rosario, tú y yo, Amanda y Rosario ya han hecho
varias y saben estar y concentrase.
Yo te iré explicando lo que haremos durante estos días y así
el martes iremos al grano.
Solamente trataremos de lo tuyo, sería conveniente que
trajeses alguna cosa que fuese de él exclusivamente, algo a lo que tuviese un
cariño especial ¿Hay algo?
Si, ya sé, la camiseta de Canillo, que marcó el gol de
ascenso a tercera división, firmada por todo el equipo del Mensajero.
Capítulo IV
El martes, que por casualidad era además trece, a las cuatro
y media de la tarde se reunieron las cuatro amigas en casa de Carmiña, primero
tomaron café y luego pasaron a una habitación pequeña, oscura, iluminada por
una docena de velas, en medio una mesa redonda, tipo camilla y encima el
tablero de la “ouija”, al lado un vaso pequeño, de los usados para ron en los
bares.
En el techo, encima de la mesa un espejo circular reflejaba
las luces de las velas. En una especie de trinchante que había en la pared del
fondo se encontraba extendida la camiseta de Canillo, el delantero centro del
Mensajero, alrededor varias imágenes y un cuadro con una foto del difunto
Federico flanqueada por dos velas rojas.
Entraron las cuatro amigas y se sentaron alrededor de la mesa
en cuatro sillas que a tal fin se encontraban allí.
Mientras os acostumbráis a la penumbra, os vuelvo a repetir
que todas las preguntas las haré yo, ya las tengo preparadas para que sean
breves y concisas.
No os asustéis, no pasa nada, no habléis ni gritéis porque
podemos enfadar a los espíritus y entonces la podrían tomar con nosotras y
castigarnos.
Tú, Aurora te sentarás a mi derecha, pondremos el dedo
índice de la mano derecha encima del vaso invertido, tocando cada una con la
punta el culo del vaso.
Con la mano izquierda, abierta tocareis con los dedos índice
y corazón el tablero hacia el centro de la mesa procurando que no se mueva.
Este tablero lo
conseguí en Galicia, perteneció a una buena mujer que murió quemada en la
hoguera porque la acusaron de bruja. Dijo Carmiña y continuó:
Si no hay ninguna duda poned vuestras manos como os he dicho
y empezaremos.
¿Estamos todas tranquilas?
Las cuatro asintieron con la cabeza.
¿Estamos relajadas?
Nuevamente asintieron.
Sabéis que estamos aquí para invocar el espíritu de Federico
o de algún amigo que nos pueda informar.
¡Yo te invoco Federico para que te acerques!
¡Federico! ¿Estás aquí?
Nada pasó, Aurora repitió por tres veces la pregunta y no
pasó nada.
¡Yo te invoco a ti, espíritu desconocido para que me
informes de Federico!
La llama de varias velas se movieron impulsadas por una
corriente de aire frío que giró en redondo sobre las cabezas de las cuatro
mujeres.
¿Hay alguien aquí? Preguntó Carmiña.
El vaso movido como por un resorte se desplazó hacia el ángulo
superior derecho donde podía leerse “SI”
¿Eres amigo?
El vaso giró sobre sí mismo sin moverse del “SI”
¿Eres Federico?
Ahora el vaso se desplazó al extremo inferior izquierdo donde
ponía “NO”
¿Conoces a Federico?
El vaso volvió al “SI”
¿Lo has visto recientemente?
“SI”
¿Está cerca?
“SI”
¿Podrá venir?
“NO”
¿Podremos verlo pronto?
“SI”
¿Dónde?
El vaso pareció volverse loco yendo de letra en letra: C I R C O
D E M A R T E R I Ñ A
D E G A L L O
S
¿Cuando?
Nuevamente el vaso empezó el baile: D O M I N G O
1 8 T A R D E
¿Cómo lo veremos?
E L O S V E R A. Comunicó el vaso y siguió: L L E V
A C A M I S E T A C A N I L L O.
Carmiña le preguntó nuevamente. ¿Está bien?
El vaso ya no se movió.
¿Te has marchado?
Nada, ningún movimiento del vaso.
¡Chicas! Esto se ha terminado.
Se levantaron de la mesa y salieron de la habitación, Aurora
lloraba sobre la camiseta de Canillo.
Carmiña sirvió agua fría para todas y se pusieron a
organizar el domingo y a pensar qué le dirían al marido las dos casadas.
Las cuatro mujeres llegaron al Circo de Marte el domingo a
las cuatro de la tarde, todas llevaban gafas de sol y procuraban pasar
desapercibidas y que nadie las conociese. Pidieron un palco y allí medio se
escondieron, pusieron a Aurora delante con su camiseta de Canillo y esperaron.
Empezaron las peleas, nadie parecía mirar a los palcos, en
esto la puerta se abrió y asomó un hombre que se le notaba algo bebido.
Perdón, me he equivocado, buscaba el lavabo.
En ese momento ya empezaba la quinta riña, pesaron a los
gallos, les echaron unas gotas de limón en los laterales de los picos, los
azuzaron el uno contra el otro y a la señal del árbitro los soltaron, el uno
blanco y de nombre Tenisqueño, el otro colorado y por nombre Brutus.
Al primer picotazo de Brutus, Tenisqueño debió pensar que
más valía vivir sin honra que morir desangrado y pegó un salto y un revoloteo y
fue a caer en la falda de Aurora.
Aurora gritó: ¡Federico, amor mío, has vuelto!
Tenisqueño
FIN
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