YO CONFIESO
Bertilde y Juan Ramón
Siendo un crío de unos ocho o nueve
años, en los años 50, en verano mi familia pasaba el verano en una finca al
lado de la Ermita de Nuestra Señora de
las Nieves, patrona de la isla de la Palma, ésta se encuentra a unos tres
kilómetros de Santa Cruz, recuerdo que una vez, estando jugando al futbol al
lado del antiguo cementerio, vimos que llegaban unos coches, se asomaron
al mirador que da hacia la carretera y
sobre el barranco del Río y comentaban que no se veía a nadie. Alguna de las
personas, un hombre de mediana edad y la que parecía su mujer, fueron a hablar
con don Antonio, el cura del Santuario, por lo visto la hija de ambos, se había
escapado la noche anterior con un chico con el que no le dejaban casar.
Era costumbre el La Palma que cuando
ocurría algún caso de esos, la pareja se escapaba, se escondían por el barranco
y al día siguiente llegaban a Las Nieves, yo como crío no sabía ni como ni por
qué, pero los familiares llegaban a la Iglesia un poco antes que ellos, los
esperaban, avisaban a Don Antonio y los casaban. Este caso era uno más y el
relato es pura invención basado en hechos reales.
BERTILDE Y JUAN
RAMON
Pedro Fuentes
Juan
Ramón llegó a La Palma en enero de 1.954, estaba destinado a Los Cancajos, le quedaban dos años de mili,
hasta Mayo de 1.956. Venía de Fuerteventura, donde había estudiado lo justo
para poder entrar a trabajar en una oficina.
En
Fuerteventura consiguió entrar en una correduría de seguros, pero cuando
empezaba a saber de qué iba la cosa, e incluso tenía una pequeña cartera de
clientes, fue llamado a filas y después de un año en Tenerife, lo destinaron a
La Palma, a los Cancajos, tenía veintiún años ya cumplidos y pensaba que le
habían roto la vida por la mitad.
No
se le había perdido nada en La Palma y encima no conocía a nadie, además, su
familia era gente humilde, su padre tenía trabajo y solo con la ayuda de su
hermano lograban llegar a fin de mes, ya que él ahora no ganaba nada y por
debajo suyo había dos hermanos más, a los que su padre quería dar por lo menos
estudios elementales para que fueran algo más que un peón de obra como era él.
Así que Juan Ramón tenía que vivir con los
cuatro duros que había ahorrado en los seguros para el tiempo de milicia, claro
que en el fondo, allí estaría comido y vestido y su único vicio era el tabaco.
Llevaba
ya allí unos quince días, cuando unos compañeros lo convencieron para bajar a Santa Cruz aquel
domingo por la tarde, así que con su traje militar de paseo, bajaron andando
por detrás del puerto por la carretera del campo de fútbol, a la altura de
éste, por una carretera estrecha entre la tapia del campo y el mar, oyeron como
el Tenisca, club de futbol de la localidad marcaba el segundo gol, si la cosa
seguía así, esta semana que entraba iría bien, su sargento era del Tenisca. Si
de camino, El Mensajero, eterno rival en la categoría, perdía, entonces hasta
fumaría gratis la mitad de la semana.
Llegaron
a la calle Real, en realidad calle O´Daly, sobre las cinco y media y allí
empezó el “divertimento” calle Real arriba, hasta la avenida del Puente y calle
Real abajo, mirando y sonriendo a las muchachas que cogidas del brazo, y con
sus mejores galas paseaban en dirección contraria, de vez en cuando alguna
sonrisa era correspondida por las chiquillas, de unos dieciséis a dieciocho
años.
A la
tercera vuelta, Juan Ramón le sonrió a una moza, de unos diecisiete años que
iba acompañada de dos más, se habían cruzado las tres veces y ella, esquiva y
altanera miró hacia el otro lado, pero Juan Ramón detectó unos brillos de
alegría en los ojos grandes y negros de la muchacha, de cabellos también negros
y de piel morena con la clásica belleza canaria.
Acabada
aquella vuelta, sabiendo que el Tenisca había ganado y el Mensajero perdido,
aprovechando que estaban del lado del Puente, se fueron a una tasca a tomarse
unos vinos para celebrarlo.
Dos
domingos después, los tres amigos lograron acercarse y hablar con las tres
jovencitas entre las que se encontraba Bertilda, Berty para los amigos, la
morena de ojos negros que había hecho soñar a Juan Ramón durante quince días.
En
aquellos tiempos, en La Palma, no se podía hablar a solas con una mujer y menos
vestido de militar, porque al primer día le iban con el alcahueteo a sus
padres, así que Bertilda y Juan Ramón
para verse tenían que aprovechar el anonimato del grupo, pero pronto tuvieron
suerte, llegaron los carnavales y durante este, la vigilancia y el cotilleo se
disipó bastante.
Tuvo
Juan Ramón la gran suerte de que la correduría de seguros en la que había
trabajado, abrió una oficina en Santa Cruz, le dijeron si quería, podía hacer
unas horas allí.
Después
de comentarlo con su sargento, le concedieron un pase pernocta, por lo que
quedaba libre de estar en el cuartel si no tenía servicio. El propio sargento
le consiguió una casa en la que le alquilaban una habitación.
Pronto
entre él y ella se despertó el amor y Berty habló con una tía, hermana de su
madre, que tenía pocos años más que ella, para que intercediese ante su
hermana, la madre de Berty y dejase que saliesen los dos enamorados con la
compañía de Dolores de carabina.
Entre
el Ejército, el trabajo, las fiesta y Berty a Juan Ramón se le pasó, la mili
volando, seguía enamorado, la madre de ella fue cómplice junto con su hermana
de las relaciones de los chicos, el padre algo había oído, pero como eso eran
cosas de mujeres.
Estaba
pronto a acabar la mili cuando en la correduría de seguros le ofrecieron
trabajo fijo, no era gran cosa pero si estaba bien para empezar. Además había
ahorrado algo de dinero y hablaba con Bertilde de matrimonio.
Cuando
la madre de la niña habló con su marido porque Juan Ramón quería hablar con él,
éste dijo rotundo:
¡No!
La niña no se casa con un soldado y empleadillo de nada, si la niña quiere
casarse, ya le buscaré yo un novio, Matías, mi amigo me ha preguntado si
dejaría a su hijo, el abogado, a hablar con ella en serio y yo le he dicho que
sí.
Cuando
Bertilde se enteró, lloró amargamente y en cuanto vio a Juan Ramón se lo contó.
Así
que decidieron pasar al ataque, ellos habían pasado un noviazgo de lo más puro,
además de la carabina que no los dejaba ni a sol ni a sombra, porque querían
llegar puros al matrimonio.
Decidieron
la táctica de escaparse juntos, era costumbre entre los jóvenes de la isla
escaparse por el barranco de las Maderas y aparecer al día siguiente en la
Basílica de Nuestra Señora de las Nieves, Patrona de la isla y a tres kilómetros.
Dicho
y hecho, nada más acabar la mili, el primer viernes salieron cada uno por su lado con la coartada ella de
que iba de paseo con unas amigas y él a ver a un cliente para un seguro.
Habían
quedado al oscurecer detrás del barco de la Virgen. Juan Ramón había preparado
unos bocadillos y una pequeña manta de viaje.
Cuando
se encontraron subieron barranco arriba hasta unas cuevas que él sabía, allí
pasaron la noche, al amanecer se levantaron y emprendieron el camino hasta Las Nieves.
Cuando
la madre de Berty dio la voz de alarma, todo el mundo se puso a investigar,
encontraron una nota de la niña que explicaba que se fugaba con Juan Ramón
porque lo quería y nada ni nadie podrían contra ese amor.
A la
mañana siguiente, en cuanto amaneció, todos se pusieron en marcha hacia la
Basílica, el padre quería llevarse una escopeta de cartuchos pero su mujer le
dijo que si la llevaba, ella también le abandonaría.
En
las Nieves, por la parte de atrás de la
iglesia hay una especie de aparcamiento entre el cementerio y una puerta y una
pared de una finca particular, por el otro lado
Finca de Las Nieves en el año 1955 vista desde la carretera antes de llegar a la curva.
D. Antonio
protestó porque las cosas había que hacerlas con papeles y el consentimiento de
los novios.
Bueno,
bueno, eso ya lo arreglaremos, y el consentimiento lo darían porque para eso se
habían escapado, dijo D. José con voz de ordeno y mando.
¡¡
Ya vienen!! . ¡¡ Ya vienen!! . Gritó Juanito, el hermano pequeño de Bertilde
mientras corría hacia la plaza donde estaban su padre y el cura.
El
sacerdote corrió para la iglesia, D. José fue a donde estaban todos a dar las
órdenes oportunas y en grupo llegó hasta la cuesta que llegaba a la plaza de
delante de la fachada principal de la iglesia.
Basílica de Ntra. Sra. La Virgen de Las Nieves (La Palma)
En
medio hay una fuente, a donde se dirigieron los furtivos para lavarse la cara y
beber agua, empujados por el padre y protegidos por la madre que quería que
todo terminase.
Pasaron
a la iglesia y allí estaba el padre de Bertilde en el primer banco de pie.
Junto
al altar el cura y a su lado Pedrito, el monaguillo. Se acercaron al altar y se
pusieron de rodillas en unos reclinatorios que para tal fin habían colocado
allí.
Dijo
D. Antonio: Nos hemos reunido aquí para
ser testigos del sagrado matrimonio que van a contraer ahora Juan Ramón y
Bertilda, teniendo posteriormente que regularizar los papeles para que sea legal
este matrimonio y antes de nada, tengo que preguntar:
¿Hay alguien que sepa de algún impedimento que
haga que este sacramento no se pueda celebrar?
En
ese mismo momento la madre de Berty le dijo a su marido. Me ha dicho la niña
que no ha pasado nada porque quieren llegar puros al matrimonio.
En
ese preciso instante D. Antonio guardó el silencio de precepto por si alguien
decía algún impedimento. Y en medio del silencio se oyó a D. José que le
contestaba a su esposa:
“Me importa
un bledo si ha pasado o no ha pasado nada, es por el ¡Honor de la familia!”.
Una
semana después, arreglados los papeles, Bertilde y Juan Ramón marcharon de
viaje de novios a Fuerteventura a conocer a la familia del esposo.
FIN
Siempre y todos los dia son fechas para no pasar por alto, vivamos una epoca de armonia, acompañamineto y detalles, celebra compartiendo y regalando
ResponderEliminarNoches Especiales en familia y para todos.