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miércoles, 2 de agosto de 2017

LUCÍA (Capítulo XIV)




Pero antes, quisiera volver a publicar un alegato contra la mala educación vial de algunos ciclista.


¿DE QUIEN ES LA BICICLETA?
Este alegato no va ni en contra de la bicicleta ni de las personas que deciden ir a pasear con bicicleta para hacer deporte y divertirse un rato. Va contra aquellos ¿progres? Que deciden ir en bicicleta porque ellos son así de modernos y no contaminantes o porque se ha puesto de moda o porque sí, aunque creo que el día que van en coche, se pasan las normas por el forro, porque ellos están por encima del bien y del mal.
1º.- La educación vial, como la otra, la principal, la “sin adjetivos” no se aprende en los colegios, se “mama” en casa. Pueden aprender de memoria todos los códigos, pero si no le enseñan en casa a usarlos, es como el que tiene tos y se rasca la barriga.
2º.- Los pasos de cebra son para dar preferencia de paso a los peatones, no para los ciclistas que pasan montados en bici estos NO tienen preferencia. (Ver código de la circulación).
3º.- Cuando hay un carril bici es para que vayan los ciclistas.
4º.- Los paseos son para las personas, los ciclistas, si hay peatones tienen que apearse de la bicicleta o ir a una velocidad tan moderada que no molesten ni pongan en peligro a ningún peatón, incluidos niños que están dando sus primeros pasos. Por supuesto, si al lado del paseo hay carril bici, que lo hay en muchos, tienen que ir por ese carril si van montados en la bici.
5º.- Los vehículos tienen que pasar a más de metro y medio de separación con las bicis, y viceversa, ya empieza a verse coches con cámaras para filmar a los ciclista que además de adelantar a los coches por la derecha, no respetan el metro y medio.
6º.- Los niños, menores de 16 años, si van en bicicleta, tienen que llevar en todo momento casco. Los mayores de esa edad también en vías interurbanas.
7º.- Los ciclistas también tienen la obligación de conocer y respetar las más elementales reglas del Código de la Circulación, como respetar los semáforos, los stop, los ceda el paso, las direcciones obligatorias, los pasos cebra cuando cruzan los peatones, las preferencias de paso, etc.
8º.- Los ciclistas tienen la obligación de llevar luces y ropa reflectante cuando circulan después de la puesta de sol o días sin visibilidad.
9º.- Cuando van por caminos y senderos, los ciclistas tampoco tienen preferencia si hay caminantes.
10º.- No estaría de más que obligasen a los ciclistas a llevar espejo retrovisor para que vean cuando otro vehículo quiere adelantarlos y faciliten la maniobra, es por la seguridad del ciclista y no del vehículo, a veces, yendo por vías estrechas, además, algunos, el lugar de ir por su derecha van por el centro.
11º.- En los casos de circulación muy densa, si hay coches parados, no dudan en adelantarlos por derecha e izquierda invadiendo el carril contrario.

12º.- Lo mismo pasa en pasos a nivel cerrados, e incluso pasan las vías del tren con el consiguiente peligro.


Y ahora................................................


LUCÍA

Pedro Fuentes

Capítulo  XIV

 El martes, la madre de Lucía tuvo un empeoramiento de su estado, ya le iban a dar el alta cuando tuvo unas arritmias totalmente descontroladas, los médicos no sabían muy bien lo que ocurría, hasta que Lucía le explicó al cardiólogo lo que había pEl martes asado.
Lucía se culpaba de la situación y la amargura le invadía, además, su madre, desde el sábado no le dirigía la palabra y si necesitaba algo, o llamaba a las enfermeras o se lo pedía a su hija en plan ordeno y mando y desde luego sin ninguna señal de gratitud.
Cuando Genaro y Pepe fueron el domingo por la tarde a ver a la enferma, Lucía en un aparte les contó lo ocurrido. Los dos socios, en principio dijeron que ya se le pasaría, que eran los primeros momentos, pero no era ese el parecer de Lucía, que conocía muy bien a su madre.
Por si no se le pasaba, pidió a Pepe, que era al que llamaba diariamente Ricardo, que el fin de semana próximo, no se acercara por el hospital si estaban allí o por el piso de las dos mujeres, hablarían a través de Pepe y quedarían para verse sin que se enterase Engracia.
Lucía, cuando el martes los médicos le dijeron que tendría que quedarse unos días más, quizás una semana, se hundió totalmente y adoptó una postura totalmente pasiva, se sentaba al lado de la cama a leer una revista y de vez en cuando, miraba por encima de la lectura a su madre, si ésta estaba mirando para el lado que estaba ella, se daba la vuelta hacia el otro lado. La muchacha fumaba ocasionalmente, no era una fumadora habitual, pero en vista del mal humor de su madre, se dedicó a salir de la habitación y bajar a la calle a fumar. Además, si se le ocurría que necesitaba algo, cogía el autobús y bajaba hasta su casa, aprovechando para darse una vuelta.
Aquella mañana, decidió dejar el autobús en la plaza de Emilio de Castelar y subir por Martínez Campo dirección a la Glorieta de Iglesias, hacía buen día y pese al frío del otoño que ya estaba dando paso al invierno madrileño, apetecía andar. A la altura de Fernández de la Hoz, decidió desviarse de su camino hasta García de Paredes, allí, en la Iglesia de La Milagrosa, decidió entrar a hacer una visita, estaban en misa, se arrodilló en el último banco y pidió por su madre y por ella. Cuando salió a la calle, casi tropieza con una muchacha de más o menos su edad.
¡Rosario!
¡Lucía, prima!
¿Qué haces por aquí?
Eso digo yo, ¿Vives por aquí? ¡Cuánto tiempo sin verte!
¡Ven! Vamos a tomar un café y charlamos. Entraron en una cafetería en la esquina de Fernández de la Hoz, se sentaron y pidieron dos cortados.
A ver, Rosario, tú primero. ¿Qué haces aquí?
¿Recuerdas que yo siempre quise venir a vivir aquí? Pues bien, un matrimonio que viene a veranear al pueblo, necesitaba una criada, mi madre que lo oyó y sabiendo que en el pueblo no hay ningún porvenir, habló con ellos y me contrataron, así que cuando terminaron las vacaciones, me trajeron con ellos a Madrid y aquí estoy, son muy buenas personas y además ellos dos solos, con lo cual el trabajo no me mata, vivimos aquí al lado, en Martínez Campos. ¿Y tú? ¿Qué pasó? Se habló mucho de lo que os pasó, pero nadie sabía nada, alguien hizo correr que tu madre había…cogido algo en casa del notario o que tú habías tenido un lio con su hijo, pero nadie sabía nada ni a dónde habíais ido.
¡Hijos de la gran puta! El hijo del notario, una noche que me recogió cuando salí de la academia, paró el coche en medio de la carretera, en un camino y me quiso forzar, me rompió la ropa y salté del coche, cuando llegué al pueblo, mi madre quiso que fuésemos al cuartelillo a denunciarlo, el cabrón del guardia llamó al notario y entre los dos lo arreglaron todo para darnos cuatro perras por la casa y el huerto y que nos marcháramos porque ellos negarían todo y con testigos. Nos marchamos y no le dijimos nada a nadie, solamente mi tío Genaro sabía algo, él nos ayudó aquí y me buscó trabajo. Vivimos aquí, cerca de la Glorieta de Iglesias, en Raimundo Lulio, al lado del mercado de Olavide. Mi madre ha tenido un problema del corazón y está ingresada en La Paz. Yo ahora voy para casa a buscar ropa, normalmente llego en autobús, pero hoy he bajado antes por andar.
Fernando ¿Ye acuerdas de Fernando? Siempre que me ve me pregunta por ti, está también aquí, en Madrid, aprobó la oposición y es cartero, alguna vez nos vemos y salimos alguna tarde.
Ni se te ocurra decirle que me has visto, ni a él ni a nadie. A tu madre, si acaso le dices que estamos bien y nada más, que no sabes ni donde vivimos ni nada.
¿Puedo ir a ver a tu madre?, el jueves tengo fiesta por la tarde.
No se, estando como está no se si será aconsejable. ¿Sabes que ha pasado? Verás, yo tengo un amigo al que conoció con eso del ataque y no le sentó bien, dice que somos amantes…….. Lucía le contó toda la historia a su prima Rosario.
¡Dios mío! Pues lo tienes mal, tu madre no se quiere hacer a la idea de que los tiempos cambian y esto no es el pueblo, además, ya somos mayorcitas como para saber lo que queremos. ¿Y con él no habéis hablado del futuro ni de vuestras relaciones?
No, lo que hemos hablado es que mientras dure lo aprovecharemos, además, él cuando acabe la mili se marchará.
¿Y tú lo quieres?
Es el primer hombre de mi vida, me ha ayudado mucho y no sé muy bien si es amor, cariño o agradecimiento, pero desde un principio dice que no está enamorado, que le gusto, que me tiene mucho cariño, que lo pasamos bien juntos, pero que esa llama que arde cuando estás enamorado no la siente.
¿No será un “cara dura” que quiere aprovecharse de ti?
No, porque ya me habría mandado a paseo y sin embargo se desvive por ayudarme a mí y a mi madre. Además, fui yo la que empezó todo, él se encontró en una encerrona cuando me eché en sus brazos la primera vez.
Lucía, se me hace tarde y me tengo que ir, voy a un recado de mi señora.
¿Tienes teléfono? Te llamaré para ver si puedes ir a ver a mi madre y además seguir en contacto, te daré el mío y sobre todo, ya sabes, ni a Fernando ni a nadie de dónde estoy ni qué hago.
La dos muchachas se intercambiaron los teléfonos y salieron de la cafetería, fueron juntas hasta Martínez Campos, donde Lucía marchó hacia Iglesias y Rosario bajó un par de casas más hacia Castelar.

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