Un capítulo más de este relato. especial para aquellos fumadores que no quieren dejar de fumar y desean saber qué excusas no dar.
ASI DEJE DE FUMAR
Pedro Fuentes
SEGUNDA PARTE
CAPITULO
II
La
amistad con Vicente y toda su pandilla, Paco, Joaquín, Juan Carlos,
Pedro, otro Juan Carlos, Rafael, Benjamín y alguno más que ahora
mismo no caigo, éramos un grupo compacto que nos lo pasábamos
estupendamente y sin hacer daño a nadie.
Fueron
unos tiempos en los que nos reafirmamos en las enseñanzas de la
niñez y la rebelión propia de la juventud contra todas las normas
establecidas, asimismo, como una de las prohibiciones eran, además
de no meternos en política y “si hay jaleo aquí, id por otro
lado” estaba el no fumar, aunque luego, a los más pequeños, en
fiestas, bautizos y comuniones, se les daba un cigarrillo porque
hacían gracia y si eran niñas las que cogían el cigarrillo, podían
recibir una bofetada porque esa era la primera puerta a traspasar por
una niña para convertirse en una “cualquiera”.
Igual
pasaba con las bebidas alcohólicas, si el niño se tomaba un vasito
de vino o una caña, se estaba haciendo un “hombrecito”, si era
una niña, era muy posible que te amenazaban con meterla en un
convento.
Bueno,
pues nos reafirmábamos con el tabaco que nos hacía “mayores” y
en la bebida que creaba hombres de provecho
Luego
estaba la cuestión moral, la condenación estaba en el sexo, si era
un adolescente el que le robaba un beso a una niña, se estaba
convirtiendo en un hombre de provecho, si era una niña, a esa la
veremos en casa La Petra,en la calle Auguto Figueroa. Supongo que
este comentario sería porque alguno de ellos, en alguna visita
furtiva a dichas señas, se habían encontrado con alguna familia
femenina.
En
fin, los jóvenes de entonces hacíamos lo que podíamos y a lo mejor
teníamos unas normas de conducta muchísimo mejor que las de la
generación anterior, pero claro ¿Qué generación no ha tenido un
enfrentamiento total con la anterior?.
Bueno,
pues para no enrollarme más, mi vida fue un eterno “fumeteo”,
siempre que digo que me lo fumé todo, mi mujer me dice que no,
pensando que “hierba” o “chocolate”, o como lo quieras
llamar, no, pues si, a mi lado, incluso en el trabajo, la han fumado,
yo me he negado, solamente una vez accedí, estaba haciendo la mili,
era conductor de un capitán general, pues bien, lo llevé en el
coche oficial al ministerio de gobernación, entonces en la Puerta
del Sol, donde ahora está la comunidad autónoma, entonces, el
ministro de gobernación era Arias Navarro, muy amigo del capitán
general, el cual subía al despacho, para al cabo de unas dos horas
que yo tenía que esperar, bajaban, los dos montaban en el coche y
yo los llevaba a un club muy exclusivo de mandos del ejército que
estaba por la carretera de Extremadura.
En
el rato de espera, paseando por el parquin, habían llegado tres
furgonetas cargadas de una plantación de “María” que habían
cogido. Al que parecía dirigir la operación le pregunté que qué
era aquello, me dijo lo que era y le pregunté cogiendo una rama si
aquello se fumaba así mismo, me contestó que no, que cuando
florece, se deja secar la flor, o algo así, el caso es que me dijo
que aquello no hacía nada, yo lo puse en duda y me invitó a su
despacho para que le dijese si era verdad o no. Acepté la
invitación, terminé con dolor de cabeza y pensando que eran más
fuerte los Celtas cortos, después de lo cual, como ya era la hora
cogí el coche, con un capitán general y un ministro y los llevé no
sé si poniendo en juego parte de la dictadura.
No
volví a fumar un “petardo” nunca más, la ramita que corté de
lo que llegó en las furgonetas fue conmigo durante años hasta que
la perdí en un traslado.
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