EL VIAJE II
En busca de la puerta del infierno
Pedro Fuentes
Breve resumen de “La misteriosa dama
de negro”. Parte primera de este relato y publicada en el Tomo I de
la colección “Las historias del búho” en la Editorial BUBOK.
Ricardo es
contratado para realizar un “charter” con su barco rumbo a Menorca.
Embarcan una
chica y un perro, allí desaparece la muchacha y al parecer su novio que le
espera en Ciudadela.
Ricardo
piensa que han sido asesinados.
El patrón huye
por temor a que lo inculpes.
En plena travesía,
el perro, transformado en un monstruo, ataca y muerde al patrón y éste lo tira
por la borda
Rumbo al
norte de la Costa Brava, intenta pasar desapercibido, mientras la prensa no
dice nada del crimen de Ciudadela.
Al cabo del
tiempo, se entera, por un periódico que En Cerdeña, se ha cometido un doble
crimen similar, una especie de rito satánico.
Ricardo
sospecha que el perro se ha salvado y decide ir a investigar.
CAPITULO I
Ricardo quedó anonadado después de leer la noticia de lo
ocurrido en Porto Pino, Cerdeña.
Lo primero que hizo fue buscar un periódico italiano.
Encontró el Corriere della Sera del día 26, lo repasó todo, no vio sino lo que
había encontrado en el diario español, una pequeña reseña sobre el macabro
hallazgo, comentaba que era una pareja joven que habría buscado la intimidad de
la noche en una playa al norte de Porto Pino, habían dejado el coche cerca, por
lo que esperaban fuese más fácil la identificación, pensaban que podría
tratarse de perros asilvestrados que merodean por los bosques cercanos.
Ricardo estaba realmente asustado, no terminaba de creerse
que fuese Cerbero, lo había arrojado al mar a más de cien millas marinas de
allí, claro que después de ver la transformación que tuvo en el barco cuando le
atacó a él, pensó que aquello había ocurrido por una fuerza sobrenatural.
Cuando recordaba el aspecto de la fiera, se le erizaban los
cabellos, le venía a la memoria grabados que había visto sobre la mitología
griega, era igual que el guardián del infierno.
Ahora no sabía qué hacer, el único que conocía el misterio
era él, y si la bestia había escapado del mar, volvería a matar.
Tomó una decisión, él lo conocía, también sabía el mal que
encerraba, ya llevaba bastante tiempo fuera y nadie le había relacionado con
los hechos, bajaría el barco a su puerto base, la Marina de Benicarló y
marcharía a buscar una pista para localizar a Cervero, no creía que en su
estado de pinscher pudiese sobrevivir
solo, alguien lo habría recogido.
Como las previsiones eran de tramontana fuerte, no se podía
poner a pasar el cabo de Creus, en dos días iba a cambiar la cosa, así que
mientras tanto, mañana a lo mejor los periódicos ampliaban algo.
A los dos días la tramontana calmó y salió de LLansá, pasó
el cabo de Creus con un ligero Levante, una vez allí puso rumbo a la punta del
delta del Ebro y decidió hacerlo en las menos etapas posibles, incluso si no se
terciaba el viento en una sola, aproximadamente día y medio, así que puso el
piloto automático y se dedicó a relajarse y preparar un plan de ataque.
Cuando llevaba unas diez horas navegando desde el cabo de
Creus y estaba a la altura de S. Feliu de Guixols y Blanes, apareció por el
horizonte, por proa la patrullera de la Guardia Civil, no supo qué hacer, en
principio no había ninguna evidencia de que lo buscasen, además, todos sus
papeles estaban en regla, los barcos dedicados a alquiler, estaban bastante
controlados, sobre todo desde el terrible accidente del lago de Bañolas, con el
barco que se hundió lleno de jubilados franceses.
Cuando vio que el rumbo era coincidente y que la patrullera
no bajaba de velocidad, quitó el piloto automático y siguió pendiente de las
velas. Al aproximarse y hacerle señas, puso el barco proa al viento y amoyó el génova y la mayor, para que
el barco se detuviese. Cuando estuvieron
a su altura, le lanzaron un cabo para que se abarloase.
Ricardo contuvo los nervios y lo más sereno posible dijo:
Buenas tardes, ¿Ocurre algo?
No, le contestó un guardia que se aproximó a la borda con un
salabre en las manos y siguió solamente comprobamos los permisos de navegación.
Ricardo suspiró y le dijo:
Los tengo en la mesa de cartas, ¿me permite bajar?
Bajó, cogió la cartera de los documentos y se los puso
dentro del salabre diciendo:
Aquí está todo, Permiso de Navegación con la última
Inspección Técnica, permisos míos y de
radio, seguro y todo lo necesario.
El guardia lo recogió
todo, se metió en la cabina, donde tienen los ordenadores, a los cinco minutos
salió y preguntó:
¿El equipo de salvamento está tal como dice el Certificado?
Si, contestó Ricardo, si quieren subir a bordo no hay ningún
problema.
No, ¿Va usted solo o
lleva pasajeros?
No, voy solo, no es un buen año estoy haciendo algo de
turismo, ahora voy para casa, en Benicarló, si sigue el tiempo así sin escalas,
me están esperando para llevar un barco a Italia.
Vale, puede seguir, y
que tenga buena navegación le dijo el guardia devolviéndole la documentación.
Gracias, igualmente, hasta la próxima, le contestó Ricardo.
Ese encuentro, al final, había sido lo mejor que le podía
ocurrir, era la prueba de que nadie le buscaba.
Treinta horas después llegaba a Benicarló, allí comentó que
iba a llevar una embarcación a Italia y podía ser que lo necesitaran durante
algún tiempo.
No tocó nada del dinero, allí estaba seguro y no le
interesaba ponerlo en circulación por si acaso alguien esperaba eso.
Durmió durante 18 horas seguidas en su casa, habló con la
gente del puerto, más que nada por ver si alguien había preguntado por él, ante
la negativa, comentó con los conocidos que iba a Barcelona a recoger un barco
para llevarlo a Italia y que luego era posible que lo necesitaran de patrón
para hacer un crucero por allí.
Ricardo marchó a Barcelona, pero una vez allí, se dirigió al
aeropuerto del Prat y cogió un avión
para el que ya tenía reserva, rumbo a Cagliari, Cerdeña.
Al llegar allí fue a una agencia de coches de alquiler y
marchó a Porto Pino que en realidad es el puerto y playas de Sant´Anna Arresi. En
Porto Pino hay unas bellísimas playas de arena fina y unas dunas casi blancas
que llegan hasta unos extensos pinares que las bordean, en una de estas
hermosas playas fue donde apareció la pareja totalmente mutilada, según se supo
luego, gracias al coche que dejaron aparcado y a las autopsias vieron que eran dos
jóvenes novios de Sant´Anna Arresi.
Se alojó en un pequeño hotel cerca de la ría que hace de
puerto, tuvo suerte porque era temporada alta de turismo y en esas fechas
Cerdeña estaba llena de turistas, aunque por lo general la gente va más al
norte porque está más preparada, a él personalmente le gustaban más las playas
salvajes del sur y los grandes acantilados. Porto Pino es un lugar delicioso
por su tranquilidad y sus grandes bosques de pinos.
Cuando llegó, después de tomar posesión de la habitación,
pequeña pero cómoda y limpia se fue a vagabundear por el puerto, éste es una
ría natural con embarcaciones amarradas a ambas orillas.
Encontró un barco pesquero, arrastrero, el más grande que
había, de unos 18 metros de eslora como habla bastante bien el italiano, se
dirigió a unos marineros que andaban remendando las redes al lado del barco,
esperando que no le respondiesen en sardo. Les preguntó qué se sabía de las
personas atacadas por los perros salvajes y si se había dado el caso por allí
de más ataques.
Le respondieron que ya sabían quienes eran los jóvenes, que
eran dos chicos de Cagliari que estaban pasando unos días por allí y que nunca
se había dado el caso de esos ataques, que en verano con tanto turismo, los
perros abandonados comían regularmente y que se habían hecho batidas por los
bosques cercanos y no se encontraros ni perros ni allí había lobos.
Las mujeres ancianas del lugar dicen que fue un ataque de
Baal Zebub para llamar a las moscas, porque los restos estaban cubiertos por
miles de moscas dándose un festín, incluso muchas de ellas habían depositado
miles de huevos en los restos.
Ricardo se mantuvo totalmente serio y en el fondo muy
asustado, aquello y lo que él sabía le ponían los pelos de punta, efectivamente
parecía obra del diablo.
El invierno pasado, había leído mucho, él pensaba que quizás
la generación de nuestros hijos no lo verían, pero que ya estábamos en el
tiempo del principio del fin.
No se atrevió a preguntarles a los pescadores por el perro,
porque no relacionasen nada, pero se fue más lejos y a un grupo de mujeres
mayores sentadas delante de una casa, en una pequeña plaza y mostrando una foto
de un pinscher enano que había sacado de internet se la enseñó y les dijo que
unos amigos suyos lo habían perdido por la zona pero se le acabaron las
vacaciones y se tuvieron que ir.
Ahora si que le hablaron en una mezcla de sardo con italiano,
le pareció entender que hacía dos días una turista francesa que había en un
hotel llevaba uno muy parecido. Les preguntó el hotel y se lo indicaron. Se fue
hacía allí, tuvo suerte porque era un pequeño hotel familiar.
Entró y a un señor de
unos cincuenta años que había en recepción le hizo la misma pregunta.
Si, si he visto un
perrillo así, lo compró una señora de mediana edad a unos chicos que andaban
jugando con él y que decían se lo habían encontrado en una playa cercana.
Preguntó a la policía
si alguien lo había denunciado y le dijeron que no y que no tenía chip, así que
se lo quedó, dijo el recepcionista.
¿Y dónde está? Preguntó Ricardo.
En su país supongo, marchó anteayer a Marsella en avión,
menudo jaleo tuvo para podérselo llevar en el avión, al final “pago” a alguien
y lo metieron en una maleta de perros y lo subió al avión.
Ricardo le pidió la dirección de la francesa y después de
sacar un billete de cincuenta € se la dio. La dirección era de Niza.
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