... Y NO ESTABA MUERTA
Pedro Fuentes
CAPITULO VI
Ya
me siento mejor, por lo menos ahora ya saben que estoy viva, que oigo
todo y puedo responder.
La
rehabilitación va muy bien, según los médicos, ya sé que no podré
andar nunca más, pero eso no sería lo peor de todo, lo peor es no
sentir, el sentirse como una planta, ahora ya puedo mover los brazos,
bueno, de momento el que no tengo escayolado, pero dicen que cuando
me quiten el yeso, podré y cada día mejor. El habla no lo he
conseguido, pero por lo menos puedo comer y tragar por mi misma,
además, lo más importante, puedo controlar los esfínteres.
Tengo
ganas de llegar a casa, me han dicho que será pronto, Ramón me ha
explicado que van a hacer unas reformas para que pueda moverme con la
silla por mi misma en la planta baja y que me arreglará la sala de
estar como habitación, podré salir al jardín y al patio trasero,
también me ha hablado de que sería interesante, mientras recupero
la movilidad de los brazos y pueda valerme sola, ponerme una persona
que me ayude y haga las labores de la casa, dice que pondrá un
anuncio y miraremos quién viene por el empleo.
Cada
día en la rehabilitación descubro algo nuevo, hoy puedo mover mejor
los dedos y los brazos, esto abre un montón de posibilidades, creo
que podré utilizar un PC, esto me facilitará la comunicación y me
abre la gran puerta de Internet, ya utilizaba el ordenador como uno
de mis entretenimientos, además de que en mi trabajo era la primera
herramienta, estoy acostumbrada a las hojas de cálculo y
procesadores de texto, además comparto con mucha gente cadenas
sociales y recibo informaciones de todo el mundo, dentro del mal que
me ha pasado, no ha sido lo peor, Dios cuando te cierra una puerta,
te abre otras.
Va
pasando el tiempo y ya pronto me quitarán la escayola de la
clavícula y el brazo, la de la pelvis durará un poco más, pero
debido a la inmovilidad de las piernas, dice el traumatólogo que no
hay mucho peligro de movimientos bruscos, la verdad es que semejante
comentario me ha parecido un poco de mal gusto en el fondo, pero me
lo he tomado a risa.
Está visto que el psicólogo que me trata está haciendo un buen
trabajo, es un hombre de mi edad y me comenta que lo mejor que hago
por mi bienestar es el tomarme la vida con ese ánimo, cualquier
persona que haya pasado por algo similar a lo mío, estaría hundido
en una fuerte depresión.
Todas
mis conversaciones son a base del si y el no de mis párpados y algún
truco más que hemos inventado, guiñar el ojo derecho o izquierdo
para respuestas no tan tajantes como afirmar o negar, tres cierres
lentos de párpados cambiar la pregunta por tener dudas y lo más,
desde que puedo mover las manos y los dedos, estoy aprendiendo un
lenguaje de signos a base de las letras del abecedario. Cuando llega
Ramón y nos oye reír, casi se enfada pensando cómo podemos hacerlo
en mi estado.
Ramón
siempre ha sido una persona bastante inestable e incapaz de aceptar
los golpes de la vida. Se ha pasado gran parte de su vida escondiendo
sus alegrías y frustraciones en el fútbol, capaz de llorar por la
pérdida de un partido pero incapaz de hacerlo por una película
sensiblera.
Es
un hombre bueno, honesto y honrado, pero si no fuese porque yo le he
empujado a hacer las cosas en esta vida, no sé a donde habría
llegado, pero creo que no muy lejos, laboralmente está muy bien
considerado, la prueba está en que ahora que hemos tenido este
problema, le han dicho que se tome el tiempo que necesita y va a
ratos a trabajar o lo hace por Internet desde casa, es Informático
en una gran empresa y tiene un buen equipo humano al que sabe dirigir
con mano izquierda pero con firmeza, la que no tiene para el resto de
los mortales.
La
enfermera que rezaba a mi lado cuando estaba en coma, viene a
visitarme siempre que puede, al ver mis progresos se ha alegrado
muchísimo y me ha dicho que si quiero le puede decir al capellán
que pasa por el hospital que me puede visitar, le he dicho que sí,
que puede pasar cuando quiera.
La
tarde siguiente ha pasado el sacerdote, cuando he oído su voz la he
reconocido, él también estuvo a mi lado cuando estaba en coma, me
cogió la mano derecha, me la apretó y me dijo algo así como:
Valor, hija, Dios no te abandonará.
Me
ha preguntado si era Católica, le he contestado que sí, pero que
últimamente me encontraba un poco alejada de la Iglesia. Entonces me
ha ofrecido la Sagrada Comunión, le he dicho que sí.
Después
de una breve charla me ha dado la absolución y sacando una cajita
que llevaba en el maletín que le acompañaba, me ha dado la
Comunión.
Cuando
ha llegado Ramón me ha comunicado que ya han empezado las obras para
adaptar el cuarto de baño, así como la sala de estar, ha retirado
todos los muebles, salvo un par de sillones, va a poner una cama
regulable eléctricamente, la pequeña grúa es eléctrica y en
principio, si mejora algo mi movilidad, la podré usar yo sola, ya
que además se puede desplazar en recorridos cortos, en el despacho
ha sacado todo su equipo informático, mesa, sillones articulados, ha
mandado hacer otra instalación en una de las habitaciones de la
planta superior y allí montará su despacho, en el de abajo pondrá
una mesa a la medida de una silla de ruedas y todos los archivadores
y una pequeña biblioteca a baja altura, que se pueda utilizar desde
la silla.
Dice
Ramón que va a poner el anuncio de que necesitamos una persona para
hacerme compañía y trabajos de casa, que en principio cree que la
necesitaremos las veinticuatro horas del día, luego, según mi
recuperación podríamos reducir el tiempo y dejarla solamente para
mañana y tarde, ya que él tiene que empezar a ir al trabajo.
Me
parece bien, le he hecho saber que le preguntaremos a la enfermera
que viene a rezar y quizás sepa de alguien.
Ha
dicho Beatriz, la enfermera, que abajo, en recepción hay una lista
de personas que cuidan enfermos y disminuidos físicos, que tienen
mucho cuidado de a quién incluyen en la lista y piden muchas
referencias.
Hoy
la rehabilitación ha sido muy dura, a veces termino llorando de
dolor y frustración, pero hoy ha sido demasiado, los estiramientos
que tengo que hacer me cuestan mucho, además ya he empezado a hacer
pesas para fortalecer las manos y los brazos, incluso el escayolado,
según el fisio, estos tienen que ser mis brazos y mis pies para el
futuro, luego me hace estiramientos y masajes en las piernas, dice
que hay que seguir haciéndolos para que la sangre corra por ellas y
que no se queden en tejido muerto, que siempre queda la esperanza de
que con el tiempo se descubra algo que pudiese solucionarme la
movilidad, que hoy por hoy no existe, pero la medicina es una ciencia
que cada día está avanzando.
Jesús,
el psicólogo, ha venido, viene dos veces por semana y a partir de
hoy pasará a una vez. Cuando me manden a casa tendrán que llevarme
a su consulta hasta que estime necesario, lo mismo que la
rehabilitación, que será diaria y me tienen que traer.
Le
he dicho a Jesús que no quiero que me lleven a casa todavía, que
aquí estoy acompañada y allí lo mismo se me cae la casa encima.
Decirle todo esto, por señas y con el alfabeto para sordos de las
manos, es un gran trabajo, pero Jesús me hace que cada vez mis
frases sean lo más largas posibles, además, muchas veces me dice
que no me entiende, yo creo que lo hace a propósito para obligarme a
trabajar.
Hoy,
entre el fisio y Jesús, he terminado llorando, este último, que no
demuestra lástima en ningún momento me dice que es que va a cambiar
el tiempo y que además quiero la vida cómoda del hospital, que ya
va siendo hora de enfrentarme a la rudeza de la vida y que veré
cuando esté en casa que me podré valer por mi misma para hacer
muchas cosas, que podré salir y entrar cuando sepa moverme con la
silla de ruedas y que seré libre.
Esta
mañana han venido a buscarme a primera hora, para levantarme tengo
un artilugio, como una pequeña grúa que me colocan y luego giran
para sentarme en la silla de ruedas, dice Ramón que en casa me van a
poner una más pequeña y eléctrica, que con el tiempo esa operación
la podré hacer yo sola.
Me
han hecho unas radiografías e inmediatamente ha venido el trauma y
me ha dicho que me quita la escayola del húmero y la clavícula, que
la de la pelvis me la dejará algún tiempo más.
Ha
venido Ramón y me ha comunicado que los arreglos de casa ya están
hechos, hemos comprado una furgoneta adaptada, pero todavía no se la
han entregado, mientras tanto los desplazamientos hasta el hospital,
cuando nos vayamos a casa, como no está muy lejos los haremos con la
silla de ruedas o en ambulancia.
Dice
Ramón que cree que ya tenemos cuidadora, que vendrá esta tarde para
conocerme y que yo dé el visto bueno.
Después
de comer, a primera hora de la tarde, ha venido la aspirante a
cuidadora, ha llamado y Ramón le ha abierto la puerta, ha entrado y
mi marido me la ha presentado, es una mujer de unos treinta y tantos
años, alta y elegante, no parece que sea una cuidadora.
Ha
presentado un curriculum muy bueno, hasta hace unas semanas estaba en
una casa de un matrimonio de ancianos, él estaba muy mal, ella, algo
más joven y se conservaba mejor, el anciano murió y ella se fue al
extranjero a vivir con una hija, antes de irse le escribió unas
referencias muy buenas a Fina, que así se llama.
Ramón
le hizo saber cuales serían sus obligaciones, eran aproximadamente
lo que hacía con los ancianos, a mi me pareció bien salvo que
parecía más la señora de una casa que la cuidadora.
El
sueldo le pareció correcto pero quería estar asegurada,
Le
tomamos el número de teléfono y le comunicamos que le diríamos
algo en un par de días.
Cuando
marchó, Ramón me preguntó qué me parecía.
Como
pude le dije que las manos las tenía muy arregladas para estar tanto
tiempo en la casa de los ancianos.
Ramón
me contestó que según había hablado con ella, con el anciano no
tenía mucho trabajo, porque en la casa además tenían una asistenta
y ella lo único que hacía era leerle el periódico, hacerle
compañía y sacarlo a pasear. Además la candidata era auxiliar de
geriatría y enfermería con un curso de quiromasaje, había
trabajado también, antes de con ancianos en un geriátrico, pero le
daba más el trabajar en una casa, lo único que quería eran dos
tardes libres a la semana que ya verían cómo lo combinaría, aunque
al principio comprendía que no podría ser ya que mi movilidad era
muy reducida y dependía de alguien, aunque él, Ramón también se
podría hacer cargo.
A
los dos días Ramón la llamó y le dijo que quedaba contratada,
entonces estuvo viniendo al hospital para aprender los cuidados que
me tenía que hacer, tanto de rehabilitación como de enfermería.
La
verdad es que Fina parecía muy competente y aprendía rápido. Es
muy agradable en el trato y perece tener una buena cultura.
Al
fin ya estamos en casa, Gertrudis parece estar contenta de haber
salido del hospital, aunque ahora le esperan mayores sacrificios para
salir adelante.
Bueno,
ya estoy aquí, la rampa y la habitación han quedado bien, el
despacho solamente con mi PC y el resto del equipo informático, el
cuarto de baño está muy bien y en el salón al lado del sofá Ramón
ha hecho poner un sofá-cama bastante cómodo para que duerma Fina.
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