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miércoles, 7 de marzo de 2018

LUCÍA

Nuevo capítulo de Lucía, la historia de "La muchacha de...." relato recogido en este mismo blogg, los principios de su vida y la continuación de su historia.



LUCÍA  

Pedro Fuentes

Capítulo  XXI





Lucía pasó el resto de la tarde arreglando y preparando cosas, ya que era el domingo el día que aprovechaba para hacer y recoger lo que no había hecho durante los días anteriores al tener a su madre en el hospital.

A media tarde su madre se despertó de la siesta y ya no pudo hacer nada más, ya que su madre acaparaba toda su atención, incluso quiso salir a la calle a dar un pequeño paseo, cosa no muy recomendable, ya que la tarde era fría, pero al fin, Lucía accedió a dar una vuelta a la manzana, cosa que hicieron  casi a paso rápido.

Mientras estaban cenando, sonó el teléfono, era Ricardo.

¡Hola! Lucía, ya estoy libre, ¿Quieres que nos veamos?

¡Hola!, Ricardo, va a ser muy difícil, porque mi madre está aquí y estamos cenando, no tengo ninguna excusa, nos veremos mañana en el bar y luego podremos estar un rato juntos, pero hoy me temo que es imposible.

Bueno, de acuerdo, mañana por la noche me pasaré por el bar.

Vale, pero que sea casi a la hora de cerrar, no sea que haya trabajo y no pueda estar por ti.

Nos veremos entonces mañana.

Lucía colgó y una lágrima corrió por su mejilla derecha, hubiese podido dar cualquier excusa para salir, pero no quería tampoco que Ricardo pensase que ella estaba allí para satisfacer sus caprichos, y más sabiendo que habría pasado toda la tarde con su novia.
Todo el día siguiente Lucía lo pasó pensando en qué se pondría para ir al bar. Cuando llegó la hora, fue a casa de la vecina y le comentó que le dejaba a su madre todo preparado y que ella se iba a trabajar y que quizás tardaría un poco más de lo habitual.
Le dijo a su madre que en caso de cualquier necesidad, que llamase a la vecina, la dejó viendo la televisión y salió de casa, hacía un frío atroz, con un día así, habría pocos clientes, quizás así cerrarían un poco antes.

Ya en el bar, sus compañeras y Pepe celebraron volverla a ver, antes de abrir se tomaron unos cafés y charlaron un rato, luego entraron los primeros clientes, los de cada día, los cuatro compañeros de la imprenta de al lado, saludaron a Lucía y se alegraron de verla allí de nuevo.

Eran cerca d las diez cuando se abrió la puerta y entró Ricardo, cuando Lucía lo vio, estuvo a punto de salir de la barra a abrazarlo, pero luego, viendo que había muchos clientes, se contuvo y cuando llegó a su altura, le besó suavemente en los labios y se saludaron como si acabasen de verse.

¡Hola!, cariño, ¿Qué quieres tomar?

Ponme un Dic con hielo, y tómate tú lo que quieras.

Lucía le puso el whisky y luego le añadió el hielo, tal como a él le gustaba.

Ricardo le pagó la consumición, para que nadie pudiese decir nada y dijo:

Voy a jugar un rato a la máquina para hacer tiempo, no quiero que Pepe crea que te estoy entreteniendo. Se fue hacia una de las máquinas y echó unas monedas, encendió un cigarrillo,  tomó un trago y se puso a jugar a la máquina. La bola saltaba impulsada por los mandos y sonaba, Ricardo se movía a compasadamente, haciendo que la bola fuese lo más cerca posible de lo que él quería.

Cuando se cansó de jugar, habían pasado tres cuartos de hora y aprovechando que Pepe estaba sentado al lado de la caja y no había nadie a su alrededor, se fue a hablar con él.

Hola, Pepe, ya ves, todo se acaba, ya he terminado la mili, parecía que no terminaría nunca.

Si, desde luego, se hace muy larga, pero tú no parece que lo hayas pasado del todo mal.
No, lo único que he estado toda la mili en el campamento, pero por lo demás no ha estado mal.

¿Qué planes tienes ahora?

Bueno, la semana que viene me tengo que incorporar a la empresa, pero en Barcelona, así que el domingo me voy y no sé por cuanto tiempo, porque me han propuesto para un cargo y la verdad, en estos casos, tienes que estar a disposición de la empresa las veinticuatro horas del día.

Eran casi las doce y el bar estaba vacío, los lunes no venían clientes hasta altas horas, así que Pepe dio la orden de cerrar, Lucía entonces salió deprisa a cambiarse y en cinco minutos estaba ya en la puerta, Se volvió y dijo:

Adiós a todos, hasta mañana.

Salió a la calle, cogió a Ricardo del brazo y se dirigieron a la calle Galileo, la noche era fría pero ninguno de los dos sintió que estaba empezando a helar.

Llegaron al piso de Ricardo y en segundo estaban tumbados encima de la cama desnudándose el uno al otro apasionadamente, tanto que algún botón saltó descosido por resistirse a los nerviosos y ansiosos dedos, sabían que ya no quedaban sino cinco días para decirse adiós.

Cuando sonaron las cuatro en un reloj de alguna casa cercana, Lucía se levantó, fue al baño, se vistió y luego, ya una vez arreglada, se acercó a la cama y despertó a Ricardo con un beso.

Adiós, amor, hasta mañana que nos volveremos a ver.

Salió procurando no hacer ruido y bajó hasta la calle, el frío era tremendo, levantó el cuello de su abrigo, se tapó la cara con la bufanda y marchó hasta su casa. Cuando llegó allí se descalzó al llegar a su piso y entró sin hacer ruido, se metió en la cama y se arropó embriagada con el olor que todavía perduraba en su cuerpo de la unión del sudor de los dos amantes.




miércoles, 21 de febrero de 2018

LUCÍA Capítulo XX


Un nuevo miércoles, otro capítulo de Lucía  la mujer que llamaron "La muchacha de una sola pierna" cuando llegó del pueblo que tuvo que abandonar por la mala intención de unos y las habladurías de otros.



Y ahora............



LUCÍA


Pedro Fuentes


Capítulo  XX




El domingo, a las diez y media, Rosario salió de su casa, tenía permiso como cada domingo para llegar a las nueve de la noche, sus patronos, el domingo se iban a comer fuera, pero la cena la hacían en casa y Rosario llegaba a tiempo para preparar la cena, así que subió hasta la plaza de Iglesias y allí, compró una bandeja de pastelistas para llevarle a su tía, luego bajó por Juan de Austria hasta Raimundo Lulio. Llamó al timbre y Lucía se apresuró a abrirle, acababa de servirle el desayuno a su madre y ya estaba arreglada.

Se saludaron con un par de besos en la mejilla y luego saludó a su tía que seguía sentada en la mesa.

¿Qué tal, tía? ¿Cómo te encuentras? Ahora en casa supongo que mejor, si quieres voy a ayudar a Lucía con la comida, que verás que tendrá más sabor, casi como si hubiésemos echado sal y luego si queréis, como hace buen día, si el médico te lo permite, bajamos a la calle y andamos un poquito, podemos ir a la plaza de Olavide.
Lucía terció: Si, un ratito me ha dicho el médico que puede salir, además dijo el doctor que es bueno que ande, que vaya cada día aumentando el paseo.

Engracia se animó con la idea y se puso a ver la televisión hasta que las muchachas salieran de la cocina.

Engracia y Lucía entraron en la cocina.

¿Qué vamos a hacer? Dijo Rosario

Si te parece podemos hacer unos macarrones y luego un poco de pollo a la plancha.
Bueno, primero ponemos el pollo con romero, tomillo, un poco de pimienta y orégano, le pondremos a macerar con un poco de aceite para que las hierbas se adhieran.

Mientras iban sacando las cosas y preparándolas, Rosario empezó a cantar, poco a poco se iba animando imitando a doña Concha Pique, la verdad es que lo hacía bastante bien, tenía buena voz y entonaba bien aunque nunca había estudiado ni canto ni música.

Caray, prima, no sabía yo que cantabas tan bien.

¿Qué tal vas de amores? Dijo Rosario
.
Esta noche vendrá, hoy ha sido la jura de bandera y ahora tendrá unos días de permiso, luego vuelve al campamento y ya se licencia.

¿Y después?

No lo sé, estará a la espera de que en su empresa lo envíen creo que a Barcelona.
¿Y te llevará con él?

No hemos hablado de eso, además, yo no me puedo ir, aquí tengo el trabajo y a mi madre.

¿Qué pasará?

No lo sé ni me importa, he pasado con él los mejores ratos de mi vida, puedo vivir de recuerdos toda la vida; si me olvido de él, puedo morirme.

Ya te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir aunque te enfades conmigo, creo que ese chico se está aprovechando de ti
.

No, desde el primer momento que lo conocí hemos tenido claro que nuestra relación tenía principio y fin, él me ha dicho siempre que me tiene mucho cariño y que me quiere, pero que no está enamorado de mi y yo lo quiero, creo que lo amo y que estoy enamorada de él, pero eso no es suficiente, ¿Lo amo? Si, ¿Estoy enamorada de él?

¿Qué es el amor? No lo sé.

Yo tampoco lo sé, pero es tan malo quedarse sola, sin alguien que sabes está ahí y en quien te puedes apoyar cuando lo necesites.

Pero eso no es amor, puede ser amistad, puede ser egoísmo, pero no es amor. Puedes quererlo, porque el roce hace el cariño, pero amor, lo que es el amor, no se encuentra ahí, el amor es ser uno solo de la unión de dos.

Bueno, es muy complicado, no es nada fácil de saber ni entender.

¿Y tú y Fernando? ¿Salís en serio?

No lo sé, salimos, nos vemos a menudo, casi cada jueves y domingo, pero no hemos hablado nunca de nada en serio, la verdad es que Fernando casi cada día me pregunta si sé algo de ti.

Pero si solamente nos veíamos en el autobús y aquel día que fuimos a bailar y empezaron todos mis males
.
¿Qué te pasó con Antonio?

Ya te lo conté, quiso aprovecharse de mí en el coche.

¿Por qué fuisteis a denunciarlo? ¿No sabíais que no pasaría nada?

No se puede pasar por esas, si todas las que hemos estado en sus manos.
 hubiésemos denunciado, quizás ahora no estaría tan tranquilo.

Toda su pandilla hablaba de ti como si hubiesen estado contigo y que fueses una puta, ahora si que no podréis ir al pueblo. Mi madre no sabe nada de nada ni yo le he contado que te he visto aquí en Madrid, pero siempre me dice que le gustaría saber de vosotras y poder veros. En el tiempo que llevo aquí ha venido una vez, al médico, pero no sabe ni dónde estáis, ni si en Madrid o en otro sitio.

Tu tía no quiere que sepan de nosotros ni que sepan que trabajo en un bar de putas como ella lo llama y si no fuese porque Genaro nos ayudó y está siempre aquí pendiente de ella, tampoco querría ni verlo. En realidad es una puritana.

Bueno, ya tenemos la comida preparada para darle el último toque luego, como verás, ni al sofrito le hemos puesto sal, con las especias le daremos otro sabor. Si a tía le gusta el ajo, siempre puedes aliñar con ajo, ya sea crudo o frito, además coge una aceitera y ponle dentro unos ajos partidos y un par de hojas de laurel rajadas y aliña con él las ensaladas y las judías verdes. Ahora, si te parece, cogemos a tu madre y salimos a pasear un rato.

Las muchachas salieron de la cocina, ayudaron a Engracia a terminar de arreglarse y salieron a la calle rumbo a la plaza de Olavide, pasearon por la plaza aprovechando que el sol calentaba bastante para el tiempo que estaban, luego subieron por Santa Feliciana hasta Juan de Austria hasta Raimundo Lulio, Engracia iba en medio de las dos jóvenes cogida de ambos brazos, pero hablaba con Rosario, toda la conversación se circunscribía a las preguntas que Engracia hacía sobre la vida en el pueblo y vida y milagro de los paisanos. Rosario, que además de “pasar” de sus vecinos, iba con pies de plomo para no hablar de según qué temas, no sabía qué contestar, Lucía que veía la situación intentaba cambiar de tema, hasta que llegó un momento que le dijo:

Vale, madre, si tanto quieres saber, si quieres hacemos un viaje al pueblo y vemos a la gente.

Si, para que nos pongan como “vuelta de perejil”

No, madre, si acaso me ponen a mi y la verdad es que “me importa un pito” todo lo que puedan decir de mi, de bueno o de malo. La gente habla muchas veces para esconder sus vergüenzas, como dice el refrán, “ninguna puta quiere ser sola” Aprovecha la ocasión, pero si dices que no quieres ir, que sea para siempre, porque habrá pasado tú última oportunidad y solo irás con los “pies por delante” para que te entierren con la familia y se retuerzan en sus tumbas.

Desde luego, Lucía, desde que estás en ese barucho, hablas como un carretero.

Rosario, por cambiar de tema dijo:

Tía, quieres que le diga a mi madre que os he visto y que estáis bien en Madrid.

Bueno, díselo, pero no nombres nada de lo de tu prima.

Por mí puede decir lo que hago y con quién lo hago.

Llegaron a casa, en un momento terminaron de preparar las cosas y comieron, con más o menos armonía. Después del café, Engracia se fue a dormir la siesta y Lucía le dijo a su prima:

¿Has quedado esta tarde con Fernando?

Bueno, no exactamente, nos vemos normalmente en una cafetería de Almagro, si uno no puede ir, pues no va.

Creo que debes ir y si crees oportuno le puedes decir lo que quieras de mi, dónde trabajo y que salgo con un chico, así quizás se olvide de mí.

No, por ahora no diré nada. Si te parece me voy marchando


Bueno, yo me quedo a esperar la llamada de Ricardo, supongo que será a última hora, le pondré una escusa a mi madre y marcharé un rato.

miércoles, 7 de febrero de 2018

LUCÍA Capítulo XIX






Otro miércoles y otro capítulo de Lucía, la historia de esta muchacha que tuvo que enfrentarse a la realidad de la vida y aprender de ella al mismo tiempo.


Y ahora...................

LUCÍA


Pedro Fuentes


CAPÍTULO   XIX







Tal y como había dicho el cardiólogo, al día siguiente, cuando pasó a las diez de la mañana, firmó el alta, le dio a Lucía un montón de indicaciones y varias recetas de los medicamentos que ya de por vida tendría que tomar y les dijo que al más mínimo síntoma de arritmias o dolor en el pecho, no esperasen, que llamasen una ambulancia o un coche si pensaban que éste sería más rápido y fuesen a urgencias.

Lucía tomó nota de todo y empezó a recoger mientras llegaban los informes y el alta que tardaría un poco por los trámites administrativos.

Engracia estaba bastante animada dentro del estado de los últimos días, ya que el médico le había dicho que debería andar mucho, que al principio fuese poco a poco y aumentase la distancia día a día. Le habían puesto un régimen bastante estricto, pero eso no le importaba, no era de mucho comer.

A las once y cuarto, bajaron a la calle y tomaron un taxi que las llevó hasta Raimundo Lulio.

Fueron recibidas en casa por las vecinas de la planta, le comentaron que no se preocupase por nada y que cualquier cosa que necesitase que lo pidiese, pero que tenía que reposar.

Cuando al fin se quedaron solas, Lucía mandó sentarse en el salón a su madre y se dispuso a organizarse, primero la ropa sucia a la lavadora, después la cocina y luego preparó la cama de su madre para que se echase la siesta después de comer.

Mientras la comida estaba al fuego, llamó a Pepe y le comunicó que ya estaban en casa y que el lunes ya empezaría a trabajar. Luego llamó a su tío Genaro y éste quedó en ir un rato por la tarde a hacerles compañía y a quedarse con su madre por si tenía que hacer algún recado. Telefoneó a continuación a su prima para comunicarle que estaban en casa y que el domingo la esperaban a comer y a pasar el día con ellas.

Engracia conectó la televisión y ya parecía que se le pasaban los males, incluso algo del mal genio con su hija. Ésta le había comunicado que el lunes empezaría a trabajar, pero que la vecina se quedaría con ella por lo menos hasta la hora de la cena.

¿Quieres que te traiga algo mientras preparo la comida?

No, ya me esperaré
.
Lucía se apresuró en la cocina y preparó rápidamente unas verduras cocidas y sin sal y unas rodajas de merluza a la plancha. Mientras se preparaban las verduras, puso la mesa. Cuando todo estaba dispuesto, avisó a su madre y ésta se sentó a la mesa.
“Puaf” que malas están estas verduras, les falta sal.

No, madre, no tienen nada de sal, tú no puedes comer con sal y yo, para animarte, tampoco tengo sal, la tienes prohibida, ponte un chorrito de aceite de oliva por encima y si quieres te pico un ajo para darles algo de sabor, yo lo voy a hacer con las mías, además en el hospital no te ponían sal y no te quejabas.

Allí estaba enferma, pero aquí ya estoy bien.
Si quieres seguir bien, tienes que comer sin
 sal, lo han dicho los médicos.

Lucía se levantó de la mesa, fue al trinchante, donde había dejado los papeles y le llevó una hoja a su madre.

¿Ves lo que pone aquí? Todos los alimentos sin ninguna sal, los que ya llevan sal en su elaboración, como el queso, el jamón, los embutidos, etc. Prohibidos, las grasas y los fritos, prohibidos, la leche y derivados, desnatados. ¿Quieres que siga leyendo?

Para eso, mejor no comer o morirme,

Puedes hacer cualquiera de las dos cosas, ya eres mayorcita para aceptar esos sacrificios, pero yo no voy a hacer nada más, no tienes edad para que te de unos cachetes. Procuraré hacer la comida con más especies para darle un sabor más agradable, yo no estoy mala y me sacrifico para que tú no lo pases tan mal.

Esta porquería no la voy a comer, me marcho a la cama.

Bueno, haz lo que quieras, avísame cuando quieras comer que te calentaré las verduras y el pescado y luego una fruta, pero antes de irte, tómate las pastillas que te he preparado al lado del agua en ese plato.

De mala gana y peor cara, Engracia se metió las pastillas en la boca y las tragó con medio vaso de agua, luego se levantó y se dirigió a su habitación.

Al cabo de 15 minutos, sonó el teléfono.

Si, ¿Dígame?

¡Hola! Soy Ricardo, ¿Lucía?

Si, dime, soy yo.

Me ha dicho Pepe que ya estabas en casa, ¿Qué tal está tu madre?
No me digas nada de ella que estoy a punto de matarla, ahora dice que no quiere comer sin sal y se ha ido a dormir sin comer.

Bueno, tranquila, ya se acostumbrará, cuando le venga hambre comerá sin sal y sin comida si hace falta.

El domingo juramos bandera, no podemos salir hasta la tarde. ¿Estarás en el bar por la noche?

No, hasta el lunes no empiezo a trabajar nos veremos después, si te va bien.
Vale, lo haremos así, ¿Tú como estas?

Bien, yo estoy bien, ya nos veremos.

Hasta el lunes entonces.

Colgó el teléfono e inmediatamente llamó a Rosario.

¡Hola, Rosario! ¿Puedes hablar?

Si, dime.

Lucía le explicó lo que le pasaba con la comida de su madre y le dijo:
Tú cocinas habitualmente ¿Sabes que puedo hacer para darle un poco de sabor a los platos?.

No te preocupes, el domingo iré un poco antes y prepararemos alguna cosa que no note que no lleva sal y te explicaré alguna receta. Cuando salgas, compra romero, tomillo, albahaca, pimienta y orégano y llevaré también alguna cosa, si te parece haremos macarrones y pollo a la plancha.

Vale, prima, te espero y gracias por tu ayuda.

Lucía se metió en la cocina y escondió toda la sal que pudo encontrar, luego guardó el poco embutido que había, al fondo del congelador.

Luego fue hasta la habitación de su madre, estaba

 dormida, así que preparó una nota diciéndole que iba a comprar al mercado, que volvería en un momento, luego se acordó de que con el jaleo no había terminado de comer y se sentó en la mesa a terminar el plato, verdaderamente la verdura sin sal no sabía a nada y costaba hasta tragarla.




sábado, 27 de enero de 2018

Miss Daisy




Hemos aumentado la familia


Desde hace 15 días ha aumentado la familia, ha llegado a casa una perrita Teckel de tres meses y medio.



Cuando murió Linda, una caniche de casi 17 años, decidimos que ya no tendríamos más perros, habíamos tenido a la mejor perra del mundo, pero……
Hace unos días, después de pasar por una gripe. Pensé: Cuando Linda vivía, había que sacarla a pasear a las horas que fuesen, con frío, lluvia e incluso nieve, y no me enfriaba, ahora, que me levanto tarde, que me cuido, que duermo mucho, lo pillo todo.
Cuando este comentario se lo hice a mi hija Marina, me dijo: ¿De verdad quieres un perro? Pues he encontrado una perrita en Huesca que te gustará, te envió unas fotos.
A la semana siguiente fuimos a buscarla.

Se llama Miss Daisy porque pensé: Tendré que salir a pasearla, así que yo estaré “Paseando a Miss Daisy”

miércoles, 24 de enero de 2018

LUCÍA

Un nuevo capítulo de Lucía, aquella muchacha a la que llamaron "La muchacha de una sola pierna" Relato que se puede leer en este mismo blog. Ahora contada desde el principio de la historia, con la desagradable situación por la que se vio obligada a dejar el pueblo donde nació y había vivido hasta entonces y marchar a la capital para intentar empezar una nueva vida.


Y ahora...............


LUCÍA 

Pedro Fuentes

Capítulo  XVIII


Llegó al hospital y subió a la planta donde estaba su madre, no iba nada animada, le costaba llegar, quería a su madre que además se había dedicado toda su vida a sacarla adelante, pero no era una mujer nada expresiva, era incapaz de decirle una palabra cariñosa, encima, los últimos días, desde que se había enterado de su historia con Ricardo, agravado con su trabajo en un bar de alterne o de “putas” como ella decía, no había forma de hablar con ella ni que ella le comprendiese en lo más mínimo, para su madre la vida era así, o eras como dictaban las normas o eras una pecadora, quizás a otras personas las hubiese perdonado, incluso a su prima la hubiese comprendido o aceptado, pero a ella, a su hija, a ella no, su hija era una pecadora.

No es que fuese Engracia muy religiosa o una beata, que no lo era, no había sido nunca, era el qué dirán, era de esas personas que de los diez mandamientos le sobraban nueve, el pecado era el sexo.

Antes de entrar en la habitación, la enfermera habitual, se cruzó con ella y sonriendo le dijo:

Ha pasado el doctor, ha dicho que mañana saldrá, que todas las constantes son buenas y goza de muy buena salud.

Si, pero ahora entraré yo, dijo Lucía y verás como parecerá que se esté muriendo.
Esta mañana he estado en la habitación un rato, me he sentado al lado de ella y me ha estado contando tu vida y milagros, a mi no me importa en absoluto lo que hagan las personas, a ti te veo como una mujer adulta que sabes lo que haces y no ye preocupa lo más mínimo los comentarios de tu alrededor, y lo veo muy bien, tu vida es tuya y solamente tuya.

Si, pero ¿Tú sabes lo que es vivir con una persona así que te machaca constantemente?, es imposible, ya no tengo ganas ni de venir a verla, si no fuese porque es mi madre, desaparecería y no la volvería a mirar a la cara.

Va, venga, anímate, piensa que está aquí encerrada y aburrida, verás como cuando llegues a casa todo irá mejor.

Lucía le sonrió ligeramente y marchó para la habitación. Su madre estaba sentada mirando por la ventana, ya no llevaba ni gotero ni estaba conectada a ningún aparato.
¡Hola! Madre dijo y se agachó para besarla en la mejilla, su madre se quedó estática sin mover ni un solo músculo y le dijo un hola que pareció un adiós.

¿Te ha dicho el médico que mañana nos vamos a casa?

Si, ya me lo han dicho, luego, a la tarde recoges todo lo que puedas y así mañana iremos más de vacío.

Esta mañana he ido a comprar para el domingo cuando venga Rosario a comer.
Supongo que ahora empezarás a ir a ese sitio por las noches, te habrá faltado tiempo para decirle que pronto irás, no me explico como Genaro se ha metido en esos negocios y encima meterte a ti también, claro que con la vida que lleva….., ya se tuvo que ir del pueblo por los escándalos que dio con un forastero que vino destinado allí, claro, que el otro, como no lo conocía nadie, se quedó hasta conseguir otro destino, hasta tu padre, su hermano, dejó de hablarle, al poco tiempo murió, yo creo que del disgusto.
Mi padre murió de un accidente con un tractor.

Si, pero seguro que iba distraído preocupado con lo que había pasado.

Pues cuando el hijo de puta del notario nos echó del pueblo, bien que recurriste al tío Genaro, que si no llega a ser por él, a saber que hubiese  sido de nosotros. Además, ya te hemos dicho todos que aquello es un bar normal y corriente, solo que abre por las tardes y está atendido por camareras que no se van acostando con los clientes.

Pues tú fue lo primero que hiciste y seguro que lo metiste en mi casa  en mi ausencia.
Ricardo tiene su piso aquí cerca y gracias a él yo he podido estar arriba y abajo porque me ha llevado en su coche.

Sí, también el otro te estuvo llevando en su coche y quien sabe si tú no te insinuaste.
A Ricardo lo quiero y me gusta, además, si cuando termine la mili se marcha y no lo volveré a ver, me quedará su recuerdo. Piensa en una cosa, si cuando se marche me dice que me vaya con él, no me lo pienso, ni siquiera cojo ropa interior, ni te aviso, me marcho con él al fin del mundo, ya estoy más que harta de que me trates como una puta cuando he estado atendiéndote en cada momento y encima a mi tío Genaro, que ha sido el único que te ha ayudado, lo tratas de maricón para arriba cuando a ti no te debe importar lo que hagan las personas en su vida privada.
Me voy a fumar a la calle, piensa un poco en lo que te he dicho y espero que recapacites. Se puso el abrigo sobre los hombros, sacó del bolso un paquete de LM y una caja de cerillas y salió por la puerta de la habitación apresuradamente para que su madre no viese las lágrimas que aparecían en sus ojos.

Cuando salió al pasillo, la que si la vio, fue la enfermera con la que había hablado a su llegada

¿Qué te pasa, Lucía?

Nada, lo de siempre, que no tolera que tenga un amigo, me echa la culpa de todos sus males y encima, como trabajo de camarera en un bar de copas dice que soy una puta. Tengo veinticuatro años y jamás he salido con ningún chico en serio, ahora que tengo un amigo que si no fuese por él, no aguantaría lo que estoy pasando con mi madre, me dice que soy una perdida y que no perdonará jamás que nos fuésemos del pueblo y que la gran ciudad me está devorando, porque hasta según ella, fumo.
¿Os tuvisteis que ir del pueblo?

Si, yo  tenia 19 años cuando pasó todo….., Lucía le hizo un breve resumen de lo que ocurrió con Antonio y su padre.

¡Jesús! Menuda vida, ¿Y no pudiste hacer nada?

No, esa gente tiene mucho poder en el pueblo y el sargento de la Guardia Civil estaba de su lado y nos metieron el miedo en el cuerpo.

Gracias a mi tío que me consiguió un trabajo en su bar, donde lo único que pasa es que está atendido por camareras y tenemos comisión por las rondas que consumen, ella dice que estamos practicando la prostitución. Y como encima, el único que nos ha ayudado, mi tío, que es homosexual y se tuvo que marchar del pueblo por eso, mi madre dice que somos todos unos perdidos.

¡Jesús! ¡Jesús! ¿Y todavía pasan esas cosas en los pueblos? Antes de irte, te voy a dar mi teléfono y dirección por si algún día necesitas algo. Yo vivo en un piso con tres amigas que en su día vinimos de diferentes sitios a estudiar y nos quedamos aquí para no tener que dar explicaciones a nadie y no estar atadas a falsos convencionalismos.
Bueno, me voy a fumar a la calle para despejarme.

Y yo voy a pasar por la habitación de tu madre para ver cómo “respira”.


Lucía entró en el ascensor con el cigarrillo ya en la boca y una caja de cerillas en la mano esperando para encender el pitillo nada más salir en la planta baja.


miércoles, 10 de enero de 2018

DECÍAMOS AYER

Volvemos hoy con la continuación de este relato de la vida de Lucía, una muchacha que se vio obligada a marchar a la gran ciudad, marcada por las malas lenguas de unos paisanos que no lograron hacer de ella lo que querían. En los capítulos anteriores, podéis conocer los capítulos anteriores.

Y ahora........


LUCÍA

Pedro Fuentes

Capítulo XVII



Cuando Lucía se quedó sola, pensó:
Bueno, no me apetece meterme sola en casa, es temprano, me voy a acercar al bar a charlar un rato con mis compañeras y con Pepe.
Estaba llegando a la Glorieta de Iglesias, así que tomó Eloy Gonzalo hasta Quevedo, eran las ocho y media de la tarde, hacía mucho frío, se subió el cuello del abrigo, se apretó la bufanda y marchó con paso decidido.
Cuando llegó a Magallanes, a la puerta del “Wayquiqui”, tiró de la puerta y abrió, una nube de humo de tabaco le dio en la cara y le irritó los ojos, dio un paso hacia dentro y al verla las tres muchachas y Pepe pensaron que lloraba, una exclamación salió de sus bocas pensando que traía malas noticias, dejaron lo que estaban haciendo y salieron de la barra para abrazarla, cuando Lucía se dio cuenta del pensamiento de sus compañeros, sonrió y les dijo:
No son malas noticias, al contrario, es el humo del tabaco que ya no estaba acostumbrada.
Las cuatro muchachas se abrazaron al unísono, Pepe se quedó un paso atrás esperando su momento, los clientes que la reconocieron se alegraron de verla de nuevo, ahora ya la conocían como Lucía “la encargada”, aquella chica seria pero leal y de trato agradable. Pepe cuando llegó su turno le dijo:
¿Qué tal, Lucía, como va todo?
Bien, mejor, este fin de semana la enviarán a casa y la vecina me ha dicho que ella la cuidará mientras yo vengo a trabajar.
Entraron a la barra y cada una de las muchachas siguió con lo que estaba cuando llegó Lucía, Pepe la cogió de la mano y estiró de ella hasta hacerla llegar al final de la barra, donde no había nadie, allí pudieron mantener una conversación sobre la enfermedad de la madre y el estado de ánimo de la hija, también preguntó por Ricardo, que no había llamado desde hacía unos cinco días.
Bueno, son los últimos días antes del fin de semana que juran bandera y los tienen más ocupados, hasta el domingo por la tarde no sale del campamento y luego tendrá una semana de permiso hasta incorporarse a su unidad, según me dijo, luego tendrá más tiempo libre. Dijo Lucía.
Parece un buen chico, no me gustaría que te hiciese daño.
No, Pepe, yo ya se el final de esta historia, estoy preparada para ello y no me hará más daño que el de una despedida como amigos, es bonito mientras dure y aprovecharé la felicidad ese tiempo, sé que somos de mundos  diferentes y que él se tiene que ir, pero es tan bonito cuando estamos juntos.
Bueno, Lucía, veo que lo entiendes y que estás hecha a las circunstancias.
Nuestro mundo está lleno de prejuicios, las gentes no piensan nada bueno de nosotros y no admiten las circunstancias que nos traen a este ambiente, se aprovechan de nosotros, viven de nosotros y con nosotros, pero no esperan que salgamos de detrás de la barra. Antes de conocer a “Geny”, yo tuve varias relaciones, pero éstas no querían sino un rato de placer, mientras todo fuera en las penumbras y a escondidas, no había problemas, en nuestro mundo hay mucha promiscuidad, casi nadie quiere ser de una sola persona y o te adaptas a eso o tienes que vivir solo y sin amor, yo he tenido la suerte de encontrar el amor de mi vida y él también, pero lo normal es vivir solo y desesperado. Si tú comprendes eso y sabes que lo tuyo con Ricardo ha tenido un principio y un final, búscate unas metas para cuando esa bonita historia termine.
Si, Pepe, lo se, el final de la historia de  Ricardo y yo se acerca, pero pienso exprimir este tiempo que nos queda hasta el último momento. Mi madre dice que soy una puta porque mantengo esta historia con un hombre sabiendo que no hay futuro, dice que somos unos amantes, que soy la querida de Ricardo, pero no me importa lo que diga, cuando estoy con él, abrazada a él y sintiendo sus besos y caricias, soy la mujer más feliz de este mundo y que solamente de sus recuerdos podré vivir el resto de mi vida y no me importará lo que digan de mi, y si antes de que llegue el fin de mi vida, noto que su recuerdo ya no me hace vibrar, será el momento de planteárselo de otra manera.
Veo que tienes claros tus sentimientos, sigue adelante y se feliz mientras puedas al fin y al cabo la felicidad son breves momentos rodeados de bellos recuerdo.
En fin, dijo Pepe, espero que sepas lo que hacer en cada momento y cuando llegue el día del adiós, sepas que ha llegado.
Así el lunes ¿ya puedo contar contigo?
Si, según me ha dicho el cardiólogo, el sábado nos iremos para casa, quizás pueda venir ese mismo día, pero como mi madre está tan rara, esperaré a que se serene un poco. Por cierto, el domingo ha quedado en venir a casa Rosario, una prima segunda mía, amiga además del pueblo y sobrina de Geny, me la encontré en la calle, se vino del pueblo después que yo y está aquí sirviendo, se empeñó en ir a ver a mi madre y vino a la residencia, mi madre, que está cabreada conmigo, le hizo un gran papel, ya veremos que  pasa el domingo.
A lo mejor, dijo Pepe, pero lo mismo le da por ponerla contra ti y entre las dos te hagan la vida imposible.
Yo espero que mi prima esté de mi parte, Rosario ya el otro día estuvo hablándole en mi defensa y haciéndole ver que los tiempos han cambiado.
De todas las formas, coméntale esto a Geny y seguro que él le dará un repaso a tu madre, el otro día en el hospital, le habló muy bien y la dejó suave. Asimismo, procura hablarle al cardiólogo por si eso fuera un problema para su corazón.
Ya lo he hecho, me ha dicho que yo tengo que hacer mi vida y que mi madre intentará ahora hacerme un chantaje emocional, que si se pone a llorar, no me preocupe y si veo que le suben las pulsaciones, yo le diga que tenemos que volver al hospital, con el miedo a tener que volver y quedarse diez o quince días y dejarte sola, mejorará automáticamente.
Bueno, Pepe, me voy para casa, ya te llamaré y diré algo, en cuanto vengamos a casa.
Pasaron por el lado de fuera de la barra y Lucía se fue despidiendo de sus compañeras.
Cuando salió a la calle, el frío le dio en la cara, se apretó la bufanda, se puso los guantes y subió el cuello de su abrigo, apretó el paso, llegó hasta la  glorieta de Quevedo y subió por Eloy Gonzalo hasta Juan de Austria y empezó a bajar, prefirió ir por ese camino, por la noche, siempre hacía ese recorrido, era el más iluminado y transitado.
Cuando llegó a su casa, llamó a la vecina por si había novedades. Nada, todo seguía igual.
Le comentó a la vecina que todo seguía bien y que seguramente llegarían el sábado por la mañana.
Cuando se quedó sola, ya en su casa, se preparó un poco de cena, luego se encontraba tan cansada que se metió en la cama y durmió hasta que es despertador le llamó, eran las ocho, arregló un poco la casa, y fue a comprar al mercado de Olavide cuatro cosas por si el sábado venía su madre, tener algo para comer y para el domingo atender a su prima Rosario que vendría a comer.
Le encantaba ir al viejo mercado de Olavide, ya por poco tiempo, pues se hablaba de que lo iban a tirar.
Para Lucía había dos cosas que le daban carácter a aquella parte del barrio, el mercado de Olavide en la misma plaza y Las Hermandades del Trabajo en la calle Juan de Austria lugar donde se reunían por las tardes trabajadores de todas las especialidades para hacerse compañía disfrutando con sus hobbies. Ella y su madre aprovechaban para ir a comer algunos domingos allí, era limpio, barato y acogedor.
Cuando tuvo todo comprado, cogió algo de ropa para muda, para su madre y marchó andando hasta la plaza de Emilio Castelar, donde cogería el autobús. Parecía que alargara el tiempo de llegar a La Paz, ya sabía el panorama que se encontraría.
El día era frío, pero el sol estaba en todo lo alto y apetecía andar. Llegó a la parada del autobús y a los tres minutos pasó éste, a aquella hora no había mucha gente y se pudo sentar. Lo hizo,  al lado derecho, el de la acera y estuvo todo el viaje relajándose viendo a la gente que pasaba.


miércoles, 3 de enero de 2018

FELIZ 2018


FELIZ 2018


Después de esta larga pausa, necesaria para centrarme e investigar en la nueva etapa que quiero desarrollar, vuelvo a este blog, dispuesto a seguir el contacto con todos vosotros.

En la actualidad, estoy escribiendo dos novelas, que me están dando más trabaja del que esperaba, además sigo con los relatos pequeños y grandes como los que he publicado hasta ahora.

El próximo capitulo que publique, sera LUCÍA  Capítulo  XVII y será el día 11 de Enero, seguiré publicando, pero ahora cada quince días, los que no conozcan esta obra, pueden consultar en el blog los capítulos anteriores y los que no la recuerden, del mismo modo pueden
hacerse al día.

HASTA PRONTO, AMIGOS.