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miércoles, 10 de mayo de 2017

LUCÍA (Capítulo VII)

Nuevo capítulo de LUCÍA, el bar "Ven a verme" sigue funcionando, hay novedades, cada día que pasa hay alguna novedad que nos va descubriendo la vida de Lucía, esta muchacha a la que la vida le ha llevado a vivir en el Madrid de principio de los años setenta, lejos totalmente de su ambiente y a la que la gran ciudad trata de engullir.

Y ahora..................


LUCÍA


Pedro Fuentes


Capítulo  VII





La vida de Lucía transcurría entre su casa y el bar, alguna vez, chicos ajenos al bar, intentaron aproximarse a ella, pero cuando conocían su trabajo, había dos reacciones, una huir de ella como si fuese una apestada y la otra confundirla con una chica fácil, ya que llegaban a la conclusión de que el trabajo que hacía estaba muy cerca de la prostitución o ser una chica dada a hacer “favores”.

En el bar, dos de las tres chicas que hay ahora, ya que al poco tiempo de casarse Lola, contrataron a Rita, no tenían ningún inconveniente, si conocían a algún cliente que les agradase, en irse con ellos después del horario del bar. La tercera tenía un “novio” al que ella mantenía. En este caso, para evitar injerencias y malos royos, Pepe le había comentado a la chica que no era bueno que entrase en el bar, ya que su novia no rendía lo que debía y  además a cada momento estaban los dos de cháchara.

Lucía era la única que no mantenía ninguna relación estable ni se le conocía ningún cliente que charlase con ella más de lo estrictamente necesario, los trataba correctamente y con una sonrisa en la boca pero nada más, incluso  si podía evitarlo, no dejaba que la invitasen a nada, no le molestaba esa actitud a las tres compañeras, porque aunque luego las comisiones se repartían entre todos, a la hora de mayor trabajo, las ayudaba en el trabajo ingrato de preparar las bebidas y retirar los servicios de encima de la barra y manejar el lava vajillas.

Lucía, en ese afán de mantenerse libre del asedio de los clientes y no buscar en ningún momento nada que les pudiese hacer creer que algún ser le pudiese agradar sexualmente, algunos clientes habituales y alguna de las chicas, la habían rebautizado como la “muchacha de una sola pierna”

Un  día, apareció por allí Genaro y en un aparte, al fondo de la barra y aprovechando que siendo la primera hora, todavía no había sino cuatro clientes, llamó a Lucía y a Pepe.
Lucía, no creo que sepas y por eso te lo digo ahora, que yo soy uno de los dos propietarios de este local.

Tú te viniste con tu madre a Madrid por lo que os pasó con el hijo del notario y él mismo, yo me tuve que venir antes, por un escándalo que hubo porque yo era homosexual, la familia lo ocultó y tu padre, mi hermano, también me dio de lado. Tú has encajado aquí bien, no te has metido dentro del ambiente pero has sabido estar en tu lugar, yo como copropietario y como amigo de Pepe, siempre he ejercido de protector contigo, sin perder ni un ápice de saber qué hacías y qué no, así que aunque no eres la más antigua, aprovechando que a Pepe lo tienen que operar y estará por lo menos tres meses de baja, te vamos a nombrar encargada, cuando vuelva Pepe, seguirás de encargada de las muchachas mientras él se dedicará a lo mismo que ahora pero más descargado de trabajo, mientras Pepe no está, yo tomaré el mando y en principio vendré cada día hasta que tú tomes confianza y luego espaciaré mis visitas. Ni que decir tiene que te aumentaremos el sueldo.

Cuando terminó la charla, le dijo a Pepe, vete tranquilo que verás como todo, tu operación y el bar irán bien.

Cuando Pepe marchó hacia el otro lado del local, le dijo a Lucía:

No te vayas, que quiero hablar un poco contigo. No sé si tu madre te ha dicho algo, pero voy muchas tardes a visitarla, quisiera que de vez en cuando saliese conmigo a dar una vuelta, o ir al cine, o simplemente a tomar un chocolate con churros, pero se aferra a su casa y sufre porque te ve que no sales con gente de tu edad, que por las mañanas te levantas tarde y has dejado también las clases y el día de fiesta que tienes sales con ella simplemente. Tu madre echa de menos el pueblo y aquí, hasta tiene miedo de salir a la calle, el próximo día de fiesta, pasado mañana, dile que os voy a ir a buscar a las dos y vamos a salir por ahí.

Lucía le dijo a Genaro:

¿A partir de cuando tengo que ejercer de encargada y cual va a ser mi función?

Bueno, la función ya la sabes, en principio lo que haces ahora, es decir, apoyar a las muchachas, pendiente de si tienen algún problema con los clientes, vigilar que todo lo que se consume se cobre, que ningún cliente se pueda propasar con alguna de las niñas, hacer la caja y llevar control de las consumiciones extras de las invitaciones a las niñas, hacer  las listas de pedidos de bebidas y tabacos y recaudar la máquina de discos y la del “millón”, además de comprobar y dar los permisos justificados de las niñas, etc.

Vas a empezar la semana que viene, estarás toda esa semana con Pepe y a la siguiente él ya no vendrá y va a estar unos tres meses fuera, aunque supongo que después de tres semanas, aunque sea a darse una vuelta, pasará bastante rato por aquí, además, los sábados estaré yo por aquí y así te podré llevar a casa.

Bueno, espero no defraudaros.

Cuando aquella noche Lucía llegó a casa, lo primero que hizo fue decirle a su madre lo del cambio de categoría y el aumento de sueldo, aunque esto último todavía no lo sabía pero que suponía sería sustancial, ya que en ningún momento les habían escatimado nada ni a ellas ni al resto de las chicas.

Luego le contó a su madre que al día siguiente vendría Genaro para irse los tres a celebrarlo.

Su madre se alegró pero en el fondo a ella no le gustaba el trabajo de su hija, sabía que no era lo que parecía eso de estar en un bar de “alterne”, su hija estaba contenta allí, pero ella no perdía la esperanza de que llevase una vida normal, con un empleo normal y con un novio y luego un marido y que le dieran nietos. Además se habían tenido que ir del pueblo, su pueblo de toda la vida y jamás podrían volver, ni para morir.



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