Y ahora.....................
LUCÍA
Pedro Fuentes
Capítulo V
El
lunes, cuando llegó de la academia, su madre estaba con los ojos
rojos de haber llorado, Lucía le dijo:
Madre,
has llorado, no quiero que lo hagas, las cosas parecen ir mejor, si,
no hemos ido del pueblo, pero aquí no tenemos que aguantar a gentuza
que si no les caes bien o no eres lo que quieren ellos, te destrozan,
¡Qué consideración te tenían? No te regalaron nada, te pagaban
por tu trabajo y te escatimaban todo lo que podían, ¿y el
sinvergüenza de su hijo que? Se creía que porque tenían dinero
podían destrozar a quien quisiesen sin importarle nada y si no lo
conseguían hubiesen dicho lo que quisieran y todo el pueblo te
señalaría con el dedo y encima te morirías de hambre porque nadie
te daría trabajo ni te comprarían nada de la huerta.
¡Madre!
¡Despierta de una vez! Cualquiera de los clientes del bar es más
honrado y decente que los del pueblo con sus riquezas.
Si,
hija, ya lo sé, pero mírate, pudiendo estudiar tienes que ir a un
bar de camarera a un bar de chicas.
Si,
madre, pero las personas son libres para hacer lo que desean y no lo
que ellos quieran, ya, verás como todo irá bien y Genaro nos
protegerá.
Bueno,
vamos a comer que se va a enfriar la comida.
Después
de comer, Lucía buscó entre su ropa lo que encontró más moderno y
llamativo y unos zapatos cómodos.
A
las cinco de fue hacia el bar “Ven a verme”. Quería llegar antes
de abrir para que Pepe le explicase un poco de lo que tenía que
hacer.
Adiós,
madre, no me esperes a cenar.
Cuando
llegó a la puerta del bar, estaba la reja abierta y la puerta de
cristal cerrada, pero vio la luz encendida, tocó con los nudillos y
apareció Pepe para abrirle la puerta.
Niña,
¿como vienes tan temprano?
Bueno,
como el otro día no quedamos en qué tenía que hacer no dónde
estaban las bebidas.
En
veinte minutos Pepe le explicó lo más elemental y le dijo:
Verás,
las niñas te explicarán todo y lo más complicado, los precios y
cobrar, los primeros días los haré yo o alguna de ellas.
Llamaron
a la puerta y Pepe le indicó que abriese, eran Sole y Lola.
Ellas
mismas se presentaron, venían vestidas de “calle” y charlando
alegremente.
Pepe,
dijo Lola, ¿podemos tomar un café antes de empezar a trabajar?
Si,
Claro, Lucía, ven que vas a prepararlos tú y vas aprendiendo. ¿Qué
queréis?
Yo
uno solo con unas gotas de coñac, ¿Y vosotras?
Yo
un cortado dijo Sole, yo un café solo, dijo Lola.
Pepe
con todo el cariño de mundo le explicó cómo hacerlos incluido el
café con leche de Lucía.
Luego,
Pepi querrá un cortado como siempre.
¿Fumas?
Dijo Sole y sacó un paquete de LM. Todas cogieron tabaco menos Pepe
que quería ducados.
Aquí
fumamos mucho porque nos ofrecen a cada momento, procura no tragarte
el humo porque es mucho tabaco y no bebas bebidas alcohólicas porque
pillarás una tajada como un piano.
A
las seis y cuarto, llegaron cuatro chavales de unos dieciocho años.
Son de una imprenta que aquí al lado, vienen cada día después del
trabajo, tomarán máximo un par de cervezas y jugarán un rato a la
máquina, en veinte minutos se habrán ido, le dijo Pepe.
A
partir de las siete, empezaron a entrar chicos de unos treinta,
bebedores de cuba libre, por lo general llegaban solos y salvo los
que jugaban en la máquina, los demás se apalancaban en la barra,
las tres chicas jugaban a los dados y las invitaban, a Lucía le
dijeron que por ahora no aceptase jugar a los dados, ayudaba a las
veteranas cuando le pedían alguna bebida.
Todos
los cliente fijos cuando entraban, le decían a Pepe: Chica nueva,
¡eh! Pepe.
Si,
Ya sabéis que Lola se nos casa.
Lucía
cuando lo oyó la primera ves miró a Pepe y éste le dijo, si, se
casa, luego a la hora de cierre conocerás a su novio que vendrá a
buscarla.
El
muchacho que el sábado estaba apoyado a la máquina de discos seguía
poniendo canciones románticas, fue el primer cliente de Lucía, le
pidió una cerveza y se la pagó en cuanto Lucía se la puso en la
barra. El, antes de cogerla, le ofreció un Ducados,
No
, gracias, no fumo negro, me marearía.
A
las nueve, el muchacho, de unos veinte años, después de oír la
última canción “Un beso y un adiós” de Nino Bravo, pasó por
el lado de Lucía y le dijo: Adiós, hasta mañana.
Sole
que en esos momentos no atendía a nadie le dijo a Lucía:
Viene
cada tarde y siempre hace lo mismo, hoy se ha lanzado y te ha
ofrecido tabaco. Los sábados está hasta más tarde, pero a diario
de va siempre a la misma hora.
Lucía
se encontraba a gusto allí, ya empezaba a tener confianza, hablaba
con todo el mundo y sobre todo, sabía escuchar mientras bebía te
frio con hielo escanciado de una botella de whisky, su tío Geny, con
todos lo llamaban incluida ella, venía a menudo y lo primero que
hacía era enseñarle a jugar a los dados, no era solo la suerte, era
la estrategia. El chico de la música romántica y los ojos tristes
hablaba con ella, solamente con ella, empezó comprando tabaco rubio
que solamente usaba para invitar a Lucía, ésta viendo que no andaba
muy bien de dinero, a veces rehusaba diciéndole que acababa de
fumar.
Así
fueron pasando los días hasta que llegó el primer sábado, aquello
era una locura, hasta las siete no pasaba nada, pero luego se iba
llenando, luego, a las nueve y medía se vaciaba, pero luego, antes
de las diez empezaba a entrar otra gente distinta que no consumía
sino combinados y jugaba continuamente a los dados, era entonces un
sitio para quedar, tomar un par de copas y luego marchaban a otros
sitios, otros nuevos entraban y era la misma operación, entonces
poco se podía hablar y menos entre ellas, Pepe iba solícito a todos
lados y sobre además llevaba el control de las consumiciones y
cobraba.
El
sábado no era salir un poco más tarde, hasta las tres, por lo
general no lograbas bajar la persiana, aunque esto se solía empezar
a las dos, se bajaba la persiana un poco menos que la mitad y ya no
dejaban entrar a nadie, salvo los clientes muy especiales y al que
terminaba una consumición ya no se le despachaba más.
Pese
a todo el ajetreo, Lucía disfrutaba trabajando allí.
Cuando
ya al fin cerraron, recogieron lo imprescindible y se marcharon cada
uno a su casa, Pepe y Lucía, salieron acompañándose mutuamente y
Pepe le dijo:
Bueno,
no te he preguntado por tu semana de prueba, por nosotros no hay
ningún problema, si tú quieres formalizamos el contrato.
Si,
me quedo, pero no hemos tratado de sueldo ni nada.
Bueno,
el sueldo no es gran cosa, pero lleváis comisión por las bebidas
despachadas y luego las propinas que son buenas, en cuanto a las
comisiones de las bebidas en lugar de hacer el reparto
individualmente, nosotros las repartimos todas a partes iguales.
¿Estás de acuerdo?.
Lucía
que a la una había llamado a su madre para decirle que estuviese
tranquila, ya que sabía que la estaría esperando iba tan tranquila
charlando con Pepe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario